¿Cuál Es Nuestro Compromiso con el Medio Ambiente?
Hace dos meses me mudé de casa; no la busqué, simplemente se dio. Cuando fui a ver la casa en persona sentí una sensación de estar donde tenía que estar. Me dejé llevar por la intuición y a los dos días volví con todas mis cosas sabiendo que ahí iba a empezar un nuevo ciclo.
La casa tiene varios detalles que muestran que la persona que la habitó le dedicó tiempo y esmero para que te sientas a gusto. En la puerta hay dos troncos chiquitos en vertical que sostienen un tercer tronco largo en posición horizontal para que, antes de ingresar a la casa, puedas sentarte, descalzarte y tengas un lugar donde dejar las zapatillas. En el interior hay colgados ojos de Dios por todas partes, botellas de vino con flores que decoran la parte posterior de las ventanas del baño, una flor donde pones el cepillo de dientes y cortinas que combinan con la madera de la casa.
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En la cocina hay un bidón de agua cortado y pintado de violeta para reutilizarlo como tacho y una bolsa arriba de la heladera que me llamó la atención. La bolsa contiene una gran cantidad de bolsitas de plástico para ser reutilizadas, pero con un detalle: cada una de las bolsitas había sido cuidadosamente lavada y hecha un nudo para que no ocupara tanto espacio y entrarán todas juntas. Esa imagen, tan insignificante pero a la vez tan llena de amor, me dejó pensando en cuál es nuestro compromiso cultural por el medio ambiente.
Vivimos en un mundo en el que no hay tiempo que perder, menos para pensar en el daño que le estamos causando. La cultura del “comprar-tirar-comprar” se está volviendo insostenible. Algo no anda bien en una economía en la cual es más barato comprar algo nuevo que reemplazar la parte que no funciona.
La economía nos dice que el daño del medio ambiente es una “contingencia”, o sea, una incertidumbre, un hecho del futuro sobre el que ignoramos lo que pueda suceder. Como no sabemos (o no queremos) medir el costo real de la actual contaminación ambiental o el calentamiento global, no se incluye en el precio del producto. ¿De qué otra manera podríamos comprar por unos pocos pesos un producto con materiales de África pero que se manufactura en Asia, cuya administración está en Europa y que es enviado a cualquier punto de América para su consumo? Claramente estamos haciendo la vista gorda a esta contingencia.
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Pero la economía también nos dice que la oferta responde a la demanda: esto quiere decir que somos los consumidores los que exigimos lo que se consume. Es cierto que desde que el libre mercado fue impuesto en la década del 80 en Estados Unidos e Inglaterra el planeta se inundó de productos innecesarios a bajo costo y que la publicidad a través del uso de técnicas psicológicas nos manipula a consumirlos, pero la última palabra la tiene siempre el consumidor. Cada peso que gastamos es una señal de hacia dónde vamos como sociedad. Aunque nos cueste admitirlo, ningún político va a resolver el problema actual. La elección no está en las urnas, está en cada bolsa que reutilizamos, en cada plástico que reciclamos, en cada consumo innecesario que reducimos.
Heredamos un planeta lleno de recursos y vida, un planeta que tardó miles de millones de años en evolucionar para llegar al punto actual. En 250 años, desde la revolución industrial, el sobreconsumismo está llevando a que los ríos se sequen, que los veranos sean cada vez más calientes y los inviernos cada vez más cortos, que las selvas desaparezcan junto con la fauna, que la flora sea arrasada por los incendios, que los glaciares se derritan y que los mares pierdan su temperatura.
¿Cuándo vamos a dejar de mirar al costado? ¿Cuándo vamos a dejar de culpar a los demás? ¿Cuándo vamos a admitir nuestra adicción por el consumismo? ¿Cuándo vamos a dejar de exigir a los políticos responder por nuestra falta total de coherencia y sentido común? ¿Cuándo vamos a ver que la codicia de los políticos es un reflejo de nuestra propia insaciabilidad?
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El verdadero planteo empieza en cada uno de nosotros e implica darse cuenta del egoísmo y la falta de respeto para con las futuras generaciones y con el resto de los seres sintientes del planeta. Es momento de entrar en razón y de observar que, así como nuestro cuerpo está formado por infinitas células que se sincronizan en armonía para darnos vida, todxs nosotrxs formamos parte de un ser vivo más grande y con conciencia llamado Tierra.
“Tierra la más bella de todas
Quieren vender tu lindo cuerpo.
Perdónalos porque no saben
Que están buscando poder en vez de amor.” (Danit)
Vía LinkedIn.
Publicación original: septiembre 2023
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