Industria

Cann Farm, la Primera Licencia de Producción Peruana: Cultivo de Cannabis, Plantas Medicinales y el Antecedente de la Marigold

Entre las novedades que se celebran por estos días en el territorio peruano está la promulgación de la ley de cannabis medicinal que permite el autocultivo y el cultivo asociativo. Y, en esa sintonía, también se festeja que las autoridades otorgaron la primera licencia de producción de cannabis. Se trata de Cann Farm, iniciática en su estilo.

Por caso, el marco regulatorio peruano contempla tres tipos de licencias: comercial, investigación y producción.

“Perú tiene regulación médica, que obliga a que los actores que obtengan las licencias sean empresas de tipo farmacéuticas”, explica Andrés Vázquez Vargas, cofundador y presidente de Cann Farm.

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Con una ancha experiencia en el mundo agrícola y bajo un proyecto destinado a las plantas medicinales, quienes hoy conforman Cann Farm vieron en el cannabis “un buen motor para impulsar el negocio de las plantas”.

Andrés Vázquez

Pero antes ya venían trabajando con otras, como la marigold.

De su boca: “En el grupo trabajamos un cultivo con vocación medicinal que es la marigold, una flor con tintes amarillentos y naranjas que se usa para medicamentos oftalmológicos porque de allí se extrae la luteína. Su versión vulgar se usa para alimentación de gallinas porque colorea huevos, pero tiene ese componente con propiedades medicinales”.

Los primeros de la foto

Asimismo, el biólogo Vázquez Vargas tiene una muy buena sintonía con las entidades regulatorias, ya que desde hace tiempo que está invirtiendo en el sector junto a unos socios italianos.

Sin embargo, ¿esa buena sintonía hizo que las cosas fuesen fáciles?

Bueno, un poquito sí, pero hubo que trabajar muchísimo para convertirse en la primera licencia de su naturaleza.

“Es bonito ser el primero de la foto, pero queremos que haya cambios en el país y que se otorguen más licencias”, cuenta.

Procesos para la obtención de licencias en Perú

En tanto, desde Cann Farm empezaron a buscar dónde cultivar y producir. Una vez cubierto ese punto, tuvieron que cumplir con los requerimientos laboratorios: convertirse en una farmacéutica.

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“Lo que hicimos fue, buscando optimizar nuestro camino, diseñar una planta de proceso para que manejara la post cosecha, la extracción y la fabricación de productos terminados dentro de la finca”.

Por eso, para el segundo trimestre de 2019, diseñaron una planta que calificó con los requerimientos del Ministerio de Salud.

“Y para marzo de 2020 obtuvimos la aprobación del Ministerio de Salud como laboratorio farmacéutico. Y conseguimos una acreditación muy específica: planta para la elaboración de productos farmacéuticos naturales derivados de cannabis. Esa fue la acreditación como laboratorio”.

Luego, vino un largo proceso de un año para obtener la licencia de cannabis. Esto sucedió en marzo de 2021, pero antes hubo que pasar por tres etapas.

Primero, la finca y el laboratorio necesitaron de la aprobación de los procedimientos de seguridad. Es decir, de todos los protocolos y recomendaciones, como incluir cercos, vigilancia armada, sistemas de cámaras y detección.

Más tarde, cuando el Ministerio de Seguridad les otorgó el “OK”, fueron hasta el Ministerio de Agricultura para defender los expedientes.

Allí, se revisaron desde los materiales genéticos, pasando por diversas aprobaciones y hasta los planes de cultivo autorizados. “Me acuerdo la fecha en la que nos la dieron porque fue el 31 de diciembre de 2020”.

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Y en tercera instancia, presentaron el expediente (“Una caja llena de papeles”) ante el Ministerio de Salud y el DIGEMID (Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas): “Hubo unas reuniones que tuvieron su dosis de nerviosismo por ser la primera vez que una empresa iba a cultivar marihuana en Perú”, devela.

De esta manera, entraron en las burocracias este 14 de enero y obtuvieron la firma el 23 de marzo de 2021.

La punta del ovillo

Con una inversión de USD 8 millones, desde Cann Farm están apostando a la base de producción de cannabis pero con diversificación a otras plantas medicinales. “Queremos elaborar productos derivados de plantas”.

Y en una primera etapa buscan atender al mercado doméstico. ¿Para cuándo tienen fecha? “La primera flor va salir en enero de 2022”, dice.

Y sigue: “El mercado local se movió rápido, pero tengo algunos reparos en cuanto al tamaño. No obstante, le veo bastante dinamismo. Ya hay productos registrados bajo fórmula magistral, hay formulación con THC y CBD, hasta hay CBG en el mercado. También hay compañías que tienen aceites, cremas, supositorios y demás”.

En una segunda etapa, dada su estructura operativa y regulatoria, buscarán colocar productos terminados.

Lo cuenta Vázquez Vargas: “En 2023 podríamos salir a poner productos terminados afuera del país. Tenemos un managing partner en Brasil para desarrollar esa opción. Y un socio latente en México. También, obviamente, aunque seguro sea más difícil, estamos esperanzados en tener la posibilidad de trabajar en Estados Unidos”.

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Asimismo, en una tercera etapa (proyectada para 2024), desde Cann Farm esperan trabajar con el mercado europeo.

“Los tiempos de auditoría son largos. Como nosotros somos un laboratorio farmacéutico y los procesos son de sistema de aseguramiento de calidad, tienes que correr una buena cantidad y lotes de producción. Por eso, hay que ir afinando la máquina todo lo que pueda imaginarse”.

—¿Cómo ves los avances con respecto al uso de cannabis?

Esperaría que el cannabis ayude como punta de lanza a mover algunas prácticas y paradigmas médicos. Nuestro grupo cree en el uso de las plantas medicinales. Queremos que se potencie el market share de las fórmulas magistrales. Además, creo que hay una oportunidad de reivindicar el rol del agricultor como parte de la cadena de la medicina natural. Hay una enorme posibilidad de que haya cultivos que se trabajen con participación de pequeños agricultores que hacen su parte.

—¿Y cuál es el aporte de Cann Farm en ese sentido?

Tenemos un supply chain con comunidades indígenas de la región San Martín, a partir del Protocolo de Nagoya. Este protocolo establece un marco de reconocimiento al valor que tienen los saberes de las comunidades indígenas. Que el conocimiento ancestral le pueda valer como propiedad intelectual y que tenga un precio en una cadena de valor. Los productos que estamos trabajando con ellos van a verse el próximo año. Buscamos que en los márgenes integrales de la cadena de valor haya una distribución con la comunidad, con el laboratorio y con nosotros, que hacemos la manufactura final. Creemos que el mercado lo va a reconocer.

Fotos cortesía de Cann Farm

Fecha de publicación original: 6 de septiembre de 2021

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