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Cannabis

Pines, Ciencia y Docencia: Conocé a Weedlover, Una Mujer Orquesta del Cannabis

Por Lola Sasturain

Pines, Ciencia y Docencia: Conocé a Weedlover, Una Mujer Orquesta del Cannabis

✍ 9 May, 2022 - 12:05

“Soy muchas cosas”, dice Karen, una chica del barrio porteño de Caballito que estudió dirección de arte publicitario y tiene su propia agencia. Además, se dedicó por años a la gastronomía, tiene formación como sommelier y hoy tiene un emprendimiento de pines cannábicos además de ofrecer capacitaciones para fumones. Workaholic, creativa, nerd, manija y eterna buscavida son etiquetas que le caben. 

Y las dificultades que le trajo la pandemia hicieron que sus múltiples habilidades decanten en muchos proyectos emplazados bajo un hilo conductor: el cannabis.

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“Yo sin porro no era tan metódica”, ríe. “Siempre fui creativa pero el porro me abrió mucho la cabeza. Hasta que no fumé porro no tuve mi primer emprendimiento. Y yo creo que es buenísimo si unx se enfoca en consumir la dosis correcta, es paciente y espera a ser mayor para empezar a consumir marihuana”.

Pero sobre estas precisiones, que también las tiene muy estudiadas, retomará más adelante.

Reinvención personal en forma de pines

Karen fue encargada de diversos bares y restaurantes. Antes del lockdown, trabajaba en una conocida cadena gastronómica, era encargada y barista. Siempre pasional y nerd, le encantaba el arte latte, pero no sentía que le dejaran explotar esa faceta allí. Y con la pandemia, su economía personal se fue a pique. 

Así fue como se puso a diseñar: había hecho tres años de la carrera de Dirección de Arte Publicitario y se propuso retomarla y terminarla en un año (cursaba en una privada y no podía permitirse gastar tanta plata) para poder buscar trabajo en el área. Así, terminó trabajando para un club de Fútbol de Paraguay diseñando merchandising, donde reconectó con un amor de toda su vida: los pines. 

Cuando tuvo que dejar ese trabajo por problemas de licencias de merchandising que la excedían, resolvió: “Voy a apostar a hacer el pin de chala. No había nadie que lo hiciera. Por años fui a la Bond Street queriendo comprar un lindo pin de marihuana, y no existía. Solo los redonditos de plástico que son un asco”, cuenta.

Su veta de diseñadora cannábica empezó en la pandemia y no se reduce a los pines. De hecho, remite a un proyecto mucho más interdisciplinario que la diseñadora comenzó durante la cuarentena y por amor. 

“La cuarentena hizo que básicamente todos los cultivadores se hicieran un Instagram solo para cultivo”, recuerda. 

“Y ahí empecé a ver que había un montón de gente re piola que me enseñó un montón de cosas de cultivo. Y, por otro lado, que nada que ver empecé a aprender un montón sobre la Luna, el calendario y cómo afectaba las cosechas”. 

Lo que hizo fue armar un buen diseño para difundir el calendario lunar día por día como herramienta para cultivadorxs, y comenzó a compartirlo a través de la cuenta que sigue teniendo al día de hoy: Weedlover.710. Así sumó muchísimos seguidores del ambiente cannábico. Esto pasó justo antes de que la echen del trabajo, por lo cual tuvo que encontrar una manera de monetizar el trabajo invertido en el calendario.

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“Me di cuenta de que para poder seguir haciendo todas las cosas necesitaba tener una cosita que no me saliera tanta plata para poder recaudar algo por el diseño”, dice. Y lo hizo con seriedad, como hace todo: una inversión grande, y arrancó. Tenía que hacer una gran cantidad y de un solo modelo, que claramente fue la chala.

Paso a paso y con el tiempo, luego del probado éxito, incorporó otros modelos: el cogollo, el bong, el honguito, la semilla, la bolsita ziploc con unos cogollos sonrientes adentro, la media de chalas. Hoy es una fija de las ferias cannábicas y sus pines metálicos son objeto de colección.

pines marihuana
Algunos de los hermosos pines de marihuana de Weedlover.710

Me entrego al vino

Con un talento especial para capitalizar lo que otros consideran vicios, y luego de la buena recepción de sus pines cannábicos, Karen avanzó con una marca paralela: Winelover710, pines de vino. 

La entrepreneur no deja de destacar que su formación en gastronomía y como sommelier afectaron positivamente su relación con la marihuana: siempre cruzando conocimientos, tanto como consumidora como creativa.

El cruce entre el vino y la marihuana le llegó por el lado de la cata. 

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“Cuando empecé a fumar porro fue convergiendo solo. Los aromas me decían qué porro fumar. Hace siete años que clasifico mi porro por olores y a partir del olor puedo intuir cómo me va a pegar”, cuenta. 

Y recuerda  con lujo de detalles esos tiempos: era camarera y si se fumaba una buena sativa antes de trabajar, con olor cítrico, era capaz de recordar los pedidos de una mesa de veinte personas sin anotar nada. Pero si se fumaba una de aroma amaderado o incienso terminaba confundida y anotando todo. 

“Ahí me di cuenta realmente que había distintos tipos de porro”. 

A ella le encanta fumar para trabajar, para concentrarse y para tareas creativas, incluso más que en el ocio. “Hasta ese momento sólo lo usaba para flashear con amigos. Así que ser camarera y fumar porro me cambió la vida”, dice entre risas.

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A partir de aquello que ya intuía a través de los aromas, comenzó a profundizar sobre cultivo y también sobre la química entre la marihuana y el cerebro humano. Se obsesionó con unos cursos online estadounidenses al respecto, los compró en un black friday y los completó en 36 horas. De repente, no podía parar de hablar de biología y de neurociencia, de cepas y de triptófanos: a todo el mundo le interesaba pero nadie entendía nada.

Notando este interés y la dificultad que acarreaba explicarlo de manera simple y clara, se ocupó de organizar los contenidos, consiguió un lugar y armó su propio curso. Además necesitaba ganar plata: había invertido sus ahorros en la producción de pines.

La capacitación que ofreció se trató de una propuesta bastante única dentro del país y apunta a empoderar consumidorxs y dar las herramientas para tener una experiencia óptima consumiendo marihuana a partir de la observación de cualidades organolépticas. Para diseñar este programa se basó en su formación como sommelier y en los cursos online que tomó. 

“Se basa en aprender a identificar qué genéticas van a ser las que más te funcionen, siempre teniendo en consideración que cada ser humano reacciona diferente a cada planta. Estamos compuestos de materia orgánica, y los compuestos y las moléculas son todas diferentes. Hay que tener eso en cuenta y también que cada planta es única: es como las cosechas de los vinos, cada año va a ser diferente. Cada planta va a ser un fenotipo diferente y te va a pegar a vos de una manera y a otra gente de otra”.

El curso da herramientas científicas para, desde la observación a través de catas observartivas y aromáticas, poder discernir qué porro, cuánto y para qué momento. También para poder medir calidad e identificar si un porro no está bien o te están vendiendo una cosa por otra. 

“Aunque ahí no haya mucho para elegir porque el mercado ilegal no es muy facilitador”, lamenta. “Pero al menos podés identificar para qué te va a servir mejor cada variedad: prevenir si te va a dar ansiedad, si te van a dormir…”

Para ese fin, durante el curso otorga a los asistentes un librito de cata para rellenar, obviamente diseñado por ella.

Estudiar salva vidas

“Soy una persona super metódica y me encanta investigar”, asegura. Su sed insaciable de conocimiento la llevó a salvar su propia vida: Karen padecía de diabetes tipo 2 con resistencia a la insulina, pesaba 90 kilos, tenía muchas enfermedades metabólicas, su calidad de vida estaba muy deteriorada e iba de médico en médico sin encontrar una solución. 

“Me voy a poner a estudiar yo sola a ver qué hago para curarme”, se dijo en su momento. “Ningún médico sabía decirme; ya de por sí tardaron muchos años en diagnosticarme diabetes”. 

Si bien compartiendo su historia de ninguna manera busca invalidar a la medicina alopática, y siempre lo primero hay que hacer es consultar con profesionales, gracias a la investigación probó un tipo de dieta alta en grasas y nula en carbohidratos que le hizo bajar 30 kilos en medio año y su diabetes se vio revertida. 

A ella le gusta decir que se curó investigando: “Por esto salí en el diario”, cuenta. Esta experiencia la llevó a armar un grupo de Facebook que rápidamente se volvió muy popular, pero el mismo le generó una alerta: era complicado difundir información de este tipo a gente que no tiene la misma voluntad que ella de investigar, buscar información chequeada y tomárselo en serio.

Con porro, el límite es el cielo

¿Cuál es su variedad y su momento ideal? “Para lo que más me gusta es para trabajar y ponerme creativa. Y para eso uso las variedades más sativas. Pero las variedades más puras de ese tipo a veces me dan ansiedad, entonces intento tener en la cosecha alguna planta con CBD o bien índica como para regular”, responde. 

También usa mucha cosmética de cannabis: para los dolores usa tinturas madre, porque tiene algunas hernias de disco en el cuello y en la cintura. Y también para los dolores menstruales. Y para el acné usa una crema con extracto de cannabis que la ayuda con la inflamación. Ella también elabora tinturas madre y sprays de manera casera. Por el momento, solo a pedido de seres queridos. 

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Entre planes a futuro se encuentra repetir las capacitaciones y brindar un curso sobre consultoría cannábica: todo lo que tiene que ver con productos derivados, qué usos y administraciones tienen, cómo se utilizan y para qué. También tiene un curso de sommelier cannábicx programado para mayo.

Karen es obsesiva y tiene muy en claro lo que quiere, lo cual la convierte en una trabajadora solitaria. Según cuenta, las personas con las que puede y quisiera armar equipo son sus dos hermanos: “Si tuviese un millón de dólares haría una empresa enorme de un montón de cosas diferentes. Tengo un montón de ideas”, concluye, y es fácil creerle.

Fotos cortesía

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ACERCA DEL AUTOR

Entrevistadora y editora en El Planteo, Lola Sasturain es periodista cultural, DJ y guionista.

Puedes encontrar sus notas en Página/12, VICE y, por supuesto, en El Planteo.

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