Residente no es Ningún Cagón: Energía, Sensibilidad y Vulnerabilidad en 2 Noches Épicas en Buenos Aires
Residente no se guarda nada. Y cuando digo nada, es nada. El tipo te tira con todo, te sacude, te vuela la cabeza y de paso te revuelve las tripas. ¿Qué esperabas de alguien que lleva años escribiendo himnos de guerra?
Pero ojo, también te suelta esas joyitas que te hacen lagrimear como si no hubiera nadie al lado. Con más de 30.000 personas saltando, gritando y sudando en dos Movistar Arena totalmente explotados, René Pérez Joglar se plantó en Buenos Aires como un tsunami humano, dejando clarísimo que no le teme a nada ni a nadie. ¿Y el resultado? Nos dejó a todos temblando. Y en el buen sentido, eh. Como cuando salís de la mejor joda de tu vida, esa fiesta de egresados que no podes olvidar, ese momento de reencuentro con tu amigo que se fue a vivir afuera hace 5 años.
El tour Las Letras Ya No Importan lo llevó por todo el mundo: Estados Unidos, Europa, y ahora, Argentina. Pero pará, no es cualquier público el que tiene acá. No. El público argento lo sigue desde los tiempos de Calle 13, cuando nos hacía sacudir el culo y las caderas al ritmo de “Atrévete-te-te”. Ahora, con un Residente más maduro, pero igual de picante, vino a demostrar que sigue siendo el maldito rey.
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Entre lágrimas y piñas al sistema
El show arrancó con “René”, esa canción que te agarra el corazón, te lo estruja y te lo deja en la mano. ¿Te pensás que es fácil cantar eso sin quebrarse? No, amigo. El tipo se quebró… Y el público también. Ahí estábamos, todos llorando juntos. “Yo quiero volver a ser yo”, dijo con la voz hecha pedazos, y en ese momento, ¿sabés qué? Nos rompimos todos. Fue un arranque brutal, sin filtros ni escudos. Sería luego labor del propio René reconstruirnos en 2 horas.
El escenario, loco, estaba dividido en dos: de un lado, Residente, el que te grita en la cara, el que no le tiene miedo a los poderosos ni a los pelotudos. Del otro, René, el tipo sensible, el que se baja del pedestal y te dice que también tiene miedo, como vos, como yo, como todos y todas. Esa mezcla, esa dualidad, te pega como un cross en la mandíbula. Vulnerable pero lleno de energía, con una vitalidad que te sacude el alma.
Palos para Milei y abrazos para Latinoamérica
Residente no se quedó en el molde. Habló de todo: de la educación pública, de las guerras que sacuden al mundo entero, de las injusticias que nos rodean, de la lucha que nos toca librar. Y claro, no se fue sin tirarle un buen palo a Milei. “No podemos quedarnos callados mientras destruyen lo que es nuestro”, tiró. Y el público, como si estuviera ensayado, respondió con cánticos contra el presi.
Pero no fue todo palo y a la bolsa. También hubo abrazos, especialmente para Latinoamérica. “Si no estamos unidos, nos van a seguir robando lo nuestro”, disparó, y ahí la cosa se puso densa. La gente lo entendió, lo sintió, lo vivió. “Latinoamérica” resonó como un grito de resistencia, como si cada palabra te entrara en la piel y te recordara por qué estamos en esta pelea.
El arte en vivo: pura locura visual
Y como si la música no fuera suficiente para volarte la cabeza, el show también fue una obra de arte visual. Mientras Residente reventaba el escenario, la dibujante María Emegé pintaba en vivo, capturando el espíritu de cada tema; y Larissa Dones tipeaba en tiempo real las letras del Resi con una máquina de escribir. Todo eso lo pasaban en una pantalla gigante, y ahí estábamos, como parte de un museo en pleno montaje.
El equipo que lo acompaña
Obvio que Residente no vino solo. Trajo un equipo de lujo. Desde el pianista argentino Leo Genovese hasta las percusiones de Daniel Díaz, pasando por las guitarras de Elías Meister y Justin Purtill, la batería demoledora de El Estepario Siberiano, el cello de Helen Newby y la voz alucinante de Kianí Medina. Dos horas de pura conexión, arte y potencia.
Éxitos, premios y mucho más
El disco que vino a presentar, Las Letras Ya No Importan, ya es oro en México y está en el top de los más escuchados en Spotify. Además, está nominado a los Latin Grammy en varias categorías: “Álbum del año”, “Canción del año” y “Mejor Video Musical”. Pero no termina ahí. También está sonando fuerte para los Oscar por su papel en *In the Summers*. Residente no para, ni quiere parar.
Energía, furia y un final inolvidable
A pesar de los momentos más tranquilos, la energía no bajó ni un milímetro. El tipo pasó de canciones como “Ron en el piso”, donde se mostró más frágil, a clásicos como “Atrévete-te-te” y “Cumbia de los aburridos”, que hicieron saltar a todo el Movistar Arena. Y cuando llegó el final, lo hizo con “313”, un cierre épico con Silvia Pérez Cruz en vivo y la voz de Penélope Cruz retumbando en las paredes del estadio. Un broche de oro para dos noches que quedaron grabadas en fuego.
Residente no solo trajo su música, trajo su alma. Nos sacudió con su mensaje, nos emocionó con su sensibilidad y nos dejó con ganas de mucho más. Porque si algo quedó clarísimo en Buenos Aires, es que Residente no es ningún cagón. Lo da todo, así, de frente, con el corazón en la mano y los huevos bien puestos.
Foto: Live Dale Play, Mazza ph.
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