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Cannabis

‘Todo Pasó Haciendo Freestyle’: El Camino de Saga Hasta la God Level Internacional

Por Hernán Panessi

'Todo Pasó Haciendo Freestyle': El Camino de Saga Hasta la God Level Internacional

✍ 29 May, 2021 - 13:02


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Muchas veces, las grandes historias parten de pequeños hitos. Y acá estamos una vez más: apoyado en la mesa de la cocina de la familia Ibarra, se yergue estoico un CD con videos de rap norteamericano. Era 2008, era Guernica, en el conurbano del Gran Buenos Aires. Y la pequeña Aylén no identificaba quién corno eran Eminem ni 50 Cent, pero ahí andaba: contenta, imantada, dándole al “play” una y otra vez.

Hoy, a sus 21 años, bautizada bajo el alias de Saga, se convirtió en uno de los nombres más importantes de la nueva camada de freestylers locales.

Y, entre otras cosas, ese primer CD llevó a que su hermano mayor, Neto, también profundizara su amor por el hip hop.

Sobre ese CD, su padre, Daniel, recuerda lo siguiente: “Lo había conseguido de un sobrino mío de zona oeste. Me gustaban esos temas y yo, desde mis 20 años, escuchaba a Cartel de Santa, Tiro de Gracia y La Sinfonía. Mi hijo empezó a escuchar rap y a meterse en eso. Después, se sumó mi hija”.

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Incentivada por la data de ese disco y por imitar a su hermano que ya estaba metiéndose en la movida, Aylén empezó a improvisar. Su hermano comenzó a juntarse con gente de la escena y su casa fue un hervidero cultural: allí, los pibes rancheaban, rapeaban, soñaban.

Es tu problema, no el mío

En 2013, Aylén todavía no había dado su primer beso, ni se había acercado a nada parecido al amor romántico, pero –aún así- se despachó con una canción sobre corazones rotos.

Decía más o menos así: “Ha pasado mucho tiempo y decidiste irte/ Ha pasado mucho tiempo y mi corazón no está triste/ Me parece que contigo fue tiempo perdido/ Ahora que te has marchado, es tu problema, no el mío”.

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Foto por Nehuén F. Silva

Vamos de nuevo: Aylén era apenas una niña cuando escribió esa canción que sonrojaría a Dalila, Rocío Quiroz y a Karina, La Princesita.

Le mostró la canción a su hermano y a su ex cuñada y, rápidamente, la invitaron a grabarla en su estudio casero.

Por esos días, en su barrio, no había muchas competencias de freestyle. Su hermano iba con sus amigos a algunas, pero su mamá no quería que ella se metiera con eso. Mientras tanto, su hermano conformó Kaos Crew, con la que grababan de forma homemade usando un pequeño micrófono y una caja en la cabeza.

Allí empezó a conocer un poco más sobre la movida y descubrir verdaderamente qué era el freestyle competitivo.

De su boca: “Nunca había visto un video de freestyle. No teníamos ni WiFi en mi casa. Yo tenía un Nokia y mi hermano siempre me traía videos nuevos y me los pasaba por Bluetooth. El primero que vi fue uno del Halabalusa en el que estaban Dtoke y Tortu vs. Markitos y Cobe. Me lo sé de memoria. El celu ese no tenía ni chip y yo siempre esperaba que mi hermano me trajera videos nuevos”.

Rap para divertirse

Desde ahí, el recuerdo de algunas batallas contra sus vecinitos. Como todos los nenes, lo que Aylén hacía era literalmente jugar. “Estábamos boludeando”.

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Recién compitió a sus 14 años, en una plaza de Alejandro Korn. Con las incertidumbres habituales de cualquier principiante, Saga dudaba entre anotarse y no. Entre ser espectadora o protagonista. Por eso, con el aval de su hermano y sus amigos, se anotó en un 2 vs. 2 junto a otra chica debutante.

Compitió contra Detalle y Kadul, dos MCs que venían con ruedo en el under. No les fue tan bien, pero algo se le despertó. “Me re gustaba competir, aunque la mocheaba muy feo. De hecho, hay videos de eso en YouTube, pero yo lo hacía para divertirme”.

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Foto por Nehuén F. Silva

Súbitamente, su madre tuvo un ACV y, para salir de la angustia, encontró en el freestyle un abrazo, una especie de escape.

La transición

En el año 2016, Aylén se anotó en una escuela agraria de San Vicente. Cursaba 8 horas y, en ese momento, dejó de competir por tres años.

Sin embargo, en su casa, siempre se tiraba algún freestyle y seguía escuchando rap. Aunque sorprende: “No miraba batallas porque no me llamaba la atención. En esa época tampoco tenía WiFi”.

Aún así, se las ingenió para grabar unos temas junto a Funny, una amiga que conoció en Guernica. “Siempre rapeábamos, fumábamos, la pasábamos re piola. Decidimos hacer una crew para escribir unos temas y tocar en eventos. Le pusimos Effect Femina. Hicimos un par de temitas y me re cebaba”, Saga dixit.

Hoy, esas canciones están ocultas en YouTube y la crew fue suspendida, pero la amistad con Funny sigue vigente “igual que siempre”.

Para el año 2018, Saga se cambió a una escuela en la que cursaba hasta tarde. Estos nuevos horarios tampoco le permitieron competir. “Igual, yo nunca iba a dejar de rapear”, confiesa.

¿Cuándo te empezaste a considerar una rapera?

—Corte, desde que rapeé por primera vez me consideré una rapera. Yo quería ir a las plazas en algún momento. Es lo que a mí me gusta hacer. No es que lo pensaba de manera profesional, era por el amor que le tengo a rimar. Mi hermano iba a las compes y mis amigos, también. Siempre veía las historias en Instagram y los flyers, y yo no podía ir por la escuela.

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Así las cosas, en el año 2019, DJ Sista la invitó a una competencia de pibas. Participó de una clasificatoria entre unas pocas y, aunque era en escenario, Saga ganó la regional femenina de Buenos Aires de la BDM venciendo en la final a Abby MC. “Había ido re insegura”, comenta.

Paso a paso

Tras resaltar en la BDM femenina, Saga clasificó a la BDM Gold 2019 y se topó con Wolf. Perdió, pero se le paró firme de guantes. “No conocía a nadie de Capital, ni cabida”, sacude.

Desde esa época, Saga ya mostraba una perspectiva interesante: si seguía afinando su técnica, estaba para cosas realmente muy grandes.

“Igual, agradezco no haber mandado video para la Red Bull de 2019. En ese entonces, tenía a toda la gente diciéndome ‘mandá video, mandá video’. Pero, cuando fumo porro en mi casa, pienso un montón en el rap, en mi carrera. Estoy muy pensativa. Tengo miedo de cagarla. Pienso que tal vez no es mi momento y que esperar un poco más es mejor”, confiesa.

Así, empezó a ver más videos del palo, a meterse más en la movida, a competir acá, allá y en todos lados.

Entretanto, recibió el llamado para formar parte de la Triple F, la primera liga profesional de freestyle femenino. “La verdad es que estuvo muy bueno”, dice. Y continúa: “Me re gustaría que vuelva. Fue alto espacio y le abrió las puertas a un montón de pibas”.

Abrazo entre Saga y Roma. Taty Santa Ana detrás. // Foto por Pame Delgado

¿Cómo te fue en la Triple F?

—Me fue bien. Tenía un poco de miedo por las batallas escritas. Miré muchas batallas de Proof, él me inspiró. También había visto una batalla vieja de Brasita. Fue un momento donde sentimentalmente estaba medio desacomodada. Me sentía así. Te atrae la mala energía y hace que te haga mal. Ahora, igual, no sé si volvería a participar. No quiero competir solo contra pibas.

Todo pasó haciendo freestyle

Durante 2019, Saga se mostró muy activa compitiendo en plazas, en movidas nocturnas, en donde pintara. De hecho, tras ganar una competencia femenina, iba a formar parte de un team local junto a Sony, Mecha y Wolf que participaría de una BDM Internacional en Perú.

“No se pudo hacer. Si hubiera salido, no iba a rapear bien. Es raro, pero me siento agradecida de que no me pasen ciertas cosas. Por algo no me pasó esto, porque me va a pasar algo mejor”, reflexiona.

Durante 2020, con la llegada de la pandemia, Saga se bajoneó, tuvo un momento depresivo y, luego, se pudo acomodar emocionalmente.

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Y vinieron las buenas: firmó un contrato de representación con Urban Roosters, los responsables de la Freestyle Master Series, la liga profesional de improvisación más importante del mundo.

Luego llegó el 2021, el año en que Saga empezó a mostrar de qué está hecha.

Ya participó dos veces de Combate Freestyle, la compe organizada por el canal Space que propone un formato en el que realmente puede destacarse: el rap en 4×4. “Es un ‘quita-corona’. Me  fue re piola. Le gané a todos y a Naista dos veces”, cuenta.

A propósito, hace una pausa y se expande: “Sentí que si me pongo las pilas, no me para nadie. Tengo que ponerme las pilas. Me fui re contenta”.

Siempre fuiste muy autocrítica. Pasaron algunas oportunidades y, ahora, vas a formar parte del equipo argentino de la God Level junto a Stuart, Klan y Mecha. ¿Cómo te sentís al respecto?

—Estoy muy positiva. Mi familia, también. Realmente, nunca había viajado a otro lado. Ni a otra provincia. Solo había ido a Rosario, con Actitud Freestyle, y ni lo disfruté del todo. Entonces, que de repente te digan ‘te vas a México’, es alto flash. Cuando me enteré, estando con Nati, la novia de Stuart, le mandé un mensaje a mi papá y toda mi familia se puso muy contenta. Y todo pasó haciendo freestyle. Por eso, como decía, si me pongo las pilas, puedo hacer cosas muy buenas. Y gracias a que competí, pude arreglar mi casa. Todo lo hice rapeando. Me re ceba.

El cannabis como inspiración

En la actualidad, Saga está fumando bastante churro. “Me inspira mucho. Como me estoy dedicando a la música, para poder grabar, fumo. Me permite escuchar la música y las pistas de otra manera. Me hace prestar atención a las cosas”, devela.

En general, prende mecha cuando está sola. “Me gusta hacerlo para poder rapear y escribir”, dice, y admite que trata de no competir re loca.

Uñas con chalas reales, by Ornella Miranda

Por caso, Saga es de las artistas que piden por la legalización: “La marihuana tiene que ser legal, no tiene nada de malo. Es más, te ahorrarías un montón de cosas súper malas que le pasan a la gente. Estaría bueno que una persona pueda plantar y fumar lo suyo”.

Mañana es mejor

En el futuro, Saga planea seguir dedicándose a las rimas. Aunque advierte que “las competencias no son para siempre”.

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En tanto, ya le agarró el gustito a las melodías y sueña con poder monetizar ese costado artístico. “De alguna forma u otra, siempre trataré de asegurar mi futuro. Quizás, haciendo cosas afuera del ‘mundo free’. Me gustaría ser maestra de arte”, sorprende.

¿Maestra de arte?

—Sí, me gusta mucho dibujar. Hasta fui a varios talleres de pintura. Hace rato que no dibujo. Nunca es tarde para nada. Andá a saber qué me depara el futuro. Todo con tiempo y dedicación, se puede dar.

A la sazón, su padre se ensancha orgulloso: “Fuera de que es un trabajo, me parece genial hasta donde está llegando con su esfuerzo. Si le pone garra, la veo con un muy buen futuro”.

Portada por Fleko

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.

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