Trump Acaba de Convertir al Fentanilo en un ‘Arma de Destrucción Masiva’ con una Nueva Ordejn Ejecutiva

El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que clasifica al fentanilo ilícito y a sus principales precursores químicos como “armas de destrucción masiva”, una medida que redefine la crisis de sobredosis en EE. UU. como un asunto de seguridad nacional más que de salud pública.

“Con esta orden ejecutiva histórica que firmaré hoy, estamos clasificando formalmente al fentanilo como un arma de destrucción masiva, que es lo que es”, dijo Trump durante una ceremonia en el Despacho Oval en honor al personal militar asignado a operaciones fronterizas.

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La orden instruye a la fiscal general Pam Bondi a iniciar inmediatamente investigaciones y procesos relacionados con el tráfico de fentanilo, y ordena a los Departamentos de Defensa, Seguridad Nacional, Tesoro y Estado que traten a las redes de fentanilo ilícito bajo los mismos marcos legales y de inteligencia utilizados para armas químicas y amenazas de proliferación. Según CNN, la orden también autoriza una coordinación ampliada con instituciones financieras y gobiernos extranjeros vinculados a la fabricación o distribución de fentanilo ilícito.

Trump comparó repetidamente el fentanilo con armamento militar. “Ninguna bomba hace lo que esto está haciendo”, afirmó, diciendo que la droga mata entre 200.000 y 300.000 personas al año.

Los datos federales ofrecen una imagen distinta. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informaron unas 80.000 muertes por sobredosis en 2024, con aproximadamente 48.000 asociadas a opioides sintéticos, principalmente fentanilo, cifras citadas por la agencia AFP.

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Si bien el fentanilo sigue siendo el principal impulsor de las muertes por sobredosis en EE. UU., las cifras generales cayeron a su nivel más bajo en cinco años.

La orden ejecutiva se apoya en definiciones legales existentes que describen a las armas de destrucción masiva como herramientas capaces de causar la muerte mediante químicos tóxicos. Al colocar explícitamente al fentanilo en esa categoría, la administración abre la puerta a autoridades de cumplimiento extraordinarias, incluyendo el posible uso de recursos militares para asistir a las fuerzas del orden civiles bajo disposiciones poco utilizadas del derecho estadounidense. Como señala The Independent, aún no está claro si dichas autoridades pueden aplicarse al tráfico de drogas, aunque la clasificación misma podría invitar a interpretaciones más amplias.

El movimiento también endurece la postura de política exterior de la administración. Trump ha acusado a gobiernos extranjeros y a organizaciones criminales transnacionales de enviar deliberadamente fentanilo a EEUU. El lunes, sugirió que naciones adversarias estaban enviando la droga “para matar estadounidenses”, enmarcando el tráfico como un acto más cercano a la guerra que al comercio.

Ese encuadre no es nuevo.

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High Times analizó previamente cómo una lógica similar ha moldeado la política estadounidense más allá de sus fronteras. En noviembre, informaron sobre ataques con misiles de la marina estadounidense contra pequeñas embarcaciones frente a las costas de Venezuela y Colombia, operaciones que la administración justificó como acciones contra el narcotráfico, pero que los críticos describieron como una peligrosa expansión del poder militar ejecutivo. Ese reporte subrayó una contradicción clave: el fentanilo, la sustancia que impulsa las muertes por sobredosis en EE. UU., no se trafica por mar desde Sudamérica. Es sintetizado en el extranjero y trasladado por tierra a través de México.

La misma tensión se ubica en el centro de la designación del fentanilo como ADM. Aunque la orden destaca los precursores químicos y las redes de fabricación ilícita, también incorpora la crisis de sobredosis a una narrativa geopolítica más amplia. Esta interpreta los flujos de droga como actos de intención hostil más que como el resultado predecible de la economía prohibicionista, la demanda global y las fallas regulatorias.

La orden no altera el estatus legal del fentanilo en entornos médicos. Trump reconoció que la droga sigue siendo “muy importante para la medicina, para la anestesia [y] varias otras cosas”, marcando una diferencia entre el uso farmacéutico legítimo y la producción ilícita.

Lo que cambia es el terreno legal y retórico.

Al clasificar al fentanilo como un arma de destrucción masiva, la administración se otorga mayor margen para incautar activos, presionar a sistemas financieros y justificar acciones internacionales agresivas bajo autoridades de seguridad nacional. También corre el riesgo de normalizar un marco de tiempo de guerra para la política de drogas, en el cual los poderes extraordinarios se vuelven más fáciles de invocar y más difíciles de revertir.

Si este enfoque reduce daños, aún es incierto. Lo que sí está claro es que la administración ya no habla de las drogas como un desafío de salud pública.

Habla de ellas como armas.

Vía High Times, traducido por El Planteo

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