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Los Clubes Cannábicos No Existen, Pero Existen: El Debate Sobre Cómo Llamar a las Organizaciones que Cultivan en Argentina

Argentina

Los Clubes Cannábicos No Existen, Pero Existen: El Debate Sobre Cómo Llamar a las Organizaciones que Cultivan en Argentina

Por Javier Hasse

Los Clubes Cannábicos No Existen, Pero Existen: El Debate Sobre Cómo Llamar a las Organizaciones que Cultivan en Argentina

✍ 26 May, 2025 - 18:21


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  • El término “club cannábico” no existe legalmente, pero se usa ampliamente en Argentina.
  • Algunos lo ven como identidad cultural, otros como un riesgo jurídico.
  • Abogados analizan el impacto de usar esa palabra en tiempos de control.

En Argentina, cientos de organizaciones cultivan cannabis medicinal de forma solidaria, acompañando a pacientes que, por distintos motivos, no pueden hacerlo por su cuenta. Jurídicamente, se trata de asociaciones civiles o fundaciones habilitadas por el Ministerio de Salud a través del REPROCANN. Pero en la práctica, muchas de estas agrupaciones se definen, y son definidas, como clubes cannábicos.

¿Está bien usar ese término? ¿Es legítimo? ¿Es un riesgo? ¿O simplemente un reflejo cultural de cómo los argentinos nombran las cosas?

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La pregunta, que parece menor, atraviesa temas mucho más grandes: acceso a la salud, identidad colectiva, política prohibicionista y estrategia jurídica. Para entender qué implica decir “club”, hablamos con abogados, referentes del sector y actores clave del ecosistema cannábico argentino.

¿Qué dice la ley? El término ‘club cannábico’ no existe, pero las organizaciones sí

Legalmente, la figura del “club cannábico” no existe en Argentina. Lo que sí contempla la normativa es la posibilidad de que asociaciones civiles y fundaciones sin fines de lucro cultiven cannabis medicinal para terceros, en el marco del REPROCANN (Registro del Programa de Cannabis).

Estas entidades deben cumplir una larga lista de requisitos formales: estar legalmente constituidas, designar un director médico con formación específica en cannabis, registrar sus domicilios de cultivo, presentar informes semestrales y garantizar el cumplimiento de las indicaciones médicas.

La reciente Resolución 1780/2025, publicada por el Ministerio de Salud, redefine el marco regulatorio del REPROCANN, endureciendo los controles sobre pacientes, cultivadores solidarios y organizaciones. Aunque introduce nuevas figuras como los proyectos de investigación científica, en ningún momento menciona ni reconoce la categoría de “club cannábico”.

Sin embargo, muchas organizaciones, e incluso sus miembros, pacientes y médicos, siguen utilizando el término “club” como una forma de nombrarse, comunicarse y reconocerse dentro de la comunidad. Y es justamente ahí donde empieza el debate: ¿decir “club cannábico” es un gesto cultural, una estrategia política o una fuente de problemas?

¿Existen legalmente los clubes cannábicos en Argentina?

No. Ninguna norma argentina reconoce la figura jurídica de los “clubes cannábicos”. Sin embargo, todos los abogados consultados coinciden en que eso no significa que no existan en la práctica.

Para el abogado Juan Palomino, se trata de “un nombre cultural, identitario”, que viene de una tradición ligada al activismo y a los modelos europeos, especialmente el español. “No cambia nada en términos legales”, dice. “En la mayoría de los casos, los clubes, las ONG y las asociaciones realizan la misma actividad”.

Desde la Federación de Clubes Cannábicos de Argentina (FECCA), su presidente Federico Sinagra coincide: “Los clubes no existen como figura jurídica, pero sí como práctica, como costumbre”. Según él, lo importante no es cómo se llaman, sino que cumplen una función concreta y necesaria dentro del acceso al cannabis medicinal.

La abogada Ivana Vigilante también lo aclara: “Lo que existe es la estructura jurídica detrás: una ONG, una asociación civil o una fundación. Pero en la práctica, la gente lo llama ‘club cannábico’ porque es el término que circula culturalmente”.

El abogado Piero Liebman, por su parte, va más allá: considera que los clubes cannábicos sí existen, aunque no en términos estrictamente legales. “Los clubes en Argentina existen, como existen los clubes de barrio, los clubes deportivos. Son una de las formas que el argentino elige para vincularse con el otro. El término trasciende el derecho”.

¿Está bien usar el término ‘club cannábico’?

Ahí es donde el consenso se rompe. Para algunos, el término “club” es una forma legítima de identificarse y resignificar una práctica colectiva. Para otros, su uso puede ser contraproducente, sobre todo frente a un Estado que aún mira con sospecha la cultura cannábica.

Palomino advierte que, si bien el nombre en sí no altera la legalidad de una organización, puede ser malinterpretado por el Estado: “Muchas veces el término ‘club cannábico’ suele estar vinculado a una mirada de que esto es recreativo o lúdico, cuando en la mayoría de los casos hacen lo mismo que una ONG o asociación civil”. En un contexto de demoras, restricciones y falta de altas en el REPROCANN, “cualquier cuestión puede ser usada en términos restrictivos para seguir poniendo frenos”.

Vigilante también muestra cautela: “No me parece problemático usarlo en sí, pero por motivos políticos y de seguridad recomendaría no utilizar el término ‘club cannábico’. Podría llevar a interpretaciones o investigaciones que nadie quiere, más allá de que marquetineramente pueda convenirle a algunas organizaciones”.

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En el otro extremo del debate están Sinagra y Liebman, quienes defienden el uso del término con convicción. Para Sinagra, cuestionar el uso de la palabra “club” es parte del problema: “Es identidad. Y no atenta contra ninguna visión legal; lo que atenta es pensar que lo identitario es ilegal. El acceso al cannabis como medicina surge del agrupamiento, de los saberes comunitarios. El concepto de club refleja eso”.

Liebman, por su parte, va incluso más lejos: “Bajo ningún punto de vista consideramos problemático el uso de la terminología ‘club cannábico’. Al contrario, la fomentamos. Es parte de nuestra cultura. El club es el sueño de un proyecto de vida”. Según él, resignificar la palabra club es una forma de elevar el nivel del debate y construir un modelo propio, regulado, argentino.

¿Decir ‘club cannábico’ puede traer consecuencias legales o políticas?

Aunque el término no aparece en la ley, sí aparece en la mirada del Estado. Y eso, para algunos de los abogados consultados, es motivo suficiente para tener cuidado.

Vigilante lo plantea con claridad: “Más allá del nombre que le den las partes, lo que importa es la realidad de los hechos. Pero el término ‘club’ puede ser malinterpretado. Por eso, por motivos políticos y también de seguridad, recomendaría no utilizarlo. No conviene dar lugar a interpretaciones o investigaciones que nadie quiere”.

Palomino coincide en parte: “Hoy cualquier palabra puede ser usada en términos restrictivos”. Según él, en el actual clima de sospecha institucional hacia el REPROCANN, el término “club” puede verse como un guiño a lo recreativo y ser aprovechado para poner obstáculos legales o burocráticos.

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En cambio, Sinagra rechaza esa lógica de autocensura: “Cuestionar la palabra ‘club’ es un problema en sí mismo. Es identidad. El acceso al cannabis medicinal no nació en un ministerio, nació en la cultura cannábica. Y esa cultura se agrupó, se organizó y se nombró”.

Liebman, sin negar la existencia de tensiones institucionales, prefiere apostar por una estrategia de formalización y apropiación positiva del término: “Nosotros fomentamos el uso del término ‘club cannábico’. Sí, recomendamos tener proyectos jurídicos sólidos detrás, con asociaciones bien constituidas. Pero no creemos que el problema sea cómo se llama. El problema sería negar lo que ya existe”.

Cuando nombrar también es una forma de lucha

El término “club cannábico” no figura en ninguna normativa, pero aparece con fuerza en los discursos, en la cultura y en la organización real del acceso al cannabis medicinal. Funcionarios como la ministra Patricia Bullrich han afirmado que el REPROCANN se desvirtuó, que hay “excesos” o “abusos”, y parte de esa narrativa se apoya en cómo se presentan y comunican estas agrupaciones.

Llamarse “club”, aunque sea legítimo desde lo cultural o comunitario, puede ser interpretado como algo recreativo por parte del Estado, incluso cuando detrás haya médicos, pacientes y marcos legales vigentes. Sin embargo, para muchas organizaciones, la palabra “club” representa un recorrido, una historia de agrupamiento solidario y una identidad construida frente a la ausencia (o demora) de reconocimiento estatal.

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Durante su presentación en C-Days 2025 en Barcelona, Natalia Kesselman, cofundadora de El Planteo, expuso con claridad cómo los distintos lenguajes del cannabis (el jurídico, el mediático, el científico y el activista) no son neutrales, y cómo las palabras que usamos pueden legitimar prácticas o reforzar estigmas, incluso sin cambios legales de por medio. Nombrar, según argumentó, es una forma de ejercer poder, de disputar sentido, y también de protegerse.

La discusión, entonces, no es solo jurídica. Es también simbólica, política y estratégica. Y quizás la pregunta clave no sea si está bien o mal usar esa palabra, sino si el sector está preparado para dar esa discusión sin miedo, con inteligencia, y entendiendo que en el cannabis, como en toda causa atravesada por disputas de poder, el lenguaje también es territorio en disputa.

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ACERCA DEL AUTOR

Javier Hasse es un periodista experimentado con más de una década de experiencia enfocado en cannabis, cáñamo, CBD y psicodélicos. Escribe para Forbes desde 2019 y actualmente se desempeña como jefe de contenido en Benzinga y CEO del sitio de noticias en español El Planteo, el cual cofundó. Su trabajo ha aparecido en importantes medios como CNN, Rolling Stone, MarketWatch, Playboy, Chicago Tribune, CNBC, Yahoo Finance y Entrepreneur Magazine. Su primer libro, Start Your Own Cannabis Business, fue un bestseller #1 en Amazon, y su último libro, A Guide to Medical Cannabis: Your Roadmap to Understanding and Using Cannabis and CBD for Health, fue lanzado en noviembre de 2024 a través de Sheldon Press de Hachette Publishing.

Nombrado entre las 100 personas más influyentes del cannabis según High Times, Javier también ha aparecido en varias otras listas prestigiosas y ha recibido numerosos premios por su reporteo de impacto. Es miembro del Rolling Stone Culture Council y un rapero que ha llegado a los charts de Billboard. Sigue a Javier para una cobertura continua de las tendencias globales en cannabis, CBD, psicodélicos y bienestar.

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