Hablamos con José María Di Bello de VIH y Marihuana
“La marihuana me permitió tolerar el tratamiento y que pudiera seguir adelante”, confiesa Jose María Di Bello, activista LGBTIQ+ y gran militante de la visibilización del VIH y sida.
Hace más de 25 años, le activista se enteró que era VIH positivo y empezó con el tratamiento. En ese momento, tenía que tomar 27 pastillas repartidas en un día cada dos horas. Esas drogas hacían que José no pudiera levantarse de la cama, que estuviera con descompostura y que tuviera muchísimas nauseas y vómitos.
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Afortunadamente, encontró una herramienta para lidiar con varios de sus síntomas: el cannabis. Así, Di Bello siempre se mostró a favor de la legalización del uso medicinal y recreativo de la marihuana, porque vivió sus beneficios en carne propia.
“La marihuana hizo la diferencia, porque me permitió consumir y tener algo en el estómago, porque no podía pensar en la comida. El cannabis es antiemético y me generaba apetito. Esa fue la manera que tuve para alimentarme y era fundamental porque el tratamiento lo tenía que seguir porque era lo que me salvaba la vida”, admite Di Bello.
En la actualidad, el VIH se trata de una manera muy distinta: con un solo comprimido por día -y de por vida- ya alcanza para poder ser una persona con VIH indetectable.
Si se mantiene el tratamiento de forma crónica, se puede “reducir el potencial de la transmisión a nivel social” por el escaso nivel de carga viral. Así, “el método por el cual se mide (la carga viral) no llega a detectarlo”.
“Eso no quiere decir que el virus se haya negativizado, porque eso significa que une no tiene más el VIH. Queda en algunos reservorios mínimos del sistema linfático pero no está circulando en sangre y en nuestros fluidos”, explica José.
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El 1 de diciembre es el Día Mundial del VIH y el sida en conmemoración al primer caso de SIDA, diagnosticado en este día en 1981. Desde entonces, la etapa avanzada de la infección del virus se ha cobrado la vida de más de 25 millones de personas en todo el planeta, convirtiéndolo en una de las epidemias más demoledoras de la historia registrada.
Por eso, para prevenir muertes y mejorar la calidad de vida de les pacientes, hay que seguir informando. Sólo así podremos desarrollar en la sociedad una cultura de solidaridad, respeto y prevención.
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