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Cultura

Jorge Schussheim No Murió, Sólo Está Muerto

Por Natalia Kesselman

Jorge Schussheim No Murió, Sólo Está Muerto

✍ 17 July, 2020 - 14:12


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No importa lo que diga el médico, ni que el corazón haya cesado su bom-bóm bom-bóm bom-bóm, ni que vayan a cremarlo mañana, con sólo tres personas presentes: Jorge Schussheim no murió. Nunca alguien que ha dado tanto a la sociedad, alguien tan rebelde, tan piantado, y tan gracioso podría morir.

Escribo esto mientras espero que Lía (Jelin) atienda el teléfono, pero obviamente está ocupada con miles de burocracias insoportables, mezcladas también con mensajes de amor. En el interín, imagino cómo sería un velorio digno de Jorge Schussheim, y la imagen que se me presenta es algo así como un “Buscando a Wally”, con el s*rete de Wally escondido en el cajón… Tan Wally. Tan Jorge.

Me rehuso a llorar; no tengo un solo recuerdo triste de Jorge Schussheim.

Ojo, tampoco voy a venderles que era un tipo perfecto ni mucho menos, eso sería una mentira del tamaño de su panza, o de su risa, pero eso yo no lo viví. Y, por suerte, tampoco es lo que queda. Lo que queda es lo que cuenta: el humor.

Sí que es una gran pérdida, tanto para quienes lo conocíamos y queríamos como para quienes lo admiraban de lejos desde hace más de cinco décadas. También es una c*gada que no pueda recibir la despedida que merece por culpa de esta pandemia de mi*rda… ¡Pero cuán gracioso le parecería a él!

No es que nos viésemos todos los días ni todas las semanas, o todos los meses siquiera, pero cuántos Rosh Hashanah, cuántos Pésaj, cuántos recuerdos acumulados desde la infancia hasta hoy. Y el factor común es uno: c*garse de risa sin parar.

Sería pretencioso de mi parte escribir un panegírico mersa y meloso porque sé que le parecería una grasada garrafal. Además, no son mis palabras las que cuentan hoy, sino las suyas. Es por eso que simplemente vengo a dejarles un séder de Pésaj que dio en su restaurant Mamá Europa, allá por el año 2009, y que marcó sin duda el curso de mi sentido del humor.

Sin más vueltas, damas y caballeros… Sorje Jusscheim:

Un Seder Pots-Moderno.

Cuando Bérale (pronúnciese Bernie) Schavelzon llegó esa tarde a su shtíbale (pronúnciese dúplex), antes de introducir la llave en la cerradura tocó con unción la mezuzah (pequeño tubo que se coloca en el marco de las puertas de las casas judías pots-modernas y que suele contener las instrucciones resumidas para operar el Movicom del propietario) y llevó la mano a su boca.

Adentro, el clima era festivo.

Su mujer Cecilia (pronúnciese Jessica) ya había tendido el mantel blanco y preparado la cassetera con un video especial sobre deportes acuáticos (“The Sinai Boys and the Red Sea Surfers”).

Bérale (perdón: Bernie) saludó cariñosamente a su primogénito Sami (pronúnciese Gonzalo) y a su pequeña hija Esther (pronúnciese Romina), se encasquetó su yarmulke (gorra que suele usarse con la visera para atrás) y se dispuso a celebrar Pésaj (pronúnciese “pizza”, pero como aspirando).

Tomó su notebook, puso en pantalla el directorio correspondiente y recuperó el documento “C:\file\hagadá”.

Acto seguido y sin que Gonzalo se diera cuenta, escondió las galletas macrobióticas de arroz (pronúnciese matze) en el afikonim (pronúnciese portafolios).

Y comenzó el relato.

BERNIE: -Y fue que hubo un tiempo en que los judíos teníamos que trabajar full-time en Egipto, que es ese lugar adonde estuvimos el anteaño pasado, antes del tour por Italia y después del crucero por el Mediterráneo.

Y tan duro era el pan de la pobreza y tan pésimas las prestaciones de la obra social, que Moisés (pronúnciese Moe), le dijo al faraón: “…deja a mi pueblo salir, o, por lo menos, ir por quince días a Punta del Este… ¡Gonzalo!, ¡Dejá de comerte esos huevos duros con el jamón crudo y hacé las fir kashes!

GONZALO: -má nishtana halaila hazé… (Nota del Autor. Este texto seguirá en castellano para los que no hablan francés) … ¿Por qué las demás noches comemos baguettes y esta noche sólo este pedazo de cartulina?

¿Por qué las demás noches la shikse hace ratatouille y esta noche ensalada de radicheta?

¿Por qué esta noche no tenemos salsa de soja en la mesa?

¿Por qué esta noche comemos tan tirados para atrás que ni vemos la comida? Y ya que estamos, ¿a esto le llaman comida?

BERNIE: -…y dijo Jehová (Joe): …Y he visto la aflicción y el dolor de mi pueblo y he descendido para liberarlos de las manos de los egipcios y los conduciré a una tierra donde manan arroyos de leche cultivada con jugo de kiwi. Y los judíos comenzaron a hacer aerobismo detrás de Moisés por el desierto hasta que fue que hubo que llegaron a las orillas del Mar Rojo, muy cerca del Shopping Center de Eilat.

Y allí Moisés llamó a su Asistente de Producción y le pidió los botes neumáticos. Y el Asistente le replicó que por un problema de logística habían quedado en el Hilton de El Cairo.

Y ocurrió que Moisés, con la ira reflejada en su cara, le enrostró:

“¿Y ahora qué se supone que haga? ¿Que golpee con mi báculo tres veces en el suelo y que el Mar Rojo se abra y que cuando hayamos pasado y los egipcios estén en el medio se cierre nuevamente y que se ahoguen?”.

Y el Encargado de Prensa, que se encontraba a su lado, le dijo: “Jefe, si usted consigue eso, le garantizo no menos de dos páginas en el Antiguo Testamento”.

Y el Jordán, por no ser menos, también retrocedió y su lecho quedó seco igual que el Abra Vieja el domingo cuando volvíamos a la guardería y cuando las aguas regresaron los egipcios se ahogaron y los coreanos perdieron el 30% del mercado y los judíos se instalaron en Israel,  menos Moisés que era inteligente y abrió un negocio de báculos y cámaras Minolta en Flagler Street, adonde hay tantos judíos como en Israel, pero con aire acondicionado. Y eso fue más o menos lo que pasó y ahora podemos comer el pollo…

Y pensando que el cuento había terminado, Jessica, Romina y Gonzalo se dispusieron a cenar.

Pero en ese preciso instante, Bernie, con su mirada súbitamente perdida y como si recordara algo olvidado desde hacía mucho tiempo, comenzó a susurrar, mientras servía vino en una copa que nadie sabía cómo había llegado a la mesa: -Eliahu hanavi, Eliahu hatishbi, Eliahu haguiladí bimeirá iavo eileinu im moshíaj Ben David… Leshaná habahá birushalaim…

Y Bérale, Cecilia, Sami y Esther (ahora sí pronúnciense sus verdaderos nombres), como si los zeides y las bobes a los que ni siquiera conocieron estuvieran presentes, y sin saber hablar ni una sola palabra en hebreo, comprendieron sin entender, retrocedieron decenas, cientos, miles de años en el tiempo y por un breve momento se reunieron con su vieja y distante verdadera identidad.

Unas últimas palabras y me callo

Juro que es lo último, y sigo con lo mío.

“Que descanses en paz”, dice la gente… Créanme, si hay algo que nunca conoció Jorge Schussheim fue la paz. El bar La Paz en avenida Corrientes, seguro, pero LA paz, nunca. Por eso cierro mi torpe homenaje deseándole al tío Jorge lo único que se merece a la hora de partir:

MAH QUÉ PAZ NI QUÉ PAZ: ¡QUE DESCANSES EN RISA!

Hasta siempre, Comediante.

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ACERCA DEL AUTOR

Natalia es Editora Ejecutiva, redactora, y parte del Alma Mater de El Planteo.

Tiene un título de Diseño de Indumentaria de la UBA, una carrera en joyería contemporánea, y es fabricante de cuchillos de lujo.