El Imperio Cannábico que Nació de una Bancarrota: La Historia Real de Blimburn Seeds
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- Blimburn nació de una amistad escolar y se convirtió en una marca global de semillas.
- A pesar de una bancarrota, Sergio y su equipo se reinventaron y hoy venden en todo el mundo.
- La clave: honestidad, empatía y foco en el autocultivo.
La historia de Blimburn no brotó de un laboratorio ni de un plan maestro. Surgió entre chavales que compartían pupitre en Barcelona. Sergio, Sergi J, Jordi y Mario pateaban los mismos balones y soñaban sin saber que un día iban a montar algo juntos. Después llegó María, pareja de Sergio y fuerza vital del proyecto. Y entre todos, sin manual y con muchas ganas, hicieron florecer una marca de semillas que hoy viaja por todo el mundo.
Así nació Blimburn Seeds. Entre amigos, porros, bancarrotas, ferias, entregas en coche y una obsesión: que cultivar en casa no fuera un lujo, sino un acto de orgullo cotidiano.
Entre dos tipos de carpas
“Con Sergi empezamos a los 17 vendiendo cosas para camping: linternas, carpas, mochilas… ironías del destino, ¿no? Empezamos con toldos y terminamos rodeados de flores. Pero ya teníamos ese gusanillo por montar algo”, dice Sergio, con ese tono tranquilo y directo que lo acompaña. En 2002, el giro fue inevitable: empezó a vender productos para el cultivo. Y claro, para vender, había que probar. Así se metió en el mundo del grow.
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Nunca cruzaron la línea. “Las semillas no tienen THC. Siempre estuvimos del lado legal”, aclara. Aunque una vez, cuenta entre risas, se comió un susto: “En una Cannabis Cup del 2004, volvía a casa con una bolsa llena de muestras para repartir entre los jueces. Me paró la poli en un control de alcoholemia. Por suerte llevaba una máquina de ozono en el coche. Mano de santo. Me dejaron seguir como si nada. Ni se enteraron que llevaba medio jurado de la copa en el maletero”.
El origen Blimburn: amigos, ideas y una camiseta quemada
Corría el 2009. Sergio ya abastecía a varias marcas con semillas, pero sentía que era hora de hacer algo propio. Se juntó con socios y nació Blimburn. El nombre lo propuso un diseñador: “Es slang británico para el agujero que te queda en la ropa cuando se te cae una brasa del porro”. Y sí, todos tenemos una camiseta quemada que lo confirma.
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Arrancaron con 8 variedades. Hoy tienen más de mil. “Nunca imaginamos que íbamos a vender más en Estados Unidos que en Europa. Pero pasó. Y fue brutal”.
No todo fue de manual. Sergio quebró con su empresa anterior, Green Guide Europe. Perdió la casa. “Pero seguimos. Creamos BBG Projects, apostamos por Blimburn, dejamos de lado lo que no funcionaba y nos centramos en exportar, en el white label, en el dropshipping. A empezar otra vez”.
Todas las semillas se parecen. Hasta que las cultivas.
“Lo que nos diferencia es que no mentimos. Trabajamos, escuchamos y cumplimos”, dice. Blimburn no es solo un banco de semillas: es un engranaje que mezcla logística, e-commerce, marketing y una red de productores de élite.
“Las semillas se ven iguales. Pero no sabes lo que tienes hasta que la plantas. Por eso lo más importante es la confianza. La que tenemos con nuestros cultivadores y la que los clientes nos tienen a nosotros”.
Orgulloso, resalta el trabajo para mantener plantas madre durante años. Pero lo que más valora es la parte humana. El vínculo. El pacto tácito de cuidarse entre todos. En Blimburn no solo cultivamos genéticas, cultivamos confianza.
María, el alma que hace que todo funcione
“El secreto es sencillo: no ser codicioso. Pensar en los demás. Tener empatía. Y estar en las malas, no solo en las buenas”, suelta Sergio. El núcleo de Blimburn sigue siendo el mismo: cuatro amigos del cole y María, su esposa, que es el corazón operativo. “Mientras nosotros hacemos relaciones, ella hace que todo funcione como un reloj suizo con alma catalana”.
Las diferencias se discuten, se cocinan con tiempo, y cada quien gestiona su parte. “La confianza lo es TODO”, repite, tajante.
Lo que viene: lifestyle y resistencia
Blimburn no quiere ser solo un banco de semillas. “En cinco años, queremos que Blimburn sea una marca de estilo de vida”, dice Sergio. Pero sin perder el eje: el autocultivo como forma de autonomía.
Y para los que quieren emprender: “Si vienes a esta industria a colocarte todo el día, olvídalo. El cannabis ya es mainstream. Toca trabajar como en cualquier otro sector. Y luego sí, te fumas uno. No por costumbre, por victoria.”
Fotos cortesía de Blimburn Seeds. En la portada: Sergio, Sergi y Mario.
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