Tecnologías Obsoletas y Cultura Regenerativa: Conocé a Maia Koenig, la Artista que Hace Música con Game Boy, Atari 2600 y Commodore 64
Para explicar lo que hace Maia Koenig hay que detenerse sobre un concepto llamado circuit bending y, a partir de ahí, hacer una pedagogía mínima. Formalmente, “circuit bending” son cortocircuitos experimentales con juguetes y tecnologías obsoletas.
Se trata de una personalización creativa y azarosa de los circuitos que están dentro de dispositivos electrónicos que generan, digamos, “nuevos instrumentos musicales”. En criollo y más facilito, lo que hace Maia es música con viejas consolas de videojuegos: Game Boy, Coleco Vision, Atari 2600 y Commodore 64.
¿¡Qué!? Sí, no les pegó el churro: leyeron bien.
Chip es revolución
Hace 15 años, esta multiartista experimental tocaba en una banda llamada Mielcitas Trash Me y, ahí, llevaba al límite el uso de los instrumentos. “El noise se apoderaba de una escena y de mi esencia”, recuerda la chubutense.
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Así, armando sus propios aparatos sonoros e hinchándose de electricidad a través del circuit bending, se metió de lleno al mundo low-fi y su cuerpo –también- entró en cortocircuito: “Los chips únicos que traen las primeras consolas de videojuegos fueron –sin duda- la revolución punk del momento”.
Nombres como Coleco Music, Cinematronic y Blipblop fueron metiéndose en su vida y, con este envión, la movida nerd del chiptune (música sintetizada en tiempo real por el chip de una videoconsola) fue apoderándose de su deseo.
—¿Cómo es el proceso para hacer música con una Nintendo Game Boy? ¿Podrías explicarlo un poco?
—Lleva un cartucho especial que tiene una entrada/salida mini USB. Es un cartucho virgen. Adentro le podés meter jueguitos o lo que sea. Johan Kotlinsky inventó el Little Sound DJ, un tracker hexadecimal de 4 canales que hacen que puedas programar notas y ritmos.
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—¿Y con Atari 2600 y Commodore 64?
—También tiene que ver con los cartuchos, que es ahí donde están las herramientas para hacer sonoridades. Se logran cosas muy zarpadas con los sonidos que tienen los microchips de estas máquinas.
El reciclaje como bandera a la victoria
Hay algo lúdico, hay algo de nostalgia y hay algo en la noción de coleccionismo. Y hay, también, algo que rebota en el hipotálamo y genera una especie de confort: unos sonidos “conocidos” pero presentados de una forma auténtica, de factura manual y muchísimo más caótica.
“Me gusta pensar en el reciclaje y en la reutilización como bandera ante un mundo en llamas. El arte bonito es aburrido y ya lo hicieron. Me parece que en la actualidad hay que pensar en un futuro posible. Y para eso es imprescindible la cultura regenerativa”, asegura Koenig.
Esquivando el abrazo de la era digital, de los sonidos limpios y de la máxima resolución, los sonidos chispeantes creados con las retroconsolas tienen su propia personalidad. Y Maia, cuando quiere moverse de mood, cambia el cartucho y se pone a jugar: la versatilidad, lo artesanal y lo tecnológico encuentran su cauce al unísono.
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“No me identifico mucho con el típico sonido de jueguitos, me gusta llevar el Game Boy a otro nivel, a buscar, más no sólo a entretener. Quiero causar algo, transmitir y no complacer”, aclara. Aún así, ¿tiene una banda sonora fichinera favorita? “Sí, la del Tetris”.
Lo suyo es una especie de lutheria experimental, un oficio de hacker de hardwares pero, también, en su desempeño, comprime mañas de hacker de mentes.
Comunidad chip tune argentina: ¿sí o no?
Maia consigue las consolas por Internet, por descarte y por regalos. Siempre está el típico amigo que le dice que tiene “una consola de antes”, que su mamá se la guardo en el altillo y que, en efecto, se la va a pedir para regalársela. Qué suerte la de Maia, ¿no? ¡Quién pudiera!
“También suelo obtener consolas de lugares de descarte de electrónicos como Recitrónica en Trelew, Chubut”, suma.
A la sazón, Maia dice que no, que no hay una escena del chip tune argentina porque “hoy hay mucha lucha de egos y eso hace que estemos todes disperses tejiendo bits por separado”.
Sin embargo, cree que sí, que sí hay una comunidad de coleccionistas nerds que “se pasan data y cosas que yo no sé, como la historia de cada cosa”.
Identidad cyborg
Por estos días, Maia Koenig, está involucrada en el diseño sonoro para el metaverso Fauna Brava, un proyecto de Romina Palma. Y, además, está trabajando en diversos proyectos culturales basados en la conciencia ambiental y del territorio.
Y, obviamente, también se despacha con algunos shows en vivo.
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En rigor, ¿cómo serán los shows en vivo de una artista que hace música con consolas de videojuegos? Durante sus shows se viven instancias performáticas, impulsivas y llenas de sorpresas. Por momentos hay trances bailables y, por otros, un ruido extremo, apocalíptico y crudo.
“Suele haber una mesa llena de cables, aparatos poco vistos: algunos cotidianos, otros monstruos experimentales. Mi cuerpo y el Game Boy siendo unx con un cable entrelazado en las estrellas pleyadianas”, concluye.
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