Un Picador y Armador Eléctrico Se Convierte en Furor Entre los Jóvenes Argentinos: ¿Quién Está Detrás de MemeAros?
“Que yo sepa, es el primero de Argentina”, asegura el diseñador industrial Juan Manuel Rodríguez Sambade, un joven de 30 años que desarrolló un novedoso armador y picador eléctrico. “Internacional sí, hay varios, pero son más caros”, aclara Juan, responsable de MemeAros, emprendimiento de diseño 3D que viene despachándose con creativos inventos 420.
Su historia profesional comenzó en un estudio de diseño en el que se dedicaban al Point of Purchase. En criollo, laburaban en puntos de compra o, más preciso, en esas partes de las tiendas en las que los clientes interactúan con productos.
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Sin embargo, la crisis económica y la devaluación que vivió el país durante el gobierno de Mauricio Macri incidieron directamente en su trabajo. “Empezó a ir todo mal y nos terminaron echando”, recuerda.
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La historia de MemeAros
En ese ínterin, Juan se acercó al show room de ropa friqui de su prima, un local cerca de la galería Bond Street, y sumó a su catálogo unos accesorios inspirados en memes.
¿Cómo? Lo explica Juan: “Estaba al pedo, sin laburo y sin guita. Estaban de moda los memes y yo tenía impresoras 3D que me habían quedado de la época de la facultad. Entonces, me puse a hacer aritos de memes, todo desde el desconocimiento y terminaron pegándola”.
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“Siempre había laburado para otra gente y me entusiasmaba la idea de tener mi propio laburo y manejar mi tiempo”, confiesa.
Sin demasiada expectativa, MemeAros, su proyecto, empezó a crecer, a generar su propia clientela, a construir una identidad singular.
El origen de los productos 420
Con ese envión, se tentó y diseñó unos aritos que también funcionaban como portaporros. “Ese modelo explotó. Para mis estándares, que no soy Coca Cola, explotó”, cuenta.
“El porro le gusta a la gente. Hay una necesidad y todavía no hay tanto mercado”, continúa.
Así las cosas, comenzó a meterse en el mundo de los productos funcionales, aquellos que tienen algún reverso amén de ser meramente accesorios. “Soy muy fanático de la marca Cogonauts, de la forma que manejan las redes, de cómo comunican, de sus productos. Me parece hermoso. Me quería meter un poco en eso”, confiesa.
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De esta manera creó la línea F.450 (dice “faso”, leé bien) y su siguiente invención fue un llavero para enrolar y picar. Una especie de Victorinox porrística.
“Soy pésimo armando. Nunca supe hacerlo. Ni siquiera con esas cajitas de metal que las cerrás y te sale el porro armado. Ni eso sé usar. Por eso, diseñé esto para hacer algo que no me sale, algo en lo que soy malo”.
Invenciones do it yourself
Y tras dos meses de desarrollo de producto, los publicó a la venta y, una vez más, la cosa se salió de control. “Mandé para toda Argentina”, se enorgullece el diseñador egresado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Con este nuevo escenario, Juan frenó la producción de aritos y se metió en el desarrollo de productos 420. “Me imagino a alguien armando un porro en su casa con algo que inventé yo en la mía y me vuelve loco”.
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Por estos días, se viene luciendo con unos encendedores con mecha de cáñamo y con el famoso picador eléctrico. “Arriba tiene un cono enrolador, le ponés un filtro. Después viene con un palito, para cuando lo tenés picado y lo vas empujando. También tiene una boquilla para que no se te escape el porro”, comenta Rodríguez Sambade.
“Siempre en la lógica del que no sabe armar”.
Por lo demás, todo lo que hace MemeAros consiste en diseños originales a partir de archivos fatto in casa e, incluso, impresos en el living de su hogar.
Y después de tres años de llevar adelante su propio proyecto, Juan se debate entre expandirse o quedarse en el molde. En sus palabras: “Me alcanza para vivir con lo que hago, pero, por otro lado, digo ‘el orden natural es expandirse’. ¿Tengo ganas de eso? Estoy en esa lucha”.
Productos funcionales y deseables
Entretanto, se asume a sí mismo como un “anti-consumidor de porro” porque “fuma poco” y “no sabe fumar en situaciones sociales”. En su caso, suele hacerlo antes de ir a dormir o antes de darle “play” a una película (“Soy un fumador sedentario”) y asume no saber nada de cannabinoides, terpenos ni cultivos. “Hago productos para ese público que quiere un juguete”.
“Son productos funcionales y deseables. Los usan mucho de regalo. Apunto a ese lado. En la facultad nos decían que no teníamos que diseñar para nosotros mismos. Y, acá, yo soy mi propio usuario: diseño para mí”.
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Y si bien maneja algunas ideas para nuevos productos, todavía no bajó a tierra ninguna concreta. Y aclara: “Tampoco sé si me quiero casar con el mundo del porro. Me interesa más generar productos originales. Y si un día por ahí me pinta hacer un reloj, lo hago”.
A su vez, en su cuenta de Instagram logró generar una especie de comunidad con la que comparte intereses, miradas y chistes internos. Debido a sus inicios vinculados expresamente a los aros, arrancó con un público de un 97% de mujeres y ahora, con las nuevas invenciones, ese porcentaje fue variando. “A la mayoría le gusta lo que hago”, celebra.
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