Un Toque de Alivio: La Fascinante Vida de Joren Withley, el Quiropráctico de Animales
La jirafa se retuerce del dolor. Un problema en sus mandíbulas le impide comer sin padecerlo. El hombre, que está ahí para ayudar, busca el punto indicado: la aprieta, la dobla, le ajusta vaya a saber qué cosa de su cuello. Trak, trak. Como si fuese una película de Disney, a la jirafa se le ablanda la expresión y le da, a su modo, una especie de agradecimiento. Esa gratitud es real, traspasa la pantalla.
Parece Disney, sí, está bien, pero está lejos de serlo: lo que acaba de hacer Joren Whitley es literalmente implementar unos movimientos quiroprácticos paliativos del dolor porque él es, en efecto, un quiropráctico especializado en animales.
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Recibido en la Universidad Parker, en Dallas, Texas, el célebre Whitley estudió durante años para ser quiropráctico humano y animal. “Me di cuenta de que podía ser la voz de los animales y ayudarles a vivir mejor sin tener que tomar medicación para el dolor ni tener que operarlos o someterlos a eutanasia”, le cuenta a El Planteo el quiropráctico de animales más famoso de Internet.
Movilidad restaurada
De oficio singular, Whitley descubrió que podía dedicarse a ser quiropráctico de animales durante sus años universitarios, entre fotocopias y resaltadores. “Sabía que a través de mi trabajo con los animales era capaz de mostrarle a los humanos que el cuidado quiropráctico realmente funciona en los animales, y que si puede funcionar para ellos también podría ayudar a las personas”, recuerda.
“Si puedo ayudar a un perro a caminar de nuevo, los humanos también pueden tener la esperanza de que la quiropráctica puede ayudarles”, insiste.
En lo formal, la técnica de Whitley reside en buscar áreas de la columna vertebral que no se están moviendo en rangos normales y restaurarles el movimiento usando sus manos. Trak, trak.
Dr. Dolittle en la vida real
Y entre los bichos que atiende se encuentran –usualmente- animales domésticos, como perros, gatos, caballos, cerdos, ovejas, cabras y demás. Asimismo, realiza consultas exclusivas con animales más grandes y exóticos, como por ejemplo con jirafas.
Ahora bien, ¿cuál es el animal más raro que atendió alguna vez? “Las jirafas son bastante raras, además son una especie amenazada. Pero el animal más raro que ayudé creo que fue un gato-oso”.
En su CV, un tendal de huesos tronados de todo tipo de animalejos y un foco especial en las espaldas de los peludos domésticos, esos que saltan todo el tiempo entre camas y sofás. “Imaginen esto: sería como saltar desde el tejado de nuestra casa una y otra vez durante todos los días. ¿Cómo quedarían esas espaldas?”, tira.
Un éxito viral
Comenzó en las redes sociales en el año 2020 y, enseguida, sus videos comenzaron a compartirse por todos lados y su contador de seguidores no paró de inflarse. Hoy, en su Instagram levanta unos 132.000 followers. “Mi primer video viral fue uno en el que salgo trabajando con un caballo. Antes, la gente no se daba cuenta de que existía la quiropráctica para animales”, señala.
En ese sentido, con el éxito consumado, la mayoría de sus videos superan con creces las 50 millones de visitas. “No sabría decir cuál es mi video más popular”. Por caso, a pesar de su especificidad, las consultas con Whitley no son particularmente caras. Dice: “Mi examen para animales sólo cuesta unos USD 65”.
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No obstante, para atender a este tipo de pacientes, el doc debe superar algunos escollos. Después atravesar el umbral de los prejuicios (“Les muestro un mundo de ayuda a personas y animales que nunca habían visto”), al quiropráctico también le toca lidiar con algunos animales más bravos, más chúcaros, más ariscos.
“Para mí, el ganado y los toros son los más difíciles de tratar. No porque sean peligrosos, sino porque no están tan domesticados como otros animales con los que trabajo”. Es decir, vamos a ponerlo así, una vaca adolorida le cuesta a Whitley muchísimo más trabajo que una jirafa de 5 metros de altura.
La quiropráctica como última esperanza
Al trabajar con dolor, la conversación se estira hasta un límite profundamente intestino: se habla, a la sazón, de “muerte digna”. Whitley nombra a la “eutanasia”, le pone nombre y apellido, y sabe que, esencialmente, es un tema inherente a la medicina veterinaria.
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Y que la mayoría de sus pacientes acuden a sus manos como último recurso antes de practicarla. Es que, en definitiva, el trabajo del quiropráctico contribuye a mejorar la calidad de vida de sus pacientes y evitar cualquier tipo de decisión más drástica.
“A veces no podemos hacer mucho y, en última instancia, la eutanasia se convierte en el mejor curso de acción para las lesiones que pueda haber sufrido el animal. Pero esa recomendación no se da muy a menudo, ni tampoco viene de la nada, sin una extensa reflexión en conjunto”. Trak, trak.
Fotos por James Barrett
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