Ser Adolescente en Medio de una Pandemia Mundial

Este año ha traído algunos de los eventos más impredecibles y desafiantes que la mayoría de nosotrxs ha visto. Como adolescente, la pandemia del coronavirus ha interrumpido completamente mi vida.

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Lxs adolescentes están en una posición única, en la que se espera que tomemos decisiones adultas, pero rara vez somos tratados como adultxs. Nos han dicho que dejemos de ver a nuestras parejas para proteger a nuestrxs abuelxs, y que dejemos los trabajos que hacíamos para ahorrar dinero para la universidad. Esto ha puesto a mucha gente de mi edad en una posición estresante. Por un lado, como menores no tenemos otra opción que hacer lo que se nos dice. Por otro lado, ¿cómo se supone que le digamos a nuestros padres que la tía Sara no debería venir a visitarnos el Día de la Madre después de trabajar un turno de 12 horas en un supermercado? Eso sería maleducado.

También ha sido difícil saber cómo equilibrar la seguridad y el disfrute en general. Algunxs de mis amigxs se están comportando con extrema cautela, e insisten en que si pasamos el rato se sigan todas las reglas de distanciamiento social. Mientras tanto, otrxs están hartxs y a punto de ponerse a abrazar a todo el mundo otra vez. ¿Dónde pones ese límite?

Además, nuestras pérdidas y experiencias son a menudo menospreciadas por lxs adultxs, que nos dicen que “miremos el panorama completo”. Lxs graduadxs del 2020 están actualmente de duelo por la pérdida de sus fiestas de graduación, y posiblemente sus primeros semestres en la universidad. Y con eso, hay comentarios como “al menos no te estás muriendo” y “algunas personas la están pasando mucho peor”.

Si bien eso es cierto, minimizar la pérdida de importantes experiencias de ser adolescente comparándolas con el número de muertes de la pandemia no nos hace sentir exactamente mejor. Todxs lo estamos afrontando de forma diferente, y que nos digan “manéjalo” es muy perjudicial para nuestro proceso de duelo. No debería esperarse que el mismo avance a un ritmo determinado. Nunca podremos recuperar estos años, y dentro de una década puede que ni siquiera siga hablando con mis amigxs actuales. Quiero esta oportunidad de disfrutar de su amistad mientras pueda, y me duele saber que estoy perdiendo ese tiempo con ellxs.

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Otro factor que realmente me preocupa es el bienestar mental de mi generación en este momento. La salud mental de lxs adolescentes es tan frágil, incluso cuando el mundo funciona con normalidad. Estudios recientes muestran que entre el 20 y el 30% de lxs adolescentes luchan contra la depresión, y alrededor del 10% tienen un trastorno de ansiedad. Ser incapaz de ver a tus amigxs y hacer las cosas que disfrutas es frustrante a cualquier edad, pero para muchxs estudiantes de secundaria, esas cosas eran nuestro único alivio. No todxs tienen padres a los que puedan acudir con sus necesidades de salud mental, y nuestros problemas a menudo se dejan sin tratar porque, siendo menores de edad, no podemos buscar atención por nuestra cuenta.

Ahora que muchxs de nosotrxs somos incapaces de hacer las cosas que amamos, es más difícil que nunca mantenernos positivxs. Tengo la suerte de tener una familia acomodada, pero incluso mi casa ha tenido más problemas financieros de los que estamos acostumbrados. Mis dos padres están sin trabajo ahora mismo, y muchxs de mis compañerxs de clase también se enfrentan a este problema. Aunque no es una situación ideal, también sé que hay niñxs en comunidades menos afortunadas que, si ambxs padres dejaran de trabajar, no podrían comer esa semana.

Sorprendentemente, el aprendizaje por internet me ha ayudado en cierto modo. Estaba terminando mi tercer año de secundaria cuando las escuelas públicas cerraron en Michigan, lo cual es muy importante desde el punto de vista académico. Con la escuela por internet, es mucho más difícil arruinar mi promedio, y muchas universidades están eliminando el requisito del SAT/ACT para mi año. Esto me quita un montón de estrés de los hombros, y ahora las escuelas a las que me presento podrán ver mi currículum vitae por mí y mi ética de trabajo, en lugar de mi capacidad para rendir un examen estandarizado específico. Personalmente, también trabajo mejor por mi cuenta que en un aula. Puedo hacer mi trabajo a mi propio ritmo y eliminar cosas como hablar en frente de la clase o hacer exámenes que normalmente me estresan.

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Sin embargo, reconozco que no todxs han tenido la misma experiencia. A muchxs adolescentes les falta la motivación para hacer las cosas por sí mismxs, y como no hay profesores ni tutores que vayan atrás de ellxs para asegurarse de que su trabajo esté hecho, me preocupa que algunxs de mis amigxs se queden demasiado atrás. Puede haber mucha procastinación en el aprendizaje independiente. Nuestros cerebros aún se están desarrollando, y no todxs tienen la capacidad de tomar grandes decisiones todavía.

A cualquiera que tenga unx adolescente en casa, me gustaría pedirle que sea lo más comprensivx posible. Cada parte de mí ahora mismo espera tener mi última fiesta de egresadxs, que pueda ir a los partidos de fútbol y a las obras de la escuela en otoño, y que pueda vivir mi último año al máximo. Honestamente me rompe un poco el corazón saber que hay una posibilidad de que no vea nada de eso, y estoy segura de que la mayoría de la gente de mi edad se siente de la misma manera.

Aunque no siempre seamos buenxs pidiéndolo, algunxs necesitaremos ayuda para enfrentar la realidad de todo esto si las cosas empiezan a ponerse mal otra vez. No dejes que tus hijxs hagan esto solxs. Y a cambio, tampoco te dejaremos solx a ti.

Vía Benzinga, traducido por El Planteo.

Foto: Jesús Rodríguez