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8M: Cansancio, Luto y Fiesta

Por Marian Venini

8M: Cansancio, Luto y Fiesta

✍ 8 March, 2022 - 11:08

OPINIÓN

Este 8M nos agarra cansadas. Imposiblemente cansadas.

Cada año, las mujeres paramos para recordarle al mundo todos los derechos que conquistamos. Que somos muchas, que pisamos fuerte, que el futuro es nuestro. Y cada año, como reloj, por esta fecha nos dan un golpe que nos recuerda todo lo que todavía queda por avanzar.

Los golpes son muchos. La costumbre dicta que ahora los escriba en una lista. Pero estoy tan cansada. Y creo que a esta altura ya ni necesitan que se los repita.

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Cada vez que sucede un acontecimiento monstruoso que nos toca, nos armamos de argumentos, de teorías, de propuestas. Analizamos, debatimos, definimos, reclamamos. Y nos tomamos todo el tiempo del mundo en explicarle todas estas cuestiones a los hombres cis. Ponemos nuestras consignas en frases simples, fáciles de digerir. “Ni una menos”. “Justicia por Úrsula”. “Si tocan a una, tocan a todas”. “No dan las cuentas”.

Estamos cansadas de tener que adaptar los discursos para que los hombres cis condesciendan a empatizar con nosotras. De tener que cuidar nuestras palabras para que no se ofendan, que no malinterpreten, que entiendan que queremos justicia y no venganza. Estamos cansadas de dar explicaciones.

Porque es imposible transmitirles el peso del dolor que conlleva ser mujer en este mundo. Un mundo hostil, con reglas que juegan muy explícitamente en nuestra contra. Aprendemos desde muy chicas (siempre demasiado chicas) que portar nuestro cuerpo implica un riesgo altísimo. Donde quiera que vayamos, ahí está nuestro cuerpo, y ahí está el peligro. Y hay que actuar acorde. Cuidarse. No es algo de lo que nos podemos liberar. No es algo que podemos controlar. Apenas podemos lograr que no nos controle a nosotras.

Y para un hombre heterocis, esta falta de libertad, este miedo constante, latente, es inconcebible. No les entra en la cabeza la dimensión de esta opresión, cómo permea toda la realidad y se encuentra en todos lados, hasta en detalles que parecen inocentes. Y no los culpo: simplemente no es posible procesar tanto cuando no se experimenta en carne propia. No entienden de cansancio. Cansancio de verdad, profundo. Y miedo y rabia acordes.

Y para cualquiera que ose poner en duda estas afirmaciones, ejemplos sobran. Si hay algo que nos sobra, son nombres de mujeres y niñas violentadas: en sus casas, en la calle, en familia o entre extraños, de cualquier edad, etnia y clase (aunque claramente estos factores influyen). No conozco ni una sola mujer que no haya experimentado esto, y vos tampoco.

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Este 8M, el colectivo Ni Una Menos convocó a recuperar las calles, tras dos años de pandemia y sin poder marchar. Pero la consigna resulta amarga, porque la realidad es que las calles nunca fueron nuestras. La calle es un espacio de peligro, que requiere cuidados, planificación estratégica. Un entrenamiento que también realizamos desde muy chicas (siempre demasiado chicas). Y estamos cansadas de cuidarnos.

Estamos cansadas de pedir a los hombres y al Estado. Hartas de pedir por favor que no nos maten ni nos violen, que nos traten como seres humanos y no como productos descartables. Hartas de reclamar por una reforma judicial feminista, por un Estado que nos proteja, que haga algo, cualquier cosa, mientras nos desaparecen.

Estamos cansadas de decirles a los hombres qué hacer. Hastiadas de repetirles que hablen entre ustedes, que se pongan las pilas, que se enfrenten a las situaciones de machismo cuando las ven, que se cuestionen sus privilegios, que se organicen. De decirles que no alcanza con no haber violentado personalmente a nadie ni compartido porno en WhatsApp. No alcanza con no hacer nada. Se tienen que despertar. Tienen que hacer. Porque quizás no se dan cuenta, pero este mundo también es imposiblemente cruel con ustedes.

Los 8M siempre resultan agridulces. Porque, por un lado, estamos expresando todo nuestro dolor, nuestra lucha, reclamando justicia y recordando a las que ya no están. Pero juntas. El dolor nos hizo hermanas. Y es tan hermoso tener hermanas. Después de dos años, hoy vamos a poder abrazarnos todas otra vez (al menos metafóricamente, porque el COVID-19 sigue existiendo y cuidarnos entre nosotras es prioridad). Del infierno salimos bailando, armando alta fiesta en las mismas calles donde no podemos caminar solas de noche.

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Ellos tendrán su pacto de silencio, pero nosotras gritamos verdades juntas. Ellos tendrán su complicidad mafiosa, su competencia feroz, pero nosotras tejemos redes, abrimos puertas. Lo que ellos quieren enterrar, nosotras lo sacamos a la luz.

(Si sos hombre y te incomoda leer esto: fantástico. Si no te sentís identificado con esa oscuridad: espléndido. Te estamos esperando. Despertate. Activá.)

Hoy recordamos a las hermanas que nos arrebataron, hoy reclamamos justicia y lloramos nuestras penas. Pero también festejamos que somos hermanas, que somos cada vez más, y que no hay vuelta atrás. Sí: el futuro es nuestro. Hoy el mundo se tiñe de glitter verde y violeta. Hoy es día de luto y de fiesta.

Foto por Cas Holmes vía Unsplash

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ACERCA DEL AUTOR

Marian es la directora editorial de El Planteo. Además del trabajo de escritura, traducción y edición, maneja todo el contenido de nuestrxs colaboradores.

Ha sido publicada en varios medios, como Benzinga Cannabis, High Times, Yahoo y Forbes. También acaba de lanzar su propio proyecto en YouTube.

Cuando no está haciendo todo eso, toca el piano y el bandoneón, escribe poesía, dibuja y hace origamis.

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