Pinamar Profundiza sus Políticas Ambientales y Suma un Banco Forestal
Aire fresco, terpenos al viento, perfume alimonado. Cada verano son miles los vacacionantes que pasan por Pinamar, uno de los lugares más coquetos, ecológicos y boscosos de la Costa Atlántica argentina. Sin embargo, son pocos los que afinan los sentidos y se montan en una duda de nociones geográficas: ¿por qué hay pinos en Pinamar?
Por caso, los pinos, a estas alturas un factor característico del municipio, son una especie exógena traída desde Francia en los últimos años de la década del 30.
“Los pinos tienen dos condiciones: la primera es que modifican la acidez del suelo y dificultan que se desarrollen las especies nativas y, en segundo lugar, tienen un tiempo de vida de 75 años”, explica Martín Yeza, el intendente del municipio quien, desde 2015, está llevando una política de perfil ecológico.
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Y sigue: “Los pinos se plantaron en ese entonces para fijar médanos para que, en un futuro, se pudieran construir casas. Toda esta tierra pertenecía originalmente a la familia Guerrero, era parte de sus campos, que llegaban hasta la orilla del mar”.
¿Familia Guerrero? Lo explica muy bien Ulises Román Rodríguez en este artículo para ElDiarioAr.
El banco forestal de Pinamar
A la sazón, desde el municipio sumaron un banco forestal para compensar cada árbol que se tira. En su reemplazo, se plantan 2 árboles de especies nativas. “Esto comenzamos aplicándoselo a los grandes desarrolladores inmobiliarios. Lo que siempre buscamos es resguardar la calidad de nuestro aire, reducir el impacto de la huella de carbono y conservar nuestro paisaje”, suma Yeza.
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Entretanto, en la última recepción de especies se incorporaron gramíneas, jacarandás, ceibos, palos borrachos, distintas especies de salvia, sterlitzeas y más especies.
—¿Aún quedan plantas nativas en Pinamar?
—Sí, tenemos nuestro pastito dibujante, diente de león, acacias y más. Es impresionante ver cómo, cuando se corre el pino, resurge el ecosistema autóctono.
—¿Se puede pensar en una Pinamar sin pinos?
—Hoy hay más de 6 millones de pinos. Es un buen ejercicio ver las imágenes satelitales de Pinamar, Ostende, Valeria del Mar y Cariló. Pinamar se soñó como una “ciudad jardín”, no como una “ciudad de pinos”. “Pinamar” es el nombre de la empresa Pinamar S.A, que es previa a la existencia de la ciudad. Los pinos siempre van a ser una nota distintiva, pero nosotros comenzamos el proceso de aumentar la heterogeneidad de nuestro paisaje.
Gestión con perspectiva verde
En la sociedad de la aceleración, la ansiedad, los algoritmos de las redes sociales, de la búsqueda del éxito económico y de la depresión, las ciudades de escala mediana tienen la posibilidad concreta de diseñar espacios en donde las personas puedan conectar desde otro lado.
En la gestión del joven dirigente de Cambiemos, se demolieron 44 balnearios y se recuperaron 100.000m² de playa. En consecuencia, hay 20.000m² menos de construcción y hoy tienen unos 1100 metros lineales nuevos (el equivalente a 11 cuadras) de playa pública.
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“Este año comenzamos el primer tramo de un paseo costero con los propios materiales de la naturaleza, para correr los autos y darle más prioridad aún a las personas: arena, madera y plantas autóctonas. Lo vamos a continuar a lo largo de Avenida del Mar”, comenta.
La playa se ensancha, el mar se alegra
Con la renovación del frente costero y la política de recuperación de médanos, volvieron las lagartijas de las dunas, que ya hace años habían desaparecido. “Eso dispara todo un nuevo sistema”, Yeza dixit.
—¿Qué otras políticas ecológicas y ambientales están llevando adelante desde tu gestión?
—Desde hace 6 años multiplicamos casi por 100 el volumen de reciclado, se potenció una cooperativa de reciclado (Reciclando Conciencia), recortamos en un 40% el consumo energético reemplazando nuestras luminarias por LED en todas las calles y avenidas asfaltadas. A su vez, la reconstrucción del médano costero nos permitió resguardar nuestro acuífero de agua dulce. Asimismo, fuimos el primer municipio del continente americano en prohibir los sorbetes de plástico y, luego, la prohibición del cigarrillo en la playa. Desde el año pasado, incorporamos una política agresiva de movilidad sustentable y sumamos kilómetros de ciclovías y bicisendas, que genera resistencias en una parte de la sociedad, pero que lo consideramos imprescindible.
Además, el municipio sumó el programa Pinamar Foresta 365, que entrega cerca de 3000 árboles por año a los vecinos para que planten en sus casas. Y, en esa lógica, se entregaron 15.000 plantines por año para que los vecinos pinamarenses puedan armar una huerta en sus casas.
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Así las cosas, si en aras del “progreso” se exige una tala voraz, las políticas públicas se convierten en un amparo para la preservación de la biodiversidad, de la naturaleza y de las muecas distintivas de cada lugar.
“¿Es lo mismo jugar con tus hijos en medio de bocinazos, tráfico de autos y mega construcciones que estar haciéndolo en un entorno rodeado de árboles y con sonido de distintas aves?”, se pregunta retóricamente el intendente. Y, al instante, se responde: “No, el ecosistema natural es la forma perfecta que la naturaleza encontró para un lugar. ¿Somos capaces de convivir respetando ese equilibrio? Yo creo que sí”.
Fotos de cortesía.
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