Fernando Saicha, Productor y Cultivador: ‘Hasta Ahora No Hay una Industria del Cannabis en Argentina’

Pasan los años y Fernando Saicha aún recuerda el día que le dijo a Viviana, su ex pareja: “Yo me quiero dedicar a esto”.

Viviana, maratonista, directora de un colegio, frunció el ceño, suspiró y le dijo: “Pero eso es ilegal”. A lo que Fernando respondió: “Habrá que hacerlo legal entonces”. 

Fue un camino largo que aún no llegó a su fin. La ley para regular el mercado del cannabis, su producción y comercialización (controlada por el Estado), su tenencia y los usos recreativos y medicinales en Uruguay se votó en 2013.

En 2014 se abrió la licitación, en 2015 se otorgaron las licencias y en 2016 empezó el cultivo. En ese momento, el argentino Fernando Saicha se convirtió, con su empresa Symbiosis, en uno de los primeros en obtener la licencia para producir marihuana legal en Uruguay.

Cumplida una parte de su sueño, en el 2018 Saicha vendió su parte en la empresa. “Más allá de la cosa épica del primer cultivo, después caés en la realidad de que es una empresa, de que hay socios, un directorio, quilombos y no todos pensábamos lo mismo”.

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Fernando cuenta a El Planteo que “había pasado un año y pico y era más de lo mismo: cosechar, empacar, mandarlo a la farmacia. El pliego licitatorio te prohíbe hacer cualquier otra cosa”.

Con “cualquier otra cosa”, el productor se refiere a que no se puede hacer nada que tenga que ver con lo medicinal, ningún tipo de investigación y ningún producto derivado del cannabis.

“Un amigo me dijo exactamente lo que iba a pasar: el primer año va a ser buenísimo, el segundo va a ser rutina y al tercero vas a decir ‘boludo y ahora qué hago’. Y tuvo razón: no llegué a los 3 años”.

Transitando un camino nuevo

Fuera de Symbiosis, Saicha entró en un concurso de biotecnología en Argentina en el que presentó un sistema de cultivo en ambiente controlado de alta producción móvil y armó otra empresa en Uruguay que todavía no está con cultivos activos: “Ya tenemos los terrenos y está en obras”.

Paralelamente, comenzó a instalar el primero de los sistemas del concurso de biotecnología “en un municipio de la provincia de Buenos Aires que -por contrato- aún no puedo decir el nombre pero calculo que en pocos meses estará funcionando con los recursos legales que hay hoy en Argentina, haciendo lo que se puede hacer de la manera que se puede hacer”.

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—¿Considerás que, con la regulación en Argentina, hay mucho que no se puede hacer?

—Lo que digo es: si se pidió durante años un permiso y ahora hay una posibilidad de tener un permiso, lo primero que hay que hacer es cumplir todos los requisitos del permiso, que llevó mucho tiempo conseguir. 

¿Sólo medicinal?

Saicha sostiene que “decir nada más que medicinal, medicinal, medicinal, deja afuera a toda la gente que no tiene un uso medicinal”.

“En mi caso no tengo una patología o un problema puntual, en la ley que hay ahora dice que es de uso medicinal terapéutico. De repente, me puedo considerar un usuario terapéutico porque considerarme un ‘usuario medicinal’ es mentirme a mí mismo y mentirle a los demás”.

El productor cuenta que nunca tomó una pastilla para dormir, pero “me fumo un porro todos los días seguro, eso no es terapéutico, capaz que no tomo pastillas para dormir porque me puedo fumar un porro o porque me quiero fumar un porro, el porro de cannabis, no quiero decir porro porque es como bajarle el precio”.

—Como productor y empresario, ¿falta mucho para que en Argentina hablemos de la industria del cannabis?

—La provincia de Buenos Aires tiene un proyecto de ley dando vueltas que abre la industrialización. Hasta ahora no hay una industria del cannabis: hay grow shops, hay una industria de un montón de cosas que son periféricas al cannabis, pero en lo que se refiere al cannabis medicinal, que es la única ley que tenemos hasta ahora, no hay ninguna actividad comercial permitida. Lo que se puede hacer es todo solidario de alguna manera.

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En un país como Argentina, en el que -según las cifras oficiales- la desocupación es del 11,8%, la industria del cannabis podría ser una nueva fuente laboral para una cadena importante de trabajadores y trabajadoras.

“Es un negocio concreto de producción, es una actividad productiva, produce algo, contrata gente. Es una actividad intensiva con respecto a trabajadores: si bien hay maquinarias y cada vez se va sofisticando más, no es lo mismo que cualquier planta que le pasa una cosechadora por arriba y levanta todo con dos tipos, esto es mucho más delicado”.

—¿Creés que ya no hay vuelta atrás con los avances en la legislación? 

—Es clave lo que se vota en las próximas elecciones. Tengamos en cuenta que en la administración anterior, a los pocos días de asumir, bajaron con un DNU la Ley de Medios y se terminó. No es que no se pueda volver atrás. Por eso, lo que tenemos que hacer es ir tan adelante que volver atrás no sea una posibilidad. Una cosa es que haya una ley y no haya pasado nada y te la deroguen y otra cosa es que tengas 50 empresas funcionando con un montón de empleados y que hacer eso implique un quilombo y una lluvia de juicios contra el Estado que no tenga sentido hacer una cosa así.

La experiencia brasileña y la radio cannábica

En los 90’, Fernando Saicha vivía en el litoral paulista y allí tuvo sus primeras plantaciones de cannabis a la vez que se dedicaba a la realización audiovisual.

“Fueron muchos años de cultivo en la más absoluta soledad. Aparte, Brasil es un país con sus características particulares. El sistema judicial y penal brasileño digamos que no es el de Noruega y, si te agarran, vas a parar a una jaula”.

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En 2011, ya en Argentina, Fernando empezó a hacer un programa sobre cultura cannábica en una radio online. “Un día, una diputada tucumana dijo una burrada y la puteé al aire. Ese día se cabrearon conmigo por lo que había dicho así que dije ‘voy a hacer mi propia radio cannábica así digo lo que se me antoja’”.

Así nació la 880 Rock N’ Grow, la primera radio cannábica de Latinoamérica. “Empezó a salir al aire en el 2001 y fue como un grano de arena al activismo cannábico. Más allá de la audiencia (que era lo que podía tener una radio online en aquellos momentos) quedó un registro de todo eso. Hay cientos de programas grabados y está bueno que, en el medio de eso, pasó lo de la legalización en Uruguay”.

La radio tuvo su estudio en la Galería Jardín de la calle Florida y, previo a la pandemia, tenía pensado inaugurar uno más grande con tecnología para que toquen bandas en vivo, pero no pudo ser.

“El plan de expansión sigue en marcha. Hay que estrenar el equipo que compramos para el estudio nuevo y la radio se escucha realmente bien con una curaduría musical seria. Creo que es una buena alternativa y, más allá de la cosa cannábica, nos la tomamos muy en serio”.

Fotos cortesía de Fernando Saicha