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Cultura, Breeders e Industria: Así Fue Flipex, el Nuevo Evento Cannábico Argentino

Cultura, Breeders e Industria: Así Fue Flipex, el Nuevo Evento Cannábico Argentino

✍ 31 March, 2022 - 12:05


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Mitad conferencia, mitad festival: una expo 100% popular. El campamento Flipex, en el partido de Tornquist, al sur de Buenos Aires, reunió a investigadores, artistas, politicos, cultivadores, organizaciones sociales, medios y emprendedores del cannabis, que del 18 al 20 de marzo, conversaron sobre el pasado, presente y futuro del cannabis en la Argentina. 

La combinación de música en vivo, charlas, gastronomía y hasta una carpa holística (con sesiones de meditación) resultó en un mix clave para atraer a un público diverso que vino buscando respuestas. “¿Cómo cultivo cannabis por primera vez?”, “Cómo funciona el REPROCANN?”, “¿Cómo trabajo en esto?”, preguntaban algunos, que ya se entusiasman con la regulación del uso adulto.

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Entre bondiolas y porros, unx planeaba abrir un invernadero con luces “que se vea desde la ruta”. Hablan de lo mismo, comparten una cultura cannábica, conocimientos, experiencias y anécdotas que forman parte de la herencia cultural local. 

Un zumbido recorre el Flipex, la legalización avanza y los cultivadores y organizaciones planean ser parte del proceso. Parece haber un consenso, cultivadores/as están listos/as para formar parte de esta economía. 

Al mismo tiempo, discurre un debate interno: ¿cómo preservar la cultura cannábica, un patrimonio de las comunidades? Lejos de una salida binaria -es decir, cultura cannabica o industria del cannabis-, el Flipex presentó una combinación de ambos fenómenos que augura una industria “a la criolla”, que puede incluir a cultivadores y organizaciones, universidades y emprendedores. 

Cultura cannábica para el desarrollo sustentable

De paso por el stand de la Universidad Nacional de La Plata, nos encontramos con Luciana Bruzzo y Lila Torre, quienes se encuentran realizando la investigación “Usos de la Planta de Cannabis en Argentina: Saberes Identidades y Colectivos Sociales”.

Ellas hicieron el primer mapeo satelital de organizaciones de cultivadores para dejar registro sistemático de nuestra cultura en un momento “de expansión” de la industria, en que resulta clave revalorizar el conocimiento y el “saber hacer” local. 

Buscan revalorizar saberes que, a pesar del prohibicionismo, las comunidades han protegido a lo largo de generaciones.

“Un aprendizaje colectivo que debe capitalizarse para que las comunidades ejerzan sus derechos de autodeterminación, de salud, de identidad, poder registrar esos usos, conocimientos y prácticas, genera una comunidad,” explica Luciana.

“Estamos hablando de un reconocimiento estatal de prácticas culturales que son clave para la industria”, suma Luciana, abogada y magíster en antropología social. 

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“Esto tiene que ver con el apoyo del Estado al desarrollo cultural y productivo mediante cooperativas. La idea es que el colectivo cannábico sea reconocido culturalmente y transmitir sus conocimientos a las futuras generaciones”, añadió Lila. Además, las investigadoras explicaron que su trabajo se enmarca dentro de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas (ODS #11).

“Vemos que las formas asociativas que tienen las organizaciones cannábicas argentinas promueven la producción comunitaria y solidaria en territorio; garantizan el acceso a la salud a través del abastecimiento de fitopreparados a base de cannabis; gestionan emprendimientos productivos autogestivos accediendo a un trabajo digno ponderando los principios de comercio justo y consumo responsable; promueven la educación y garantizan la diversidad biológica mediante la transmisión horizontal de saberes”, detalló Lila.

Ojitos Rojos Ft. Criadores Río de la Plata

En la carpa de Ojitos Rojos, hablamos con Sofía, responsable de prensa de la distribuidora, y Lucía, una cultivadora argentina que junto a otrxs, lanzaron “Criadores Río de la Plata”, una colección de semillas de cannabis, producto de la cultura cannabica local. 

Lucia, que comenzó cultivando en 2004 y formó parte de la Revista THC hasta el año 2020, tuvo acceso a genéticas importadas que pudo adaptar a las condiciones climáticas del Río de la Plata.

“En el 2000, no todo el mundo tenía semillas, por eso siempre cruce genéticas. La militancia intercambiaba mucho. No vendíamos el laburo, y las semillas se conseguían en las marchas,” recuerda Lucia.

Asimismo, cree que la transición actual en la Argentina allana un camino para los criadores que se ven forzados a trabajar en la clandestinidad. 

“Nunca pensamos que iba a ser un modelo tan grande. Ahora vemos que el trabajo en cannabis de a poco se normaliza”.

¿Crees que hay un cambio conceptual en la forma en que vemos la actividad del cultivador?  

—Gigantesca. Otra. Totalmente distinta. De comunidad pasa a industria. Ya no es una cuestión de nicho, es una cuestión social. Ya no es una cuestión de catas en un lugar clandestino. Mirá [apunta con un golpe de vista] estamos acá, al lado de una ruta, expuestos, con policías alrededor y está totalmente normalizado. Es un cambio a nivel social y a nivel industrial.  El cannabis está más normalizado porque es un negocio rentable para la nación y estamos en un contexto económico complejo. Se volvió algo popular que es más aceptado por la gente. La normalización va a traer tranquilidad a mucha gente que hoy es perseguida.

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Al transformarse en industria, ¿esto trae un beneficio a las luchas sociales transversales del movimiento? 

—Para todas. Arrancando por la legitimación del cultivo. Si el cannabis se legaliza, se termina la persecución policial. Y se genera una cantidad importante de puestos de trabajo. La inserción en otros mercados con productos de cáñamo. Donde mires, saliendo de una semilla, vas a encontrar un mercado.

¿Por qué es importante tener cannabis argentino?

Fitomejoramiento (es decir, que se adapte a nuestro clima) y para tener una industria nacional. Si generás una industria nacional, el dinero se queda en la Argentina, no hay fuga de capitales, como pasó siempre.

Lucia destacó que la genética nacional CAT-3, registrada en el INASE en marzo, cubre un bache en la legislación actual que prevé que las personas cultiven su medicina pero no anticipa de dónde saldrán esas semillas. “Es ridículo traer semillas de Canadá. Podemos generar un mercado interno de genéticas y su mejoramiento”, explica la ex-periodista.

“Al ser adaptadas se bancan las condiciones climatológicas de las regiones. Hay criadores diseminados por toda la Argentina que hace mucho tiempo están adaptando genéticas, al suelo, al agua, a la luz del sol, que terminaron formando genéticas perfectas para nuestro país”, agrega Lucia.

Lucia entiende que la iniciativa de Ojitos permite visibilizar y abrir un canal para los criadores de la región que buscan comercializar su trabajo. “Es una propuesta que hace punta, habilita mercado, da seguridad al productor y tranquilidad al usuario”.

La criadora argentina estará presentando genéticas autoflorecientes ideales para cultivar en espacios reducidos. Se llaman “Citrics Myst”, de sabor alimonado con rastros de Haze, un efecto energizante y 75 días de floración, y “Monster Kush”, con terpenos frutales y terrosos, y 70 días de floración. Ambas tienen entre un 20% y un 23% de THC.

Sofía explica que Ojitos busca valorizar el trabajo nacional.

“El desafío es poner en valor el proceso productivo detrás de una semilla local, que sea una herramienta de reparación a los daños del prohibicionismo, accesible, pensada en la Argentina. Empezamos con 8 criadores regionales cuyas semillas van a estar disponibles a partir de Abril”, adelanta Sofía, en exclusiva para El Planteo.

Shaman Genetics y BullSeeds Bank Argentina

Pedro es nativo de Alicante, una región de España reconocida por su cannabis, y dueño de Shaman Genetics, un banco internacional que llegó al Flipex de la mano de BullSeeds, un criador argentino. Bull consideró que el evento le permitió a la gente “apostar por lo nacional”. 

“La idea es mostrar el trabajo argentino con el apoyo de la experiencia de Shaman en Europa. Es difícil para nosotros alcanzar esa escala, y es fundamental para ir por buen camino bajo criterio nacional, para salir de las sombras, estar regulados, sin ser delincuentes”, aclara Bull.

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Shaman, que cuenta con una exquisita selección de genéticas (entre ellas, Super Skunk, Critical, Black Domina, Jamaican Grape, UK Cheese original y Amnesia de Hy-Pro), está actualmente explorando genéticas dulzonas “a la americana”.

“No buscamos hacer plantas más grandes, vamos por el sabor, terpenos ricos, el sabor es lo más importante para Shaman”, aclara Pedro que, desde 2013, viene trabajando con breeders argentinos, agregando diversidad al pool genético local mediante cruzas con genéticas propias ya estabilizadas.

El alicantino observa “un cambio brutal” en la Argentina, donde ya observa “marcas establecidas”. Tal es el caso de BullSeeds, distribuidor oficial de Shaman.

Pedro observa que sus fenotipos de cannabis han evolucionado “de forma increíble” gracias al terroir y al trabajo argentino. “Tenemos una línea de 23 genéticas y hacemos ocho millones de semillas al año”.

Asimismo, cuenta que Shaman es la quinta empresa multinacional autorizada por el ministerio de pesca y agricultura de España como productores de cáñamo y que está buscando establecerse en la Argentina. 

“La idea en Argentina es trabajar con nuestros distribuidores. Este verano, en España, cosechamos 25000 plantas, la idea es tener algo así aquí para producir cáñamo, aceite y derivados. No es sencillo, necesitas abogados que te ayuden con las licencias… a registrar variedades. Ojalá en España tuviéramos algo parecido al REPROCANN”, desliza Pedro.

“Invertimos en automatización, para cumplir con los requisitos y ganar escalabilidad, ¡Imagínate mover 25000 plantas! Tenemos máquinas y trabajadores que seleccionan semilla por semilla, en un invernadero con 4000 plantas y focos de 1000w. Vegetamos los clones y, cuando apagamos la luz, comienzan a florecer”, detalla el español, adelantando la visión del joven que quería ver invernaderos desde la ruta.

Un porro con Mike Bifari, activista, emprendedor y cultivador de cannabis

Mike es activista del cannabis y cultivador con más de 35 años de experiencia. Autor y educador, ha trabajado con emprendedores, organizaciones y comunidades en la industria del cannabis en Estados Unidos, Holanda y Colombia.

¿Cómo evolucionó la forma de pensar la legalización? ¿Hay un cambio en la cultura? ¿Era común hablar del cannabis como un negocio? 

—Creo que es una nueva era. Puede ser un avance del cannabis medicinal que abre un debate sobre la calidad de vida. El uso medicinal quiebra barreras, la gente encuentra la cultura cannábica, y ahí entramos los cultivadores.

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Conocés muchas campañas por la legalización. ¿Qué táctica te parece más útil para alcanzar el uso adulto? 

—Haría política. Si yo fuera gobierno cobraría impuestos y le daría facilidades a las localidades que apoyen el uso adulto. Los criadores nacionales tienen un potencial tremendo, de conocimiento y de genéticas. Gente que tiene 30 años o más cultivando a mediana escala. Tendríamos que ir a buscarlos. Son nuestro potencial. Cuanta más gente tome contacto con la cultura, más gente va a entender el uso adulto, que es una línea muy fina. Adulto, medicinal, todo el cannabis es medicinal. Sirve para lidiar con el estrés de las grandes urbes.

¿Te parece que el cannabis puede ser ‘anti-grieta’?

—Mirá a tu alrededor. Está todo el mundo acá, en este evento que aprobó la asamblea legislativa. Esa resonancia es muy importante. Si las cosas cambian y si hay un buen marketing del tema, mediante imágenes y propaganda, podemos conquistar el uso adulto.

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ACERCA DEL AUTOR

Nicolás es Licenciado en Relaciones Internacionales e investigador del Doctorado en Política Pública y Urbana de The New School en la ciudad de Nueva York. En 2014, trabajo para Naciones Unidas en Kosovo y co-fundó la Open Data Kosovo Foundation for Digital Capacity-Building. En 2015 recibió un Master en Asuntos Internacionales y en 2020 un Master en Filosofía. Actualmente se dedica a estudiar la relación entre la industria del cannabis y las políticas de desarrollo económico equitativo, en Argentina, donde conduce su trabajo de campo.

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