L-Gante en Exclusiva: ‘El Porro No Te Hace Salir a Robar, Es Medicina’

En la vida de Elian Ángel Valenzuela, el famoso L-Gante, la marihuana es más que una planta, una sustancia recreativa o truco para llamar la atención: es una compañera de ruta, una fiel amiga que ha dejado su huella tanto en su existencia como en su obra. Sin pelos en la lengua, con una franqueza que se sacude cualquier tabú, L-Gante nos abre las puertas de su mundo verde.

“Tengo cuatro o cinco tatuajes 420”, comienza, enumerando cada uno de los símbolos que lleva impresos en la piel, en un mano a mano con El Planteo.

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Desde su adolescencia, donde el consumo era más bien lúdico, hasta su presente, donde cada seca lleva consigo un propósito y un respeto hacia la función que el cannabis cumple en su vida, L-Gante narra cómo ha encontrado el balance perfecto. “Vas encontrando la función que es buena para vos”, dice, explicando cómo la planta ha pasado de ser un simple pasatiempo a una herramienta que acompaña su creatividad y su día a día.

“Antes era un adolescente que fumaba por fumar todo el día. Así empecé, siendo un plaga”, relata. “Pero después me di cuenta que quizás estaba fumando un par de más. Porque en la que empezás a sumarte cosas, a decir, ‘quiero hacer esto mañana’… te llenas de más trabajo o más responsabilidades y mañana vas a tener que hacer como ocho cosas… y ni da estar tan cansado. Entonces ahí lo vas acomodando, el encontrarle la función a la marihuana que le haga bien a tu cuerpo para los momentos que vas a tener. En todo caso mal no te hace, pero antes que estaba más al pedo, digamos, me fumaba como 30 en el día, también 40 porros, pero después quedas con un sueño, ganas de hacer nada… Ya me había mirado todas las series”.

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La evolución de su relación con la marihuana es un reflejo de su propio crecimiento personal y profesional. De fumar decenas de porros al día a utilizar el cannabis de manera más consciente y medida, L-Gante habla de encontrar ese equilibrio que le permite mantenerse activo, productivo y, sobre todo, fiel a sí mismo. Su consumo se adapta a su ritmo de vida, a sus responsabilidades crecientes y a su rol como figura pública y artística, desmantelando así el estigma del usuarix de cannabis como alguien “vago” o “poco productivo”.

“Ir a robar, no te causa [el porro]”, dice. “Lo primero para la gente que no entiende. No genera nada malo, solo ayuda a relajarte en tu ambiente de comodidad, a mí me sirve para eso. También cuando voy a grabar me fumo uno. Y bueno, si empezás a buscar momentos…”.

La legalización del cannabis es otro tema que L-Gante aborda con pasión, consciente de la naturaleza de la planta como algo lejos de ser perjudicial: “Es una planta natural. Una droga, no es. Yo la veo más como una medicina”. Así, L-Gante se posiciona no solo como un consumidor consciente, sino también como un defensor del cannabis, destacando su potencial para el bienestar y la armonía por encima de cualquier negatividad asociada a su uso.

“A causa de la marihuana, nadie termina haciendo un delito. Te lo creo más de estar borracho. Cualquier otra sustancia. Pero la marihuana es totalmente… paz”, explica.

La charla toma un giro más ligero, pero igualmente significativo, cuando imagina compartir un porro con una figura histórica. Comparte que se fumaría uno “con el Pity. Porque está re loco y quiero ver si se fuma uno, si queda más loco que antes”.

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A través de sus experiencias, L-Gante nos ofrece una mirada íntima a su mundo, invitándonos a reflexionar sobre las muchas capas que componen la relación entre el arte, el artista y la marihuana. En su narrativa, el cannabis habilita un espacio de libertad donde la creatividad, la introspección y la alegría se entrelazan, dibujando el retrato de un artista cuya vida y obra desafían los límites de lo convencional. En las palabras y los tatuajes de L-Gante, el porro no es solo una parte de su historia; es un testimonio viviente de un viaje lleno de música, de cambio y, sobre todo, de autenticidad.

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