La Joaqui: Retorno al Rap Real, Coqueteo con Red Bull y su Relación con el Cannabis
Por Hernán Panessi y Javier Hasse
De su ruina, una obra de arte.
“Volvió”, dice el material promocional de lo nuevo de La Joaqui, la rapera marplatense que nunca se fue. Las princesas de Disney, un mundo vulgar, los cambios de timón, el pasado que sigue ahí: La Joaqui dejó de enfundarse en algo que no era para ser nuevamente ella.
Y, a la sazón, “90s” (el primer adelanto de un EP que está al caer) la muestra en el lugar que siempre quiso estar, rapeando sobre un colchón de boombap.
No nació para resistir, nació para vencer
Cuando chica, Joaquinha Lerena escuchaba a Big L, Tupac y varios otros de los artistas más crudos del rap norteamericano.
“Los ‘90 no pasan de moda”, apura. “Escuchás ‘Dilemma’ de Nelly y sigue sonando fresco, todas las generaciones lo escuchan”.
Tomando de este concepto, y después de jugar a la versatilidad de géneros, La Joaqui se aventuró a hacer “un tema que le gustara siempre”.
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En lo formal, acudió a un one-two para contar una historia de resiliencia: donde hubo dolor, ahora hay energía.
Pero, ¿qué es el one-two?
El one-two (a menudo pronunciado uan-chu) es una figura técnica de freestyle que consiste en cambiar la acentuación de las palabras para que éstas puedan adaptarse de manera diferente al beat.
“Le puse dedicación a la composición”, explica La Joaqui. “Me encerré durante horas para dividir una palabra en dos para que, monosilábicamente, suene perfecto. Una vez que lo estudiaste un montón, después te sale más fácil”.
Ahora, adulta, la artista se reseteó: empezó con el rap y allí quiere seguir, habitando ese mundo que ama.
“Me gusta componer desde mis sentimientos, pero lo pienso rapeado. Ahora prioricé que me guste a mí”.
La Joaqui salió de Mundialista Crew, una escuela que enseña la ideología del hip hop: respeto, actitud, unión, solidaridad y técnicas. Desde esos humildes inicios, mucho ha crecido y cambiado, pero sus orígenes permanecen intactos.
“Me sale todo lo demás, pero mi escuela es esa. Me siento como única. Siendo mujer, notaba que las técnicas siempre se caracterizaron como algo machón. Me parecía algo tabú, pero también me cerraba por todos lados”, revuelve.
Destellos de sensibilidad en brazos del rap
El video de “90s” se emplaza en una fragilidad peculiar, con algo de oscuridad, otro poco de la tensión mágica de Disney y una pizca de Billie Eilish.
“La amo, siento que es la Tim Burton de la música pop: es dulce y oscura a la vez. Muchas canciones las escribió cuando tenía 13 años, imaginate lo sensible que debe ser”.
En el clip, de blanco inmaculado, van pasándole cosas que ella mete en un espejo. “La industria te hace un poco eso”, reflexiona.
Y sigue: “La industria te personifica tanto que, en un momento, te desdibujás un poco. Para crear este contenido me metí adentro mío. Estaba pensando en lo que debía hacer. Me había olvidado de esas cosas impactantes y fuertes. La industria elige lo que se ve y lo que no. Te limitás a sentir. Y crear es sentir. Es super zarpado”.
Perla rosada, frágil caparazón: cuando escribe, vomita intimidad. Aunque no siempre lo entiende de un saque. Y antes de crujir, el puño y letra la hacen sentir.
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“Escribo cosas que pensaba que las hacía solo porque sonaban bien como rimas, pero después de meses me escucho y veo que las escribí porque me pasaban. Cuando escribo logro entender cosas mías que reprimo”.
Este año, La Joaqui abrió de nuevo esa mágica puerta que había entornado.
“Fue algo emocional. Mi corazón me pidió hacer esto. Pasé por muchas situaciones fuertes y de repente sentía que mi carrera había colapsado, que había perdido mi oportunidad”, confiesa. “Hay veces en que uno mismo es muy crítico con su arte. Necesité decir lo que sentía. No podía imaginar mi vida sin esto. Fui transparente. Necesité decir esto”.
Durante un tiempo, La Joaqui vivió momentos de angustia, confusión, tensión: se sintió incomprendida; se acostumbró a cargar trastes que el mismo envión le fue sumando.
“Me duele que sólo sea un personaje”, dice.
Pero, súbitamente, cambió de piel.
“Dejé de ser lo que yo quería para ser lo que el resto quería hasta que no me quisieron más. Entonces, ahora voy a ser re yo. Va a estar muy bueno; es lo que yo siento”.
Los disfraces y las imposturas
Muchas veces, la duda y la mirada ajena surcan como un rayo la sensibilidad. Y más cuando la validación de quien desliza esa mirada parte desde la admiración: “Cuando una persona en la que confiaba dejó de confiar en mí, empecé a dudar de mi arte. Me costó años transitar eso, pero me di cuenta que no me estaba entendiendo y que no era tan así”.
Y así como había ido, volvió. Dejó de querer impresionar, de desdibujarse por la aprobación ajena para ser, otra vez, La Joaqui.
“Me equivoqué en querer mejorar algo que yo sentía que estaba perfecto. Empecé a rapear en mi casa. No me abracé a nadie más, sólo a mi música. Es mi música la que me va a querer toda la vida. Nunca más pongo en duda lo que yo transmití. Esto es mío, ahora busco generar eso”.
Por estos días, se aferra al cariño de sus seguidores, al amor de su público fiel que la sigue desde siempre.
“Es gente que entiende tu dolor y lo abraza con vos”.
Sin la presión del qué dirán y lejos del ahogo del show business, La Joaqui se soltó. En esta ausencia artística (en marzo lanzó “Gangster”, su último trabajo), estaba reconstruyéndose, buscando hacer mejor música.
“Mi personaje siempre fue medio tristón. Ahora tengo ganas de contarle al mundo que no hay nada que me pueda doler. Ya no miro Disney”, dice con firmeza.
Pionera entre las pioneras
Plazas, under y mainstream. La Joaqui quedó plasmada en la historia del freestyle contemporáneo al convertirse en la primera mujer en competir en la Red Bull: Batalla de los Gallos. Corría el año 2014 y la escena de la improvisación era bien -bien, bien, bien- distinta a la actual.
—Con el envión de la vuelta de varios MCs como Tata o Acru, ¿no pensaste en anotarte en esta edición de la Red Bull?
—Este año se me pasó la inscripción, pero tengo pensado hacerlo para el año que viene. Mi rendimiento siempre fue bueno. Me alejé porque tenía que sentir cosas nuevas. Y siempre usé al freestyle para sacar emociones feas. Ahora quiero volver, tengo cosas para decir.
—¿Sos consciente del peso que tenías en aquel momento?
—No tenía noción de lo que hice. Apenas clasifiqué a Red Bull, fue increíble. Pero también me discutieron mucho. Lo de Taty [Santa Ana] revolvió un poco esa herida. Cuando vi que la pusieron como host de Red Bull dije: ‘no, mirá todo lo que logró esta piba’. Ella generó algo increíble. La va a romper. Esa es una puerta que estaba totalmente cerrada. Me hizo sentir lo mismo que cuando fui a mi primera Red Bull.
Y en un repaso de nombres de colegas, La Joaqui reparte amor y respeto por doquier. “A Tink la admiro una banda. Ella se planta con una postura súper seria. Sabe mucho de la historia del rap y la atacan con su afrodescendencia”, asegura.
“Roma me hace acordar a Rouse, con quien hacía dupla. Extraño un montón nuestros dúos. Ella me hace acordar a su esencia: es buenita pero, si se tiene que defender, se re defiende”.
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No se queda fuera Sara Socas, por quien siente una especial admiración. “Ella me parece increíble. La admiro un montón. Maneja unas estructuras impecables y está en un nivel tremendo. Nunca necesita decir malas palabras porque su intelecto está más allá”.
Desde ahí, un anhelo: “Me encantaría hacer un dúo con ella, en un 2 vs. 2”.
Asimismo, La Joaqui mantiene una íntima relación de amistad con Cazzu, punta de lanza del trap latinoamericano. En 2017, hicieron juntas “Ay papi”, un hitazo que ya supera las 20 millones de reproducciones.
—¿De dónde viene esa relación?
—Cuando yo hice mis primeros videos, Juli [Cazzu] los re compartía. Ella hacía cumbia y me re gustaba. Fue como una admiración recíproca. La primera vez que nos rompieron el corazón compartimos nuestro dolor.
Y fue Cazzu quien le insistió para que volviera a sus raíces: el rap.
“Me dijo que era una artista, que sabía cantar y actuar. Que ya estaba lista. Es alguien muy relevante para mi carrera. Apenas decidí volver, fue con una invitación de ella al Lollapalooza. Es muy buena gente y siempre te hace sentir como de la familia. Te presenta a su familia y te hace compartir con ellos. Nadie apostaba por nosotras”.
Mientras daban sus primeros pasos, Joaqui y Cazzu, que hacían reguetón pero coqueteaban con el trap, no recibían la atención que merecían.
“No nos daban bola, ni seriedad. El primero que nos avaló fue Neo Pistea”, dice, para sorpresa de muchxs.
Costa Rica, pura vida
Joaquinha vivió en Costa Rica hasta los 16 años y, en ese lado del mundo, el cannabis se transitó siempre con otra vibra: “Allá está todo súper naturalizado”, aclara.
Eso hizo que siempre mantuviera una naturalidad a la hora de relacionarse con la marihuana. De hecho, nos cuenta, hasta su abuela, que tiene un cáncer de huesos, se trata con marihuana medicinal, en parte, por sugerencia de su nieta.
“Aunque acá es muy tabú, pero el cannabis alivia un montón de males”.
En su cotidiano, La Joaqui mantiene una conducta ejemplar: no fuma tabaco, come sano, no bebe alcohol y hace deportes. Pero sí calma las aguas tirando volutas de humo.
“Fumar me ayuda un montón. Durante toda mi adolescencia fui muy ansiosa. Toda mi adolescencia me medicaron pero, cuando empecé a fumar, no me mediqué más. Medicinalmente es increíble las cosas que puede generar”.
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—¿Fumás para tocar en vivo?
—Antes de salir a tocar o cuando tengo que filmar, siempre me fumo una seca. Y siento que me como el escenario. Me desinhibe de vergüenza y de esas cosas. Está re bueno para inspirarse. Te hace olvidar de tu trabajo, de tus deudas, de tus problemas. Te fumas una seca, sacás una hoja y escribís.
—¿Y antes de batallar?
—No, me da nervios. Me pongo nerviosa y quiero estar realmente lúcida. No quiero desinhibirme. Para mí, el free es un ring de pelea. Son cosas que tenés dentro tuyo y quiero estar súper lúcida para transmitirlas.
Artista como sinónimo de versatilidad
Entretanto, su inquietud artística la llevó a moverse en otros campos. Así, llegó la actuación. “Fue una experiencia re linda”.
La Joaqui hizo de Mecha, la novia de Diosito (Nicolás Furtado), en la segunda temporada de El Marginal, la serie de Israel Adrián Caetano con producción de Sebastián Ortega.
“La pasé re bien, fueron todos muy respetuosos conmigo. Me ayudaron un montón en la creación del personaje. Lo fuimos haciendo hasta que yo me sintiera cómoda. Me dejaron ser parte de la creación de todo. Para mi primera experiencia entré en un círculo re sano. Me dejó algo re lindo”, recuerda.
Y asegura que, para el futuro, se vienen más coqueteos con la actuación.
“Estoy estudiando con una coach muy grosa. Y actuando me di cuenta de un montón de cosas. Me dieron ganas de profesionalizarme un poco. Me gustaría recomendar que, los que tengan hijos, los manden a comedia musical. Es una re base para actuar y cantar y se necesita un poco de todo”.
Además, sostiene que actuar en El Marginal 2 la ayudó a ver las cosas desde otro lado: “Después de esa experiencia me fue mucho más fácil moverme en el escenario. Me pareció mágico”.
—¿Cómo fue pasar de la música a la actuación?
—Fue algo súper profesional. Encima, mi personaje era bastante relevante y la gente lo sigue pidiendo. Le di una vitalidad súper linda. Es algo increíble. La composición de un personaje es una locura porque estás creando a otro humano en tu mismo envase. Piensen lo que piensen, le puse mucho amor. Y si no te gustó, de la que te perdés.
La Joaqui había grabado “Gaucho” y fue ese tema el que la hizo llegar hasta los oídos de Sebastián Ortega.
“Te vimos con Adrián Caetano y tenemos un papel para vos”, le dijo el popular productor.
Cuando fue al casting, Joaqui pensaba que tendría un papel menor.
“Me aprendí la letra de la camarera y resultó que iba a hacer de Mecha, la novia de Diosito. ‘¿Me están jodiendo?’, pensé. Fue súper mágico todo, sabía que iba a ser algo importante”.
Un tema por mes
Si bien participó de la edición online de Cosquín Rock, La Joaqui anda necesitando la emoción de los shows en vivo.
Sin embargo, este tiempo en off la volvió productiva: “La cuarentena nos jugó un poquito a favor, como para encerrarnos a producir música”, valora.
Y ya toma carrera para lanzar su próximo EP, que irá soltando de a un tema por mes. Un Mundo Vulgar, el trabajo que está presentando, cuenta con la producción de Omar Varela y Luigi Navarro.
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En tiempos de singles sueltos, Joaqui corrió tras un concepto que la recorre entera: “Ya no hay nada que puedan hacerme, nada me hace dudar. Soy re inmortal, no hay nada que tumbe mis proyectos, mis sueños, nada”, concluye.
Fotos de cortesía.
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