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Opinión

La Prisión del Control

Por Francisco Beazley

La Prisión del Control

✍ 11 February, 2024 - 13:05

Desde que era muy chico siempre me encargaba de coordinar con mis amigos los programas, las salidas, los partidos de fútbol y todo tipo de actividad. Cuando nos íbamos de vacaciones era el que llevaba las cuentas y administraba el dinero del grupo. Siempre tuve un rol de liderazgo en los equipos en los que formé parte. Toda mi adolescencia la pasé organizando y planificando; a los 18 años, no muy seguro de que hacer con mi vida pero con la presión de estudiar algo, me decidí (casi por descarte) por la licenciatura en administración.

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Todo lo que sabía hacer era organizar y administrar, así que tomé el camino fácil y menos arriesgado. Luego empecé a trabajar como planificador financiero: por varios años me la pasé haciendo presupuestos para distintas empresas. Me iba muy bien y nunca me faltó trabajo, en el momento que quería un cambio rápidamente me llegaba la oportunidad.

Creía que lo tenía todo, pero me faltaba lo más importante: la tranquilidad de vivir en el presente. Tanto tiempo planeando y pensando en el futuro me habían convertido, sin darme cuenta, en un maniático del control y la manipulación. La ansiedad fue apoderándose lentamente de mí y la imposibilidad de estar en soledad conmigo mismo pasó a ser mi única realidad.

El controlador (que son muchos más de los que creen serlo) quiere manipular todo lo que se encuentra a su alrededor: el clima, las relaciones con la pareja, los amigos y la familia, la duración del sexo, los momentos de placer, las reacciones del otro, el resultado de los partidos de futbol, el estado de ánimo, lo que le pasa al otro, la enfermedad, los pensamientos, las emociones, el ruido que hace el vecino, la forma de manejar de los demás, las malas formas de un vendedor, el tiempo que tarde el delivery o la comida en un restaurante, la vestimenta y el tiempo de respuesta de los mensajes de los demás, la impuntualidad ajena, la forma de trabajar de los compañeros, las horas de descanso, la duración de una borrachera (y la resaca del día siguiente) y mucho más. Tal es la adicción del controlador que termina queriendo controlar la necesidad de controlarlo todo.

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Si bien este tipo de controlador es el más obvio, hay otras formas entre las que se encuentra el controlador pasivo, aquel que se deja manipular (y no lo sabe). Esta es una forma de manipulación inconsciente y más difícil de detectar. También existe la persona que manipula con la sutileza de ser amable, agradable y cordial con los demás, o con la ayuda supuestamente desinteresada. Hasta un mínimo e inadvertido gesto, como una risita al pasar, tiene la intención de cambiar la situación a su favor o de buscar una aprobación.

No importa cuál sea la forma de control, tampoco si somos conscientes de ello o no, lo que se busca es adecuar lo que va a suceder para nuestro propio beneficio. Buscamos que la otra persona haga lo que queremos o que la situación resulte como creo necesitar porque simplemente no podemos aceptar la realidad tal cual es.

Esta necesidad de que las cosas sean de una manera determinada esconde el miedo a fracasar, a equivocarnos frente al otro y ser rechazados, juzgados, a no ser aceptados o reconocidos por el otro. Tenemos miedo de lo que puedan opinar los demás y de dejar de ocupar ese papel de buen hijo, amigo, madre, padre o compañero, de víctima, de responsable o de trabajador que tanto nos gusta. Nos hemos creado un personaje que actúa constantemente para mantener esa idea que tenemos de nosotros mismos, luchamos para protegerlo a toda costa porque no soportamos sentirnos vacíos y vulnerables.

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Tanto nos aterra lo que se oculta detrás que preferimos hacer lo imposible en vez de aceptar la realidad creando una especie de prisión mental en la que vivimos atrapados. La única manera de salir de esa cárcel de ansiedad y sufrimiento es soltando el personaje y dejando que todo se caiga. Entregarse nos libera y nos permite vivir en paz con nosotros mismos.

Al dejar ir continuamente, es posible permanecer en ese estado de liberta.

– David Hawkings

Vía LinkedIn.

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Francisco Beazley

ACERCA DEL AUTOR

Francisco Beazley es el responsable de la administración de El Planteo.

Está recibido como Licenciado en Administración en la UBA y cuenta con una Maestría en Finanzas en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Tiene amplia experiencia en el mundo corporativo como planificador financiero (Ledesma, Tarjeta Shopping y Mercado Libre) y en la industria del cannabis como administrador de proyectos (Avicanna, Santa Marta Golden Hemp).

Es un apasionado mochilero que recorrió durante 7 años más de 30 países en América, Europa, Asia y Oceanía. Su tiempo libre lo dedica a la lectura, la meditación y el autoconocimiento.