Vendía su Instagram, Ahora Vende su Ego: Conocé a Nandon, el Artista Visual que se Convirtió en Viral
Un cartel hecho con madera chapadur y pintura al agua color aguamarina y rojo dice: “Vendo mi ego”. Lo que Nandon hace son intervenciones urbanas que van de la calle al mundo digital: creó un concepto nítido, potente, fácil, de esos que llegan. Lo cuelga en forma de cartel y por claridad, repetición, prepotencia de trabajo o quién sabe por cuántos motivos terminan viralizándose.
De madre docente y padre chapista, este irreverente joven de 28 años oriundo de Mataderos –criado mitad allá, en Capital Federal; mitad acá, donde está sentado ahora mismo, en Mar del Plata- viene llamando la atención con su proyecto artístico.
“En ciudades como Mardel, la gente sale a pasear y está con otra mirada del entorno, le presta atención y choca en lo visual”, describe Fernando Salimbene, alias Nandon, mientras le da un sorbo a un vaso de cerveza negra, refiriéndose al encuentro de su público (los transeúntes, digamos) con su obra (colgada por asalto en recovecos, paredes, árboles y postes de luz).
Del expresionismo abstracto a los postes de luz
Sus primeros carteles, que empezó a colgar por la calle en el año 2018, tenían otra frase también ganchera: “Vendo mi Instagram”. Por supuesto que no vendía su Instagram pero, aquella oferta, aquel gesto ganchero, se convirtió en un experimento social rarísimo.
“Me gusta que la obra confunda. Que tenga varias lecturas según el que lo vea. Me gusta que no sea una cosa explícita. Algunos tienen demandas, protestas o reclamos y otros son desde el juego, el humor o la reflexión”, identifica Nandon.
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Desde su adolescencia que Nandon –alias que adoptó por su fanatismo por Incubus y la similitud de “Nando”, su apodo original, con “Brandon”, el nombre de Brandon Boyd, cantante de la banda- venía pintando paredes, grafiteando y trabajando con chapas en el taller de su viejo.
Empezó haciendo algunos murales de corte social (para el Movimiento Evita), estudió bellas artes en la Nueva Escuela de Diseño y Comunicación, se volcó al retoque digital y al video. Pero le tiró la calle. Y los memes.
Pasó del expresionismo abstracto a los recovecos, paredes, árboles y postes de luz. De las instalaciones artísticas al Instagram. De los espacios cerrados al infinito (de la calle y de la red).
De ‘vendo mi Instagram’ a ‘vendo mi ego’
Interesado por la crítica social, el devenir del gobierno del presidente Mauricio Macri lo incentivó a mezclar su arte con su mirada crítica y cítrica. Aquel yeite de “Vender su Instagram” (con todo lo que traía dentro: sus charlas privadas, sus fotos históricas, sus recuerdos, su intimidad) iba en connivencia con la mercantilización de la educación, de la salud, de la cultura de aquel momento.
“Jugaba con la palabra ‘venta’ y aquello de imponer al ego como si fuera algo que se puede adquirir y hacer transacciones”, sacude.
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Poco a poco, los carteles de Nandon fueron ganando viralidad y dándose a conocer más y más. Hasta que decidió profundizar: efectivamente vendió su cuenta original. Chau, “Vendo Mi Instagram”. Hola, “Vendo mi ego”.
Así las cosas, continuó su faena con otros conceptos sintéticos, destacándose con “Dejá tu trabajo”, “Drogate”, “Basta de mantener chetos” y “Busco fama”.
—Y vos, ¿buscás fama?
—Y… sí. Aprendí la importancia del lobby. Lo tomo como un trabajo. Si hay un evento, por más que no tenga ganas, me obligo a ir. Porque siempre termina pasando algo. Yo quiero laburar con las redes. Y si no estás metiendo la cara y todo eso, no podés hacerlo.
El ego en su lugar
Para 2022, continuó gestando su arte a partir de su compromiso social con una serie de intervenciones que hizo para la AMIA recordando a las víctimas del atentado. Y para 2023, coló unos carteles junto al Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INDEP) visibilizando a los científicos y su trabajo con el océano.
“A partir de la repetición, la gente empiezo a asociar y se volvió algo popular. Me gusta que sea popular y que los carteles tengan su propio código”, explica Nandon.
En línea con su crecimiento orgánico, el artista le hizo el arte de tapa a “Ego”, la colaboración musical entre Miss Bolivia y Eruca Sativa.
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Ahora bien, amén del impacto en las redes, ¿logró encontrarle la vuelta para vivir de su proyecto? “El año pasado empecé a ver la luz. Pero prefiero que mucha gente tenga algo antes que una sola persona pueda acceder a ‘una obra magnífica’. La verdad que el 2023 estuvo funcionando bien pero el contexto social hizo que todo se frene. Y a mí también me da cosa: la gente apenas tiene para comer”.
Por estos días, Nandon vende merchandising de su propia obra: llaveros, collares, pines metálicos, alfombras e ítems de todo tipo. Además, recibe aportes de su comunidad: “A veces roban mis carteles y en compensación me mandan unos Cafecitos”.
Nandon sabe que su mensaje es sencillo, casi inofensivo. Por eso, no teme hacerse autoburla y, como él dice, “es importante descansarse a uno mismo”. De su boca: “Me saco seriedad sabiendo que lo que hago es muy simple. Pero, bueno, en el fondo tiene su peso”.
El cannabis, un compañero
Desde que empezó a pintar que Nandon mantiene una relación fluida con el cannabis. Asimismo, durante muchos años estuvo metido en la movida de la música electrónica, y ahí curtió pastillas y MDMA. Sin embargo, ahora está más chill y prefiere las drogas más naturales: hongos, DMT, “cosas psicoactivas”.
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“Los tomo como una terapia. No tanto de una manera lúdica. Prefiero la introspección. Quedarme con un cuadernito y ver qué ideas bajan con eso. Trato de intencionarlo: qué quiero con este viaje, qué busco resolver”, se autoanaliza.
A su vez, Nandon es usuario activo de REPROCANN y cultivó su propia marihuana durante cinco años. “El cannabis es un gran compañero y nunca tuve problemas con malos viajes. Al contrario, yo soy muy ansioso y me ayuda a enfocarme con las ideas”.
Salimbene huele a flores y, como asegura, el churro le permite revolver ideas y parar la pelota. “Al no trabajar en relación de dependencia, puedo estar trabajando durante 10 horas en lo mío. Y el arte tiene mucho de tiempo de ocio, de creación”.
La trascendencia
En la actualidad, Nandon anhela con “tener alguna participación en los medios” y, de fondo, lo que quiere, lo que persigue desde hace tiempo, es “dejar un legado, trascender un poco y que la gente se motive a hacer cosas, baratas, sin una espalda atrás, con lo que tenga”.
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Y tiene un sueño: viajar con su proyecto. “Quiero ir a otros países, traducir ‘Vendo mi ego’ a varios idiomas. Creo que puede convertirse en algo mundial”.
—¿Vos te considerás un artista?
—Sí, me gusta decirme a mí mismo que soy un artista. Desde muy chico que quería serlo. Soy el hijo más chico de mi familia Tengo dos hermanos más grandes, con oficios. Yo soy la oveja negra.
—¿Te dicen “vago?”
—En Instagram, sí.
—¿Y la familia?
—No, ya no. Me dedico a esto hace mucho tiempo.
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