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Genéticas, Básquet y Rap: Conocé la Historia de BSF Seeds, el Mejor Banco de Semillas del Mundo

Por Hernán Panessi

Genéticas, Básquet y Rap: Conocé la Historia de BSF Seeds, el Mejor Banco de Semillas del Mundo

✍ 24 May, 2021 - 08:33

Finales de los años ’90. Asturias, costa septentrional de España. El joven Mariano sucumbía ante los dilemas familiares, se fundía con unos nervios que siempre lo tuvieron a mal traer y padecía un dolor crónico producido por su colon irritable.

Todavía era un pibe cuando Chali, un amigo 10 años mayor, lo invitó a darle unas pitadas de marihuana. El joven le dio unas secas y se echó a reír. De pronto, los nervios se calmaron, los dilemas pasaron a un segundo plano y su dolor desapareció mágicamente. “¿Qué es esto?”, preguntó Mariano. Y volvió a reír.

Así, Mariano empezó a fumar porro con regularidad y a interesarse por un know how que, por entonces, era bastante insólito para los jóvenes: el de las semillas.

Su amigo Chali le compartió variedades de Afganistán, de India, de Holanda; países que ya arrastraban una fuerte cultura cannábica.

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Un día, su amigo Chali le habló de Asturjaya, el primer banco de semillas de Asturias. “Tenían variedades puras, traían semillas y las estabilizaban. Vendían variedades regulares”, recuerda Mariano Duque, breeder y creador de BSF Seeds, proclamado como “el mejor banco de semillas del mundo”.

“Somos enfermos por esta planta. La necesidad de no tener semillas nos hizo tener que hacerlas. Antes era imposible conseguir semillas, así que cuando las teníamos, las conservábamos como oro”, dice, parado en el presente, revolviendo su pasado.

Ese verano trepidante

Por ese entonces, no había redes sociales, ni foros, ni nada. La información realmente escaseaba y Chali, su amigo, lo llevó a descubrir su pequeño cultivo en las montañas. Allí, le mostró cruces, le habló de sativas, de índicas, de genéticas varias.

Corría el año 2001 y Mariano, que para ese momento trabajaba repartiendo pizzas en moto, rápidamente supo que allí estaba su verdadera pasión.

“Salía de trabajar y todos los días me iba a la montaña”, cuenta. Y fue durante ese verano trepidante cuando, entre la data de su amigo y las visitas a Asturjaya, configuró su cosmovisión. “Me abrió el mundo”.

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Con la primera cosecha y esas semillas iniciáticas, llegó una nueva forma de socialización: se podía fumar mejor y ahora Mariano tenía la contraseña de cómo hacerlo. Conoció la tienda Mi María, en Oviedo, a 100 kilómetros de su hogar, que también significó otra pieza importante para esta fábula verde.

“Ahí empezó todo. Me dio la locura por las semillas. ‘Las tengo que hacer’, pensaba. Las regalaba. Era mi forma de hacer activismo. A todo el mundo le decía: ‘no fumes hachís, fuma marihuana’”, rememora.

Se compró cuatro focos, montó una sala y cultivó algunos cruces.

El catálogo holandés

Para el año 2003, el destino puso una oportunidad en sus manos: como el grow tenía semillas a precios irrisorios, Mariano se decidió a invertir unas 500 pesetas (menos de 4 dólares) en un catálogo de semillas holandés que, en sus páginas, además de información, tenía unas direcciones de contacto.

“En Holanda ya era legal. España tenía un vacío legal. Mientras fuera para consumo y no para venta, no era ilegal”.

Siguió cultivando (veranos en el exterior, inviernos en el interior), continuó regalando semillas por acá y por allá.

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Así las cosas, en la Spannabis de 2008, el entusiasta Mariano se presentó con el afán de conocer en persona a los responsables de todos los bancos de semillas holandeses. “Era mi sueño”, asegura.

“Yo era muy pequeño. Fui por todos los stands regalando semillas y pidiendo información. Casi suplicando. Ahora todas esas marcas son mi competencia. Nosotros no tenemos tabú de esconder información, siempre la compartimos. Si la gente tiene mayor conocimiento, vamos a tener mejor cannabis y va a ser legal en todo el mundo”.

De pronto, Asturias le empezó a quedar pequeña y se mudó a Tenerife, la isla de la eterna primavera. A los meses, abrió su propio grow shop al que bautizó THC Canarias.

“Me fue muy bien. Me llevé algunas copas de cannabis. Los bancos empezaron a llamarme”.

El asunto creció tanto que hasta organizó su propia copa cannábica.

La joven promesa de los breeders

Ya para el año 2011, Mariano abrió la Asociación Club Medical THC, su propia asociación cannábica y la primera del estilo en Islas Canarias. “Me dieron permiso legal para cultivar, fue un sueño”.

En ese raid, comenzó a recuperar semillas y llegó hasta el Super Sativa Seed Bank, de California, uno de los bancos pioneros en el mundo. Recuperó unas semillas que se creían extintas y, desde ahí, se encendió un run run mediático que nunca paró de expandirse.

De pronto, su nombre empezó a circular entre los grandes expertos de la comunidad y hasta el mismísimo Jorge Cervantes, autor de Marihuana: horticultura de cannabis – la biblia del cultivador médico de interior y exterior, le escribió para felicitarlo. “Pensé que se trataba de una broma. Yo aprendí todo con sus libros”, asegura.

Pero era cierto: el trabajo de Mariano Duque había crecido tanto que desde Cervantes y hasta la revista Soft Secrets se sorprendían con su historia y destacaban su trabajo. “Me sacaron en la portada, en un cultivo. Decían que las Islas Canarias estaban llenas de THC. Eso fue un boom. Ponían en la nota que yo era la joven promesa de los breeders”.

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Así, su asociación pasó de agrupar a cuatro gatos asustados a estar conformada por más de 1.500 personas.

Se relacionó con otros bancos, siguió desarrollándose profesionalmente. Y, de pronto, the dream is over: la policía empezó a perseguirlo, fue intervenido y acusado de poco menos que narcotraficante. Le quitaron todo, absolutamente todo. Su caso terminó judicializado y aún sigue abierto.

“Me persiguieron en mi país sólo por hacer lo que me gusta, de una forma legal y pagando impuestos”.

Uruguay, el fleje

En ese momento, en Sudamérica, Uruguay legalizaba la producción, comercialización, tenencia y los usos creativos y medicinales de la marihuana. Conmovido por esta situación, Mariano viajó como una tromba a tierras charrúas.

De esta manera, con unos meses encima viviendo en Uruguay, se hizo presente en cuanto evento tuviera relación con el mundo del cannabis. Incluso, por supuesto, estuvo ahí cuando se hizo la primera Expocannabis.

“Una noche, durante una fiesta a la que fuimos con amigos de otras empresas, conocí a un chileno. Nos hicimos amigos y le empecé a contar mi historia. Allí empezó a salir la chispa del proyecto del banco de semillas propio”, señala.

Aquel chileno no era otro que Tarek Jury, un experto en marketing que se asoció con él, se convirtió en su socio y devino en el co-creador de BSF Seeds.

“Ellos crearon la marca basada en la información necesaria. ¿Qué características buscaban? Querían que fueran bigger, stronger, faster”, suma Félix Hadad Rivas, el CMO de BSF Seeds.

Y continúa: “Ellos fueron creando todo con un equipo reducido de personas. El negocio se volvió cada vez más rentable. Le otorgaban un valor a las semillas. El banco empezó a crecer y se fue profesionalizando. Como observación importante, siempre abogamos por el consumo responsable. Es uno de los valores de la marca. Y siempre respetamos al usuario y nos basamos en una perspectiva humano-centrista”.

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En su cuello, unas 89 distinciones de diversas copas cannábicas de todo el planeta. “Eso habla muy bien del producto”, completa Hadad Rivas.

BSF Seedverse

Entre las pretensiones oscilantes de la marca está la de formar a sus usuarios a través de su BSF School. Además, comprimen una pata solidaria con BSF Solidary, con la que regalan semillas para tratamientos medicinales que realmente las necesiten.

“No nos quedamos solo en vender una semilla”, confiesa Duque.

Nos consideramos unos de los bancos más profesionales. Tenemos alianzas en todo el mundo. Y hasta contamos con el respaldo de Mike Angelotti, el organizador de The Emeral Cup. Nuestras instalaciones son las más profesionales que pueden existir. Llevamos a la planta a su máximo esplendor”, comenta Mariano.

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Félix dixit: “Cada colaborador se considera un bsfiano. Esta cultura creció de manera orgánica. No fue un plan de marketing. Todos lo instalamos naturalmente y tiene un valor muy grande”.

Por estos días, hay bsfianos por todos los continentes y los mensajes de apoyo, cariño y cercanía aseguran lo siguiente: “La planta va a ser libre”.

Inspiración en el mundo del básquet

“BSF es la liga de las semillas. Es como la NBA”, sorprende Duque.

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En su catálogo, tienen “mixes” (ellos los llaman “equipos”) con cada temáticas. Luego, también, poseen a las “star players”, que son las variedades consagradas del banco. Ellas pasan por un “draft”, en el que un puñado de variedades compite para ver quién se queda en el catálogo.

¿Cómo diseñaron este universo referencial vinculado al básquet?

—Estuvimos un año y medio dándole y dándole. Hasta que salió la idea de hacer la liga, de que fuera un juego. Con BSF Seeds entregamos algo más: tenemos paquetes coleccionables y un “hall of fame” reservado para personas influyentes. Ahí tenemos a raperos como Original Juan y Akapellah. Pronto va a entrar Nitro, también.

¿Y de dónde viene su vínculo con el rap?

—Soy rapero. Desde los 13 años que rapeo y escucho freestyle. Rap and weed. A todos los rappers le gusta fumar. Y todos los rappers querían fumar con Mariano. Se crearon amistades con muchos artistas. El primero fue Supernafamacho de El Club de Los Poetas Violentos. Él estaba metido en las asociaciones de cannabis y yo lo ayudé con su club. Él me presentó a todos. Allí, se dio la idea de sacarle una semilla a Jota Mayúscula, que fue la primera semilla de un rapper en España. De ahí viene la alianza con el rap.

Smokers, growers, breeders y freestylers

“Mi hermano Mariano consigue un hash muy bueno”, escupe Original Juan en “I Don’t Give a Fuck”.

“Shout-out BSF que me patrocina”, tira Duki en “Volando Bajito”, tema de su nuevo disco Desde el fin del mundo.

Sin dudas, Mariano Duque está emplazado en el imaginario rapero internacional. “Somos el banco de los rappers”, se anima.

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Con este envión, llegó BSF Arena, un torneo en el que MCs internacionales compitieron vía digital. Y un evento que tuvo a jurados de la talla de Trueno, Duki y Original Juan y, asimismo, recibió el apoyo de Urban Roosters, la marca detrás de las Freestyle Master Series, las ligas de freestyle más relevantes de la Tierra.

“En plena pandemia me dio la locura de hacer todo esto. Lo hablé con Juan Ortelli, que es un bsfiano, y le dimos par adelante. Esto se hizo para que la gente en pandemia tuviera rap”, confiesa Duque.

Por estos días, BSF Seeds también planea meterse en la producción musical y colaborará con los artistas Jaloner y Sudakillah.

¿Cuánto más se puede innovar en el mundo de las genéticas?

—La verdad es que no tiene fin. La genética en el cannabis es un mundo por construir. Con la actual situación, con la legalidad en el mundo, recién se está empezando a investigar. Nosotros no vendemos semillas, vendemos sueños. Fue lo primero que yo recibí cuando entré a este mundo.

Fotos cortesía de BSF Seeds

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.