El Dolor No Espera: La Historia de Carlos ‘Goma’ Ossa, Uno de los Casos Testigos del Activismo Panameño
Publicación original: 14 de septiembre de 2022
Espasmos musculares, contracciones en las piernas, una bola de incertidumbre. Durante una de sus crisis causadas por la esclerosis múltiple, una enfermedad del sistema nervioso que afecta al cerebro y la médula espinal, el cocinero y restaurateur panameño Carlos “Goma” Ossa escuchó sobre los beneficios del cannabis medicinal. Ni milagros, ni fantasías: una planta con soluciones.
Con ayuda de alguien más, enroló como pudo, pidió una mano para darle mecha y, poco a poco, las afecciones de su cuerpo comenzaron a calmarse: “Sentí que mi dolor había mermado”.
El cannabis lo había ayudado a apaciguar su pesar. Una puerta se estaba abriendo.
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Comenzó a leer en Internet. Viajó a Estados Unidos para empezar un tratamiento. De sopetón, trajo escondida su medicina. Y su caso se convirtió en testigo: desde ese entonces, “Goma” reparte su tiempo entre sus tres restaurantes, su familia y un activismo a tiempo completo.
Años de militancia
“Yo tengo el privilegio de salir y traer mi medicina. Pero no es justo, no es algo que puedan hacer todos los pacientes panameños”, confiesa Ossa en exclusiva para El Planteo, en un parate del Latam Cann.biz, el evento cannábico interdisciplinario que lo tuvo entre sus principales oradores y protagonistas.
“Sé que muchos sienten dolor. Yo quiero reducir ese dolor a la mayor cantidad de gente posible”, sigue.
Así, Ossa se presentó insistentemente ante la Asamblea Nacional durante cinco años empujando la demanda de miles de pacientes. “Haciendo docencia nos ganamos la confianza de la ciudadanía”.
En ese sentido, “Goma” enfoca bien sus prioridades y destaca el valor del cannabis medicinal: “No se trata de fumar marihuana. Se trata de salud, de un derecho humano”, comenta.
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Por caso, durante estos días, Panamá celebró la reglamentación de una ley de cannabis y sus derivados para uso terapéutico y Ossa, que anda tan feliz como expectante, asume que “la legalización traerá un mercado seguro e informado”.
El dolor nunca espera
Cada viaje era un martirio. En cada milla, el miedo de la ilegalidad. En sus bolsillos, aceites y concentrados. En sus bolsillos, su medicina. En sus bolsillos, un ticket a la paz o, en su reverso, a la oscuridad.
“Era un producto hecho en California”, revela Ossa, quien reconoce el peligro de cada uno de esos trips. Pero, como le dijo a El Planteo la activista española Carola Pérez, el dolor nunca espera.
En Panamá se viven días de ilusión. Lógicamente, salir del claustro para conseguir una mejor medicina, sin estigmas y con más accesibilidad entusiasma a una buena parte de la población. “La maratón apenas está empezando”, advierte rápido de reflejos Ossa.
Es que, entre otros menesteres, aún faltan meses para el registro único de pacientes y, además, debe concretarse un profundo proceso educativo ante los médicos.
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El momento es histórico pero es apenas una pequeña puntita. “Nos toca estar vigilantes para que se haga un producto seguro y accesible”, refuerza el activista.
Y, asimismo, sabe bien que este proceso hacia adelante también debe revisar acciones del pasado. En su país, aún hay presos por plantar. También hay personas privadas de su libertad por tener algún gramito de marihuana para consumo personal.
“Hay quienes dicen abiertamente, como yo, que consumen algo ilegal y nunca les pasó nada. Pero hay gente en la cárcel por lo mismo”.
Entonces, podría asumirse que el caso de “Goma” es tremendamente peculiar. En sus palabras: “Fui bien abierto desde el primer momento. Siempre le acepté a los gobernantes que consumía algo ilegal. Muchos no podían dar la cara. Ya sea por trabajo o por familia. Eso frenó a que más pacientes quisieran salir a hablar”.
Activismo con propósito
Así las cosas, Ossa junto a un convoy de médicos, comunicadores, pacientes y activistas pusieron el tema en agenda. “Lo señalamos como una necesidad. Y acá estaba toda la evidencia”.
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En su caso, unas gotas le brindan un alivio casi inmediato, unos 15 o 20 minutos después de cada episodio. “Pero no busco sentirme mejor en soledad. Yo quería que el resto del país también tuviera acceso. Me motivó el dolor colectivo”.
Lo suyo es, digamos, un activismo con propósito.
“Los estereotipos sociales ya no aplican (si es que aplicaron algún día). Esto no es un tema de hippies ni fumetas. Hoy en día, los protagonistas del tema son médicos, pacientes, agricultores, economistas, abogados, atletas, niños con epilepsia y abuelitos con dolores. En fin, es un tema de la sociedad entera”, concluye.
Fotos cortesía de Carlos Ossa
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