CBD: La 'Puerta de Entrada' a los Nuevos Cannabinoides
Por Nick Warrender, CEO de Lifted Made.
El cannabis es para compartir y los “nuevos cannabinoides” derivados del cáñamo son una de las mejores formas de hacerlo. Estos están impulsando un espectacular crecimiento del mercado, mientras ofrecen a pacientes y consumidores un sinfín de nuevas opciones. Y las opciones pueden salvar vidas. Yo soy prueba viviente.
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Al igual que muchos empresarios del sector del cannabis, mi viaje comenzó con una enfermedad. A los 17 años, era un talentoso jugador de básquet, con aspiraciones a la NBA. Con las opciones de la división I finalmente en el horizonte, mi familia decidió celebrar los años de dedicación colectiva a mi sueño con un crucero familiar a Belice.
A los pocos minutos de atracar nuestro barco y salir del crucero, fui secuestrado y encerrado en una de las prisiones más peligrosas del mundo, infestada de enfermedades, desechos humanos e insectos que nunca había visto. Pasé una semana allí, antes de que una serie de acontecimientos verdaderamente fortuitos condujeran a mi rescate y liberación. Aquella semana no sólo fue terrorífica desde el punto de vista existencial, sino que también cambió la trayectoria de mi vida. Al volver a casa, desarrollé una enfermedad autoinmune degenerativa desconocida para la medicina occidental y que probablemente contraje durante mi estancia en prisión. Incapaz de realizar las tareas más básicas, por no hablar de jugar al básquet, me vi obligado a cambiar mi beca por años dentro y fuera de una cama de hospital.
A los 24 años, mi destino volvería a dar otro giro dramático e inesperado. Vivía con mis cuidadores, mis padres, cuando un amigo me presentó el CBD, un fitocannabinoide derivado del cáñamo. En aquel momento, todavía era relativamente desconocido para las masas. No creo que pueda expresar con palabras lo que es haber agotado la medicina moderna y luego ser literalmente devuelto a la vida, como Lázaro.
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No soy un hombre religioso en sí, pero mi experiencia de renacimiento fue completamente transformadora. Es por eso que, hoy en día, tengo plena “fe” en la ciencia de los cannabinoides; concretamente en la ciencia que rodea a los cannabinoides clásicos, como el Δ9- Tetrahidrocannabinol (Delta-9-THC) y el Cannabidiol (CBD). A estos se les suman lo que ha surgido recientemente dentro de nuestro léxico contemporáneo como “nuevos cannabinoides”. Estos derivados sintetizados amplían el espectro de los cannabinoides a nuevas alturas y nuevos efectos.
Al igual que muchxs consumidores de CBD, fui uno de los primeros en adoptar los nuevos cannabinoides derivados del cáñamo. Según el Grupo Brightfield, lxs consumidores más propensos a comprar productos con nuevos cannabinoides tienen un amplio historial de uso de CBD, lo que tiene sentido. Al sentirse cómodos y familiarizados con el CBD a través de la experiencia, estamos más abiertos a probar los nuevos cannabinoides y nos disuade menos la palabra “sintetizado”. ¿Y por qué debería disuadirnos? Los compuestos sintéticos y semisintéticos de origen vegetal no son nada nuevo, sino que son elementos innovadores de la vida moderna.
Hoy en día, más del 50% de los productos farmacéuticos se derivan sintéticamente de compuestos de origen vegetal como ingredientes activos. La aspirina es un producto semisintético derivado de la adormidera (Papaver somniferum) y de la corteza del sauce. La apomorfina es un derivado semisintético de la morfina que se utiliza en la enfermedad de Parkinson; el fármaco amoxicilina es una penicilina semisintética derivada de P. chrysogenum y P. rubens; y luego está el Dronabinol, un derivado sintético de la planta de cannabis sativa L. (cáñamo). Éste se prescribe como estimulante del apetito y antiemético para pacientes de sida, así como para quienes reciben quimioterapia.
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En resumen, las plantas son algunos de los recursos naturales más importantes que tenemos. Y gracias a la ciencia de la biología sintética de las plantas y la química orgánica, ahora tenemos formas de producir de forma segura y eficaz una gran cantidad de fitoquímicos terapéuticos, como los nuevos cannabinoides.
Uno de los primeros, el CP 55.940, fue desarrollado por Pfizer en 1974 y resultó ser unas 45 veces más potente que el THC. Otra forma de THC, que ha ganado una increíble popularidad a nivel nacional en el último par de años se llama Δ8-Tetrahidrocannabinol (Delta-8-THC). Fue sintetizado en 1965 por Raphael Mechoulam, el “padre del cannabis”, que aisló por primera vez el CBD y el THC, en 1963 y 1964, en la Universidad Hebrea.
Al igual que el Delta-9-THC, el Delta-8-THC se encuentra de forma natural en el cáñamo en cantidades muy bajas. Mechoulam descubrió que el Delta-8-THC también puede existir como un isómero del CBD, lo que significa que los compuestos que forman la molécula del CBD pueden reorganizarse fácilmente para crear el Delta-8-THC mediante un proceso llamado “isomerización”. El aislado de CBD se combina con un ácido disolvente y calor, convirtiéndolo en Delta-9-THC; después de 72 horas, más de la mitad del material se oxida para convertirse entonces en Delta-8-THC. Curiosamente, es esta oxidación o degradación la que hace que el Delta-8 produzca su “subidón” notablemente más suave y sustancialmente diferente que su pariente cercano, el Delta-9-THC.
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En general, los nuevos cannabinoides cuentan con más de 60 años de investigación real a sus espaldas. Ya se ha demostrado que pueden ser producidos de forma fácil y segura por laboratorios creíbles y de terceros, así como probados en cuanto a su eficacia y pureza.
Las implicaciones son enormes: por caso, tenemos al THC-V, un cannabinoide poco común que ha demostrado actuar en la supresión del apetito y de los ataques de pánico. Éste se encuentra en mayores concentraciones en las variedades de cannabis de determinadas partes del mundo, incluida la parte sur del continente africano. Si lo sintetizáramos como un nuevo cannabinoide derivado del cáñamo, podríamos hacerlo mucho más accesible a la mayoría de la población, mediante una metodología más rentable y altamente sostenible.
Con la relajación de las restricciones legales y reglamentarias que recorren el mundo, la ciencia está descubriendo y redescubriendo por fin el gran potencial que los cannabinoides y sus nuevos derivados tienen para la salud y el bienestar humanos… Todo con el CBD derivado del cáñamo como la proverbial “puerta de entrada”.
Nick Warrender es el fundador y CEO de Lifted Made, un proveedor nacional de productos cannabinoides derivados del cáñamo de origen sostenible, probados en laboratorios de terceros y a prueba de niñxs.
Vía Benzinga, traducido por El Planteo.
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