El Camino de Orco Videos, el Realizador de Clips Más Pegado del País
Mar del Plata, 1998. Entre olas toscas, rachas de sal y un viento tibio, el pequeño Julián González Díaz se deslizaba con su skate por la rambla. Unos años más tarde, su pasión por patinar se materializó desde otro lado, cuando una lesión lo llevó a cambiar la tabla por la cámara. “El skate siempre tuvo una cultura visual muy zarpada, de avanzada y ondera”, dice Julián, hoy convertido en Orco Videos, el director de videoclip más prendido del país.
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Empezó a interesarte por el trabajo audiovisual de unos amigos y, de regalo, ligó una cámara de fotos. Corría el 2001 y Julián arrancó sacándole fotos a skaters de su ciudad. “Eran fotos analógicas, impresas, que las veíamos nosotros”, suma.
¿Su objetivo? Que las imágenes corrieran de mano en mano. “Algo muy del skate”, aclara. Y la cultura de la rancheada le hizo intercambiar data con todos los skaters de la Costa Atlántica. Sus fotos circularon tímidamente entre las manos roñosas de los pibes y fueron ponderadas por la comunidad.
“Hay una cultura que es muy de hacer entre nosotros“, cuenta. “Todo se va retroalimentando. Un día, una de las fotos que saqué salió en una publicidad de Fifty Fifty, una marca de ropa de Mardel”.
Así siguió: sacando fotos y retratando todo lo que se cruzaba.
¿Por qué no te ponés a estudiar cine?
Su hermano, Pablo Pacheco, recién estaba arrancando con Trimarchi DG, el encuentro de diseño gráfico más importante del país, cuando le pidió que sacara fotos para el evento. Y, de paso, le sugirió algo más: “¿Por qué no te ponés a estudiar cine, así los filmás?”
“Ese fue otro empujón”, reconoce.
De pronto, cayó en sus manos una videocámara Sony Hi8 que era de su primo. Ahí empezó a filmar cositas de skate. Lo explica: “El skate es muy técnico. Podés estar grabando todo el día para obtener unos 8 segundos. Es un trabajo muy artesanal, te tiene que encantar. En ese momento, empecé a filmar más el mundito del skate que a los skaters patinando”.
Y aquí la lesión, allí el pase de bando: el germen audiovisual ya había hecho metástasis en Julián.
Funde a negro: pero se metió en la mala.
“Me empecé a juntar con los pibes de la plaza y me fui medio para el costado. Conocí la droga, la delincuencia. Me fui un poco del camino. Estuve dos años re en esa. Me salvó mi otro hermano que vivía en La Plata. Me fui para allá para salir de ese entorno y meterme a estudiar cine. Y no estudié nada. Me rescaté de las drogas, pero vivía en una ciudad nueva. Me seguí metiendo en la cámara, pero sin estudiar. Fui un par de veces a la facultad, pero iba a fumar porro, nomás”, cuenta.
El destino
Su vida siguió de salto en salto. De buscar algunas cosas para terminar encontrando otras. Como la azarosa llegada de Colón a América, el cultivo de bacterias que terminó en el descubrimiento de la penicilina o la vuelta que tuvo Albert Hoffmann al advertir que el LSD no tenía grandes resultados farmacológicos pero sí alucinógenos, Julián tuvo su propia serendipia.
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Según la Real Academia Española, serendipia es: “Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual”.
Julián González Díaz no buscaba nada pero lo encontró.
“Una vuelta, trabajando para el MARFICI medio de mulo, escuché a un loco que decía que iba a abrir una escuela de cine en Buenos Aires. ‘¿Por qué no le das una beca a Orco, que quiere estudiar cine?’, dijo un amigo jodiendo. Y el chabón, medio de compromiso, dijo que sí. Así que me vine a Buenos Aires a estudiar cine”, dice.
Y completa: “La escuela duró cuatro meses porque éramos todos becados”.
Partiendo la party en partes
Instalado en Buenos Aires, Julián trabajó de cualquier cosa. De hecho, estuvo un año pintando mueblecitos para niños (“De esos que venían de Tigre, los chiquitos”). En ese ínterin, conoció a una pandilla de grafiteros que paraban en un caserón tomado en el corazón de Belgrano. Como le quedaba cerca, terminó parando ahí.
De fiesta en fiesta, se inmiscuyó en el under de Buenos Aires. “Flashié con la movida”, comenta. En una de esas fiestas se cruzó con Fer Portabales, el responsable de la productora EBTV. “Empecé a aprender el oficio del camarógrafo. La productora era chiquita y pasé a ser el único director que tenían. Y el primer laburo que hice fue un Behind the Music de Virus para MTV”.
Entretanto, Julián partió con su camino en el mundo audiovisual de la mano de la música. “Estuve un año laburando ahí. Me tiraron a la cancha así, sin saber nada. Tenía ondita, pero no sabía nada. ¡Y mi primer laburo salió en MTV! Laburando ahí me curtí, le perdí el miedo y aprendí un montón de cosas”, revuelve.
Siguió trabajando por su cuenta y se mandó a agarrar trabajos freelance. Así las cosas, llegó Narrow, una de las marcas más populares y con más volumen de ventas en Argentina, y pegó campañas y viajes insólitos. “Yo tenía 24 años y con ellos viajé a Hawaii, Japón y Turquía para hacer publicidades. También me curtí un montón con ellos”.
Esos viajes laborales de 15 días se convertían en un mes de estadía. Cuando todo el equipo técnico se volvía, él aprovechaba para ensanchar su curiosidad. “Me quedaba con la cámara. Yo no hablo inglés, ni nada. Mi única interacción era filmar a la gente. Les mostraba un poco y, como les gustaba, me dejaban. Pegaba interacción a través de la cámara y fui juntando un montón de material”.
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Julián siguió filmando a los grafiteros cada vez que salían a pintar y ahí, asegura, se hizo uno con la cámara: “Siempre la llevaba encima, eso me dio el estilo con el que filmo”.
Por esos días y gracias a sus mañas con el skate, recibió el llamado de una productora para hacer ESPN X, el programa de deportes extremos de la cadena ESPN. “Durante 2012 metí unos 15 viajes: fuimos a India, Marruecos y a un montón de países de Europa y de América”, sostiene.
Un nuevo modo de vida
Tras un año de sellar el pasaporte, dejó ese trabajo y se enfocó en otros proyectos que lo convocaban más. Y empezó a hacer videoclips.
“El primero fue ‘Puentes’, para Alan Garvey, un pibe de la Villa Carlos Gardel. Es un tema que se lo dedicó a su madre que estaba presa. Lo conocí por César González, el poeta y director de cine. Cuando filmamos el video, él tenía 12 años. Ahora, lamentablemente, está preso. Justo estábamos por hacer el segundo videoclip juntos. Estamos viendo qué se puede hacer. Vamos a hacer algún videíto desde el penal”.
Al toque llegó “Sintonía” de Lo’ Pibitos, “Gorila” de Francisca y Los Exploradores, “Perdedores del Barrio” del español Kaydy Cain y algunos clips más para bandas marplatenses. “Y empecé a meterle”.
Para 2016 filmó “Matemática” de Juan Ingaramo y Adrián Dárgelos. Y, entre los pibes que aparecían en el clip estaba Joaquín Auteli, quien terminó protagonizando Me quedo contigo, su primera película.
Mientras tanto, a principios de 2019 llegó “Ouke” de Ca7riel y Paco Amoroso y su vida cambió para siempre. “Fue el primer videoclip que hice con director de fotografía y director de arte. Estaba preocupado por perder mi esencia. Estrenamos ‘Ouke’ y a los tres días me estaban llamando de todas las productoras. Me llamó hasta Dante. Al toque fue como: acá pasó algo”, rememora.
Siguió metiéndole: en 2019 dirigió unos 21 videoclips. “Estaba en esa de ser camarógrafo, un obrero audiovisual. Me empecé a dedicar a los videoclips. Entonces, ¿mi vida es el videoclip? Y… dale”, se dijo a sí mismo.
—¿Cómo llegaste a Ca7riel y Paco Amoroso?
—Las pibas del Club del Sodeado me invitaron a filmar a Mendoza. Fui y estuve ahí un par de días. Llegaron los pibes y yo no los conocía. Los vi por primera vez en un asado. “¿Estos guachos quiénes son?”, me pregunté. “Che, ¿qué hacen mañana? ¿Filmamos un video?”, les pregunté. Hicimos “A mí no”. Ellos no tenían ni el tema, solo la base. Pegué buena onda con los pibes. Después quisieron hacer “Ouke”. Habían pensado otra cosa re distinta, pero yo les dije: “Vamos a hacer esto”. Lo filmamos en Donnet, en el bar de una amiga. Yo ranchaba ahí e iba a comer todas las noches. Mi casa sólo la usaba para dormir porque era inhabitable. Ahí tenía todo: Internet, oficina.
Enseguida, dirigió “No sigas”, de Dante y Neo Pistea, con producción de Landia. “Ahí aprendí de qué se trataba un rodaje. Nunca estuve en un rodaje que no dirija yo”, apunta.
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Y pasó de la improvisación absoluta a dirigir el mainstream “Homerun” de Paulo Londra, clip con 77 millones de views. Luego llegaron otros más junto a Londra, el artista más pegado de América Latina. En esos clips, al lado de Rocío Mercado, su socia, vivieron de todo: millones de problemas, pero eso les hizo el cuero un poco más hirsuto.
—¿Qué problemas tuvieron?
—Yo no sé ni cómo sacar un pasaje. Tengo el gas cortado hace un año. No sé usar Mercado Pago. Me armé un entorno que me ayuda a sobrevivir. Le tuve que pedir a una amiga que me sacara los pasajes para Córdoba. Nos cayó SICA en el medio del rodaje. No sé, mil cosas. Yo no tenía un peso y me lo financió Pablito Lescano. Le mandé un audio, le pedí plata y me la dio.
—Pará, pará… ¿Qué tiene que ver Pablito Lescano con todo esto?
—Lo conocí por el periodista Tito del Águila. Él lo iba a entrevistar, me llevó para filmar algo y pegamos alta onda. Le mostré un video y le dije: “Yo hago videoclips”. Era el de “De la villa soy”, de My Name is George, que es un loco que graba los temas en el cyber. Se bajó el Fruity Loops, aprendió a usarlo con tutoriales, grabó con el mic de la compu. Se financió vendiendo medias en la calle, lo tiró en Internet y pegó. Pablo ya había visto el video. “Sos bueno, eh. Tenés que hacernos un video a nosotros”. Y le hice “Gente que no”, con Fidel Nadal.
—¿Y cómo fue lo de pedirle plata?
—Le mandé un mensaje diciéndole: “Pablo, ¿andás por ahí?” Y él me dijo: “¿Qué onda que me hablás así? ¿Qué te pasó?” Y yo le tenía que pedir plata. “¿Cuánto necesitás? Pasá por casa”, me dijo. Y me tiró una bolsa de guita por el balcón. “Te lo devuelvo en 15 días”, le dije. “Cuando puedas”, me respondió.
—¿Londra sabe que el video lo financió Pablo Lescano?
—No.
Julián González Díaz a.k.a. Orco Videos está oficialmente pegadísimo.
Los clips cosecha 2020 y el Festival Escenario
A la sazón, siguió con “Criminal” de Neo Pistea, “McFly” de Ca7riel, “Tau Tau” de Louta, “Meidey” de Flu Os, “Toca” de Perota Chingó, “Perdidos en el Paraíso” de Dante, “Nada más que hablar” de Neo Pistea y Chita, “H.I.E.L.O.” de Duki y Obie WanShot, “Buenos Aires” de Nathy Peluso, entre otros.
“En estos días estrenamos los que hicimos con Cazzu y Miss Bolivia”, aventura.
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—¿De qué se trata el material que puede verse en el Festival Escenario?
—Es una recopilación de los últimos videos que hicimos. Es como una peli improvisada que hice para el festival. Lo hice en medio de la grabación de “No te quedes solo” de Indios y le metí la onda que pude.
La plataforma pública y gratuita Contar presenta la segunda edición del Festival Escenario 2: Cine + Música, que se realizará del sábado 10 al viernes 30 de octubre, organizado por La Nave de los Sueños y con el auspicio de la Secretaría de Medios y Comunicación Pública y el Ministerio de Cultura de la Nación. Allí podrá verse una muestra exclusiva del trabajo más destacado de Orco Videos.
Fotos: Ana Belén Rodríguez
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