Dillom, a Cajón Abierto: la Entrevista Más Íntima del Rapero
Llegó varias décadas tarde pero llegó. La cultura hip-hop ha conquistado Latinoamérica. Al frente de este movimiento, artistas mega virales como Duki, Bad Bunny, Daddy Yankee, Bizarrap o Nicki Nicole acumulan cientos de millones de reproducciones mensuales.
Ahora, una nueva camada de artistas jóvenes desafía nuestras nociones de lo que hace a un hit, combinando elementos de los 80, los 90, los 2000 y la actualidad. Rap, trap, cumbia, reggaetón, indie rock… Post Mortem, el nuevo disco del artista argentino Dillom, de 21 años, tiene de todo. Y los componentes gráficos y audiovisuales que acompañan a su obra no se quedan atrás.
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A su lado, una crew sin igual: el sello Bohemian Groove, liderado por Ignacio “Nacho” Caiella, y el colectivo artístico que lo compone, la RIP Gang.
Pero, ¿quién es este joven artista que se perfila como una especie de Eminem latino? ¿De dónde salen sus letras elaboradas y bilingües llenas de referencias culturales y de sórdidas historias personales? ¿Cómo logran este músico y su equipo un sonido y unos videoclips que flotan por encima de los estándares internacionales?
“Mandamos a masterizar el disco a Los Ángeles”, dice Santiago De Simone, el tipo de más de 40 años que mezcló el álbum, durante una charla en el estudio de Cromo Música en Buenos Aires, Argentina. “Y en el sonido final, se nota. Está impecable”.
No es una exageración: el disco está efectivamente impecable. Y también, en su composición química, logra algo impensado como reconciliar al hip-hop head, al fanático del rap, con géneros más indie, tal como los Beastie Boys lo hicieron con el rock y el rap. En su eclecticismo habita uno de los mayores secretos de Dillom.
Rebobine antes de devolver
Aunque Dillom habla bastante de su historia de vida en sus canciones, el tema no es de sus favoritos. Con la música, hace catarsis.
“No hay tanta data de mi historia, yo no suelo contar tanto”, declara. “No me gusta estar así, sacar el tema de lo que me pasó en mi vida, me parece medio siome. Pero, bueno, mi nombre es Dylan, crecí con mis padres, nací en el barrio argentino de Once [el barrio más comercial y multiétnico de Buenos Aires, la capital de Argentina] y después me mudé a Colegiales”.
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A los 8 años, a Dillom le tocó ver a sus padres divorciarse. Aunque no le encante reconocerlo, la experiencia lo marcó. Desde ese momento, su vida tomaría vías bastante turbulentas.
Recuerda vivir entre lo de su mamá y su papá, mientras su padre construía otra familia, con otra mujer. “Mi vieja, pobre, hizo lo que pudo y entró en algunas medio oscuras de adicción y depresión. Tenía varios novios que eran medio violentos”. Las circunstancias poco favorables llevaron a su mamá a meterse en situaciones de dudosa legalidad.
“Y, bueno, un día, de toda esa mala junta, terminó ella pegada en un caso medio turbio y terminó presa”.
Obligado a mudarse con su padre y su nueva familia, Dillom enfrentaría una serie de desafíos cuyo atribulado desenlace terminaría con él durmiendo en una plaza.
Poco ortodoxo
Resulta que la mujer con la que su padre se había casado es judía practicante, “ortodoxa”, según Dillom. Su padre también se había convertido al judaísmo.
Más que la distancia cultural, el joven sintió una especie de incomodidad, un prejuicio en su contra: “Me sentía muy outsider en ese mundo”.
“Se pusieron antiguos, full ortodoxos, y yo nunca fui ortodoxo. Al contrario, nada que ver, ni judío tampoco”, revela el artista. “Y, bueno, como que no me quedó otra que vivir con ellos. Pero, de repente, me obligaban a seguir sus costumbres, no me dejaban usar el celular o hacer la tarea los viernes porque era Shabbat. No me dejaban hacer chistes, ni nada”.
Aunque la vida en lo de su madre tampoco era fácil, Dillom siempre la prefirió. Al menos en lo de la mamma era libre, tenía su propia habitación y el espacio para hacer lo que quisiera. En lo de papá, no quedaba otra que escapar, esconderse y mentir. “No me hacían sentir como en un hogar”, sostiene.
El asunto terminó mal. Papá dijo: “Si no te gustan nuestras reglas, podés irte”. Y le ofreció tres opciones: o se iba a Ushuaia con familia, o se iba a Misiones con familia, o se iba a la plaza.
“Yo lo único en lo que pensaba era en vivir de la música. Entonces dije ‘ni en pedo voy a vivir a Misiones o al sur, a Ushuaia, que todo bien, pero lamentablemente no hay la misma cantidad de oportunidades que pueden haber en Buenos Aires’”.
Así las cosas, el joven Dylan se fue a dormir a la plaza.
Una noche duró.
Por suerte, un amigo de la escuela primaria con el que había reconectado recientemente lo invitó a quedarse con él, su madre y su hermano. De repente, Dillom tenía de nuevo una familia con la que se sentía cómodo.
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Con todxs ellxs vive hasta el día de hoy e, incluso, planea mudarse con la banda a una casa más grande.
“Ahora que hago plata con todo esto de la música, la mujer de mi padre me da la razón, el tiempo me dio la razón”, proclama orgulloso. Por caso, su historia recuerda a aquella de redención relatada por Eminem en Marshal Mathers:
For every million I make, another relative sues
Family fightin’ and fussin’ over who wants to invite me to supper
All the sudden, I got 90-some cousins
[Por cada millón que gano, otro familiar me hace juicio.
Mi familia peleando y quejándose por quién quiere invitarme a cenar,
De repente, tengo 90 y pico de primos.]
Como Eminem y muchxs otrxs artistas, Dillom también vuelca su experiencia personal en sus temas. Quizás por su sentido del humor ácido no se tendería a interpretarlo literalmente, pero, en Opa, cuenta toda la secuencia con sus padres de forma bastante fehaciente.
Mi mamá tomando merca, todo enfrente de mi cara
Y mi viejo después de eso me echó fuera de la casa
Pero si no fuera por eso, ahora no tendría nada,
Porque gracias a esa secuen'[cia] ahora estoy más pillo.
3 metros bajo tierra
A pesar de no ser instrumentista en sus temas actuales, Dillom siempre fue muy musical. Desde los 9 que toca el bajo.
“De hecho, el día que hacen el allanamiento a mi casa… yo al otro día iba a dar mi primer show con un grupo; era el DJ”, relata. “Cuando hay un allanamiento se secuestran todos los dispositivos que tengan almacenamiento y yo tenía el show en un pen drive. Estaban todos los policías y les dije ‘necesito esto, nada más. Pueden revisarlo ahora, tengo 18 archivos; revisen lo que no tenga ninguna información confidencial y me la llevo, por favor’. Y la verdad que se coparon. También había una computadora all-in-one, de esas que tienen la CPU dentro del monitor, y los boludos pensaron que era solo un monitor, así que quedó. El allanamiento duró desde las 5 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Me dormí una siestita y a la noche fui a tocar”.
¿Cuán fancy es Dillom?
—Pará. De verdad. ¿Cuán cheto [fancy, rico, fresa, cuico, pijo…] sos?
—Yo era raro porque vivía entre dos mundos, era como Hannah Montana. Yo iba a un colegio público. Con mi vieja re costaba llegar a fin de mes; mi vieja vendía ropa en Parque Centenario y yo la acompañaba a la feria. Mi viejo no tenía nada hasta que se convirtió a la colectividad [judía]… Viste, una de las cosas que conlleva la colectividad es que todos se ayudan un poco.
—¿Y el inglés?
—Mucho de videojuegos. Además, yo soy muy fanático y, a la vez, estudiante del rap americano de toda la vida.
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‘Si ella me pide, la fajo’
“Si ella me pide, la fajo”, dice Dillom en su hit OPA, que ya cuenta con más de 30 millones de reproducciones. En el video, aparece vestido de cuero, siendo golpeado por un látigo, en una escena que remite al mundo del BDSM. La parte clave de su frase: “Si ella me pide”. El consentimiento lo es todo.
“Mi money go dumb, tengo plata pelotuda”, agrega en su nuevo corte, Pelotuda. Nuevamente, en una sutileza yace su significado real. Entre “plata” y “pelotuda” no hay una coma. Pelotuda no es la persona que recibe el mensaje, sino la plata en sí. Jugando con el inglés, Dillom asegura que tiene “stupid money”, dinero en cantidades desmesuradas, estúpidas o, en argentino, pelotudas.
Como éstas, existen docenas de frases en los temas del joven músico. Si hay algo que ama es jugar con los límites. Caminar sobre esa línea está reservada solo para las mentes más centradas de nuestra época.
“Yo quería aprovechar eso. Es apostar a algo riesgoso, pero que a la vez es seguro, que tiene una justificación muy lógica, que nadie te puede decir nada porque decís ‘mira, éste es el significado real de esta barra’”.
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“Obviamente, habrá sectores extremistas, full radicales, que se enojarán, pero tampoco yo hago música para esos sectores. O sea, no son mi target… Hay mucha gente que dice que ya no se puede hacer humor y todo eso. Y hay mucha gente que a eso responde ‘el humor se puede seguir haciendo, nomás que tenés que adaptarlo a los tiempos de ahora’. Yo siento que, con un poco de ingenio, podés. O sea, esto de ‘si ella me pide, la fajo’, es pensar dos minutos más cómo conjugar la oración para que no sea nada malo pero a la vez sea un poco jugar con el límite… Trato de hacer una curaduría muy fina en ese sentido”.
Everybody Loves Dillom
En gran parte de América Latina, el rap es cosa de gente joven, o de nicho. Pero el mainstream y los hipsters, no son fans de la movida.
Sin embargo, Dillom rompe con esos patrones.
“Esa es mi idea, un poco de abarcar todo, todo ese público, unir un poco a todo ese público. Los wachines de bolsillo, sé que me iban a escuchar. Estoy recontra agradecido, obviamente. Pero siendo que el trap es la música popular de la juventud de hoy en día, a los wachines los tenés seguro. Lo que cuesta más es conseguir a gente grande que te escuche. A mí lo que más me llena es leer comentarios de ‘che, tengo 40 años y me gusta tu música’”.
Y agrega: “Me está pasando últimamente que estoy teniendo muchas regresiones a temas que escuchaba yo en el auto a los cuatro o cinco años, que mantengo la melodía en la cabeza, y eso influye en mis temas. Con Miranda me pasa mucho. A esa edad, ni siquiera distinguís la música que escuchas, hay texturas que te gustan y decís ‘esto está bueno’”.
Y esos atisbos de pasado, esas melodías lejanas sin nombre, luego infieren en su creación actual, aggiornando al 2021 la infancia de un gurí nacido en el 2000.
El porrito elusivo
A lot of people ask me, stupid fuckin’ questions
A lot of people think that, what I say on record
Or what I talk about on a record
That I actually do in real life or that I believe in it
Or if I say that I wanna kill somebody
That I’m actually gonna do it or that I believe in it
[Mucha gente me hace preguntas muy estúpidas
Mucha gente piensa que, lo que digo en mis discos,
O de lo que hablo en un disco,
Que realmente lo hago en la vida real o que creo en eso.
O si digo que quiero matar a alguien
Que realmente voy a hacerlo, o que creo en eso.]
Así arranca el tema Criminal de Eminem. En esta referencia, Dillom encuentra una buena forma de explicar su relación con el cannabis y por qué la mota aparece en tantos temas en su nuevo álbum a pesar de él no ser actualmente un consumidor asiduo de cannabis, en un ambiente en el que -curiosamente- casi todxs fuman.
“Yo en este disco menciono muchas cosas que no necesariamente tienen que ser actuales. Si tengo que rapear de mi vida actual, es un embole, porque me levanto, me hago un skincare y me voy a la oficina. Yo siento que muchas veces, para escribir, uno tiene que ponerse en una parte de la línea del tiempo que quizás la pasaste como el orto”, explica.
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“Hoy en día también me puede pasar que tuve un mal día y justo se murió mi tía y lo escribo porque me afectó, pero muchas veces hago regresiones a otras partes de mi vida… Y, bueno, siento que tengo que decir esto, hablar de cannabis, porque en un momento de mi vida lo hice, en un momento de mi vida fumaba como desquiciado. Entonces ya fue”.
Pero, ¿qué fue lo que hizo a Dillom dejar la marihuana?
Al parecer, la pandemia tuvo mucho que ver. Al comienzo de la cuarentena, el joven Dylon decidió comprar un frasco de flores. “Y yo vivo en un departamento con mi amigo que me rescató de la calle, el hermano de mi amigo y la mamá, que son como mi familia ensamblada. Es súper cómodo ahí, me llevo bien y, no sé, me aburre vivir solo”.
“En la casa puedo fumar sin drama. Así que me pedí un frasco y me fumé un porro. Yo nunca fui de fumar mucho, por ahí fumaba dos secas y quedaba recontra maquinando; me agarraba como una ansiedad y me entraba a sentir zarpado, tipo ‘se van a dar cuenta que estoy re loco’. Todo mental. Y llegó un momento en que dije, ‘che, ¿por qué sigo fumando si no estoy disfrutando?’”
Esto no significa que Dillom no fuma hoy en día. Sólo que fuma poco. De vez en cuando, en un ámbito social, sus amigxs Saramalacara y MuereJoven le giran un porrito y le da alguna que otra seca.
A pesar de no consumir cannabis en forma frecuente, Dillom no carga ningún estigma en su contra.
“Me gusta molestar a Sara y Muere que son muy compañeros míos. Me pongo medio [Eduardo Feinnman] y les digo ‘Ah, ¿se van a fumar un porrito? ¿Eh?’ Pero para mí, que la gente quiera fumar porro está perecto. A mí me pega como el orto”.
“Me encantaría, la verdad, poder fumar un porro y disfrutarlo como el mejor, pero no puedo hoy en día porque tengo muchas responsabilidades. Hay gente que con las responsabilidades y con el porro puede hacerlo; yo no. Y siento que mucha gente tampoco, pero no se termina de dar cuenta. Hay gente que fuma y quizás va a trabajar o hacer algo y lo hace como el orto, porque no lo pueden combinar. Eso no significa que no haya gente que pueda hacerlo perfectamente”.
—¿Medicinal?¿Qué opinás de eso?
—No, medicinal… Eso ni se discute. Obviamente, está perfecto. ¿Qué le puedo decir yo a alguien que está teniendo una convulsión cada cinco minutos? No puedo ser nadie para juzgar a esa persona.
Psicodelia y fama
“Me gustan los hongos alucinógenos. Soy muy respetuoso con eso también, porque yo soy alguien que suele disociar bastante. Entonces es como que me encanta hacerlo, la paso muy bien, pero siempre trato de hacerlo en un ambiente especial, donde apago el celular”, revela Dillom, hablando de experiencias con psicodélicos.
“Al ser una persona muy pública, también por ahí miro el celular así de reflejo y veo un mensaje que me la recontra baja. No sé, me siento espiado”.
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Dillom y sus amigos de la RIP Gang hablan del tema a menudo. ¿Cómo se lidia con la fama a tan temprana edad?
“Nosotros laburamos de algo que no tenés que hacerte muchas preguntas. Tenés que hacer y listo. Si te empezás a hacer preguntas, cagaste, porque empezás a pensar que sos un boludo por subir tal o cual cosa”.
Y lo conecta con el tema de los psicodélicos: “Siento que hay ciertas drogas que me hacen hacer muchas preguntas que, a mí, en lo personal, no me sirven. Entonces, bueno, los psicodélicos me encantan, pero hacerlo en un lugar donde no tenga el celular encima, no tenga nada, esté en contacto con la naturaleza y listo”.
El Dillom ATP
Entre tanto tema polémico que toca, era de esperarse que Dillom hiciera enojar a unas cuantas personas. Curiosamente, en una de esas situaciones, el artista encontró una nueva oportunidad para ampliar su audiencia.
Durante el programa Altavoz, una niña cantó un fragmento de OPA. En este pedacito del tema, Dillom hace referencia a las drogas: “Mis opps son medio opa / Lo fumo con falopa / Y si quieren lo que tengo yo conozco al de la nota”.
Indignados al oír a una nena cantar sobre cocaína y dealers, varias personas en los medios salieron al ataque.
“Yo al principio quise saltar por reflejo, porque me hizo calentar un poco. Al segundo asalto, dije ‘voy a hacer todo esto a mi favor’. Y salió bien, la verdad, salió perfecto. Fue de las mejores movidas de marketing que hicimos para el disco”, dice, haciendo referencia a la versión kid friendly de Opa que sacó hace unas pocas semanas.
“Yo siempre pienso en los chicos. De hecho, cuando salió OPA, yo sabía que iba a ser jodido para los chicos. Pero, cuando yo era chico, lo que más quería escuchar eran ese tipo de letras. Quizás no sabía ni qué significaban, pero es así: me gustaban las canciones que tenían malas palabras”.
Vía Forbes, traducido por El Planteo.
Fotos: Toto Pons
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