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Taichu: El Sueño Pop de una Chica Trap, o Viceversa

Por Lola Sasturain

Taichu: El Sueño Pop de una Chica Trap, o Viceversa

✍ 15 August, 2021 - 12:00


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Si pensamos en la perfecta heroína del trap Gen Z, ¿qué características debería tener? Seguro tiene que haberse hecho de abajo, saber cantar muy bien y también tener flow, manejar las redes a la perfección, tener un pie en el género urbano y otro en los sonidos cluberos, mezclar con total naturalidad influencias de la actualidad y de principios de los 2000, ser parte de un grupo de amigos interesante, colaborar tanto con el underground como con el mainstream, ser trapera pero renegar de la ortodoxia trap, fumar cannabis y usar uñas atrevidas y espectaculares.

Ahí vamos: Taichu tiene 20 años y cumple de sobra con todos los requisitos. Miembro fundadora de la RIP Gang, cantante, MC y compositora, la chica de Martínez criada entre zona norte y Paternal tiene una voz característica que puede ir desde el virtuosismo R&B al trapeo ronco y somnoliento, dos años de carrera en el género urbano y un buen puñado de singles de su autoría, de los cuales “Hi-C”, del año pasado, acumula más de 4 millones de reproducciones en YouTube.

Hoy por hoy está de estreno: el jueves 29 de julio lanzó “Tolkin Yit”, su último single, con producción de Evar, Molok0 y Luigi Navarro, tres beatmakers con los que colabora habitualmente. “Dream team, son unos capos. Y ‘Tolkin Yit’ es un temón, me encanta, y no es mucho más que eso: estoy hablando mierda todo el tema”, se ríe Taichu.

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El video de “Tolkin Yit” alterna vibras de Breaking Bad y un código visual que destila 2000s, con la MC increpando a la cámara desafiante desde un rincón de espejos que la multiplica al infinito, un no-lugar espacial y artificioso que funciona como cápsula del tiempo y remite tanto a Erreway como a Destiny’s Child. El tema es un hard trap oscuro y pegajoso donde Taichu hace lo que mejor sabe hacer: jugar con el contraste de la arrogancia de sus barras y su voz aniñada y rota. Hasta tiene un “yuta puta”: imposible resistirse.

Taichu, una introducción

Algunos años atrás, Tais López Miranda a.k.a. “Taichu” era una adolescente que había dejado la escuela, estudiaba canto y pasaba el tiempo con los amigos del barrio.

Sus primeros pasos en la música fueron bien lejos del rap: subía covers a Instagram y, según cuenta, le iba bastante bien: “Tenía mis reproducciones y la re flasheaba porque me comentaba mucha gente que ni conocía”.

También cantaba flamenco en bares, era parte de un show donde su mamá bailaba. Su tema insignia era “Catalina”, de Rosalía, una de sus ídolas hasta el día de hoy. “Con todas las inflexiones, palmas y castañuelas, todo ese flash”, cuenta. “Me encanta”. 

Siempre que cantaba la iba a ver Dylan, quien luego se rebautizaría como Dillom. Y ella iba a las fechas de la Talented Broke Boys, colectivo de trap del que Dillom era parte. Lxs dos se conocieron por frecuentar “31 Studios”, el estudio emplazado en la Villa 31. “Una relación de mucho support artístico desde el primer momento”, cuenta sobre su amigo.

Fue precisamente durante una fecha de los Talented Broad Boys en la que estaban todes desde donde, luego, terminaron conformando la RIP Gang: Dillom, Saramalacara, Muere Joven, Odd Mami, Quentin, Noduermo, Carrey, K4 y Kuribo… todxs. 

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Y, desde ahí, no se separaron más

“Empezamos a salir todos los fines de semana y nos dimos cuenta de que todos hacíamos algo: o rapear, o producir, o hacer videos”, recuerda Taichu. 

Ese fue el germen de todo. Así fue como las cosas empezaron a pasar, rápido y (muy) bien.

En dos años pasó por Buenos Aires Trap, el CCK y se dio el lujo de -cuando los eventos estaban en baja por la pandemia- encabezar un festival en el Hipódromo de Palermo junto a sus amigas de escena, Lara 91k, Chita y Catnapp, que estaba de visita en el país. 

Hoy, Taichu vive sola hace poco menos de un año y, sin haber alcanzado todavía la mayoría de edad, vive de hacer su música. 

D.I.Y

Me animé a componer cuando me adentré en el rap. Ver freestyles y competencias me hizo sentir que yo también podía hacerlo, me ayudó a imaginarme cómo escribir una canción, aunque nunca competí ni tiro frees”, cuenta Taichu. 

La artista considera que “formalmente” hace música desde 2018. “Con ‘formalmente’ me refiero a componer el tema, hacerlo, pensar la tapa y lanzarlo”, precisa. Tenía 17 años y un amigo la había convocado para cantar en su tema. Era “No me niegues”, de Pavlo.

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El mismo es una digna carta de presentación del talento y la versatilidad de la artista: una voz herencia de las cantantes de jazz y soul, un flow relajado que es rapeado y cantado al mismo tiempo.  

Ahí decidió archivar todos sus covers de instagram y arrancar de cero con sus canciones. Para su primer tema, “Luxury” junto a Kuribo, hicieron un video sin nada de presupuesto en un portón del centro porteño. Y cómo se desenvolvió todo fue de fábula: “Fue increíble, lo subí y llegó a 40 mil reproducciones al toque”, cuenta, todavía sin caer del todo. Lo que pasó con “Luxury” superó ampliamente las expectativas de una adolescente sin ningún tipo de contacto con la industria que simplemente se estaba divirtiendo. 

Taichu y su pandilla

La RIP Gang fue un fenómeno dentro de la escena y con su explosión cambiaron las reglas del juego: un grupo de chicxs que a duras pena, alcanzaban los 18 años, que trapeaban en spanglish y traían un sonido lo-fi, oscuro y ecléctico, mucho más cloud rap que  reggaetonero. 

Pero su impacto no fue solo estético, sino conceptual: respondiendo un poco a ese imaginario romántico que hay sobre las pandillas de raperos, los RIP Gang hacían todo juntxs, colaboraban entre sí con horizontalidad, aparecían en los videos de sus compañeros y demostraban que se podía llegar al éxito entre amigos, con nada más que ganas, talento e Internet. Básicamente, un espejo para los sueños de casi cualquier chico que desea ser artista.  

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“Funcionamos como colectivo. Todos compartíamos todo con todos, hacíamos los temas, los videos, todo entre nosotros. Muy cerraditos. Re lindo y alta experiencia. Siento que acá hay muchas gangs que funcionan como grupos, pero en funcionamiento como colectivo real, fue la RIP Gang”, reflexiona Taichu orgullosa.

Y es llamativo pensar que, siendo tan jóvenes, ya todxs sus integrantes tienen una estética definida, un sonido y una obra. Obra que abarca temas de construcción colectiva, colaboraciones y también producciones solistas. “Somos como una banda pero al fin y al cabo somos todos solistas. Es una dinámica súper estimulante, pero también aparecen las necesidades individuales de cada unx como artista, aunque siempre seremos gang y siempre colaboraremos entre nosotres”. Por ejemplo “Water”, su feat del año pasado junto a su gran amiga Saramalacara y producción de Evar, un trap oscuro de ribetes hardcore y un final a los gritos directamente (en palabras de Taichu) poguero.

La manera de trabajar colectiva, entre amigxs y en constante feedback, es de las cosas que más le gustan de este tiempo histórico y del universo del trap y del rap en general. “Siento que eso se afianzó con la pandemia. Si queremos hacer cosas tenemos que juntarnos”, afirma.

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Hoy Taichu tiene bien en claro lo que quiere y lo que no quiere, con quiénes le gusta trabajar, cómo quiere sonar. “Me incentivan mucho a probar distintos productores todo el tiempo y a mí eso me encanta, pero también quiero seguir trabajando con gente con la que nos gusta colaborar y sé que funciona”, dice. 

No tiene demasiadas fórmulas: sólo sabe que si no lo siente en la panza, si su flow no la enamora, si el beat no le toca una fibra sensible, el tema no va a funcionar. Y trata de hacerle siempre caso a ese criterio propio, intuitivo, que por ahora le viene dando resultado.  

El trap como punto de partida

“Me costó ponerme a hacer música porque no entendía bien cómo quería sonar”, explica Taichu. “Sabía que quería algo medio oscuro pero que pudiera ir cambiando. Y el trap es un buen lugar para pararse en ese sentido, es cómodo para llevarlo al lugar que quieras”.

Luego de más de un lustro en el centro de la escena, el trap está claramente en un momento de mutación. Lxs artistas más interesantes del género parecen estar corriéndose de su sonido típico para sumar en algunos casos elementos del dembow, el reggaeton y (en una versión puntualmente local) incluso cumbia. Otrxs lo tiraron para el lado del house, más bolichero, e incluso hay toda una nueva corriente de moda que pone a dialogar el trap con el new metal y el pop punk emo, siguiendo con la obsesión con los sonidos y la estética de principios de milenio. 

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Para Taichu este estado de permanente mutación es norma y no excepción. Su aproximación a los géneros es lo contrario a ortodoxa: le gusta tomar de aquí y allá, deconstruir y rearmar. Y contrariamente a lo que les pasa a muchxs otrxs artistas del trap, para Taichu el pop no es mala palabra. Al contrario, es norte.

Musicalmente hablando, el trap le gusta como lugar para hacer pie, como disparador. “El trap tiene todo su mundo conceptual, el estilo de vida, sus orígenes y todo eso. Pero dejando eso a un costado, a nivel estructuras y sonidos, siento que está muy bueno pararse ahí para ir para el lado que quieras. Yo siento que canto siempre trap, que mi interpretación es urbana, pero el instrumental y la dinámica de mis canciones van cambiando”.

Y sigue: “Siento que esa capacidad de adaptación hace que, para mí, el trap al final del día sea pop. Si pop viene de popular, el trap es popular, es la música que escucha la gente, es pegadizo. Y si vas para atrás, el pop siempre fue todo: fue rock, fue EDM, sin nunca dejar de ser pop”.

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Muchas de sus máximas referentes se encuadran ahí: Lady Gaga, Rihanna, Charli XCX, Gwen Stefani. Y Erikah Badu, su ídola: “Siento que es popera, aunque en realidad es R&B, pero la menciono porque me inspira mucho más allá del género que haga”, dice.

Pertenezco a la escena urbana pero, si me preguntás a mí, en algún momento me gustaría poder decir que hago pop. Es re libre. Sacar un tema re duro, otro más hyperpop, otro más popero-rapero, siento que dentro del pop podría hacer lo que quiera”, se imagina.

¿Qué espera entonces? “Estoy más para Charli (XCX) que para Ariana, todavía no entiendo mucho cómo se componen los temas así, tan cantados, tan R&B, pero me encantaría. Estoy para esa”. 

En busca de lo icónico

¿A dónde va a ir su sonido? “A diferentes lugares”, asegura. Por un lado va a explotar la faceta más electrónica inspirada en el deconstructed club y el hyperpop, los sonidos de la actualidad que miran hacia el futuro, que le encantan y la obsesionan en este momento. Y, por otro lado, quiere hacer un bring back de los sonidos del rap más popero de los años 2000: refiere a Missy Elliot o 50 Cent, por ejemplo. Todo esto está cocinándose actualmente.

Al hablar de la música que le gusta, y sobre todo que la inspira, Taichu se ilumina. Le encanta el collage, el homenaje, el sample y la reversión, y agradece al lenguaje del hip hop y el trap por permitírselo. Tienen un olfato especial para estas cuestiones: por ejemplo, hace poco se dio cuenta de que el hit de 100 gecs (y una de sus canciones favoritas) “xXXi_wud_nvrstøp_ÜXXx” cita casi textualmente la canción del rapero pop estadounidense Soulja Boy, “Kiss me Thru the Phone”. Encontrar este tipo de cosas le encanta. “Siempre que escucho un tema que me gusta y me parece iconic quiero hacer algo como eso, y pienso que puedo reversionarlo a mi estilo. Eso es lo que más me divierte de la composición, el mashup, cruzar refes”, cuenta. Como iconic menciona, por ejemplo, un “Hollaback Girl” de Gwen Stefani, una canción pop elevada a la categoría de canon.

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No tengo muchas canciones que relaten una situación, que salgan del lugar de ‘ahora quiero contar esto que me pasa’. Algunas sí, pero por lo general salen de un flow, del pedacito de una letra, del beat de una canción que le gusta, o de una imagen visual. Me di cuenta de que mi fuerte es ese: componer visual”, analiza. 

O de todo junto porque, como bien dijo antes, el mashup es su estado natural, su fuente de inspiración y lo que más le divierte de hacer música. Juntar dos o más elementos que pueden no ser originales pero que seguro no van naturalmente juntos y ver qué sale de esa contraposición, de ese choque. 

¿Cuáles serían sus feats soñados? “Se me ocurren miles. De habla hispana, Bad Gyal. Tal vez no seamos tan compatibles en lo musical pero me re haría un tema de reggaetón como los que hace ella con tal de hacer un tema juntas. Además, a mí me divierte encarnar diferentes personajes”. También menciona al rapero español Soto Asa, con quien la semillita de una colaboración ya está plantada. “Y si vamos a soñar, Rico Nasty, Kendrick, Madonna, Rihanna, Gorillaz”, se ríe. Y vuelve a aparecer Charli xcx. Enumera: 100 gecs. Arca.  “¡Arca me sigue!”, se sobresalta. “Una vez subí una story con su filtro y la etiqueté y ella me respondió con un corazón. Estábamos muy en cuarentena y yo me quedaba despierta hasta muy tarde mirando el techo, eran las siete de la mañana y de repente me llega un mensaje de Arca… ¿¡What!?”, cuenta. Y se estalla de risa: “A veces entro a ver si todavía me sigue”. 

También habló con Nadia Riot, de Pussy Riot, y la idea de colaborar ya está puesta sobre la mesa. “Me dijo que si quiero una rusa loca en mis temas que le avise. Ella la rompe, es muy ícona”.

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En sus planes a futuro hay un mini EP en donde exploraría su faceta más raver, siempre en clave urbana. “Y me gustaría, si pinta, seguir sacando volúmenes de ese EP más adelante: algo así como el Halloween de Kim Petras”, imagina. 

Y si todo sale como espera, le quedan cuatro singles a sacar antes de que termine el 2021, más algunos featurings en los que está trabajando. “Y si surgen shows, mega estoy”, dice la MC. 

Porro, pose gangsta y uñas

“Re fumo y desde muy chica. Siento que el fumar, tanto churro como pucho, está muy presente en mis fotos. Odio un poco eso pero bueno, también es una realidad”, dice Taichu.

Pero, últimamente, está menos enamorada de la marihuana de lo que estaba hace unos años. “A veces me pega mal, mucha ansiedad, mucha cabeza”, dice.

Y recuerda una vez que fue una entrevistada “inremable”: estaba muy fumada y la convocaron para un vivo de instagram desde Chile. Estaba en un lugar con mucha más gente y sólo podía responder con monosílabos. Fue horrible para ella y para el entrevistador, recuerda hoy con risas. Desde esa vez, es reticente a entrevistas en vivo.

¿Qué lugar ocupa en su proceso creativo? En el estudio le gusta fumar cuando ya está cerrando la jornada. 

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Su porro favorito es con la merienda: “El que sea pero después de comer. ¡O antes de comer!”, ríe. 

“Si no tengo nada que hacer también me encanta levantarme, fumar un porro y ponerme a escuchar música, poner un disco entero. Muy verano. Terracita en La Paternal es el mejor lugar para fumarse un churro”, dice. Esos son de los pocos momentos en los que tiene tiempo y ganas de ponerse a escuchar un álbum entero y prestarle atención, práctica caída cada vez más en desuso. Y revela algo gracioso: si bien hoy por hoy está muy sumergida en el pop, a la hora de escuchar álbumes siempre termina cayendo en Los Redondos. Oktubre es su favorito.

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En general, Taichu se considera “bastante tranca, con un manejo muy cuidado de los consumos”.

¿Se hace cargo de la trap life? ¿Cuánto de ese reviente, de esa marginalidad, es verdad y cuanto es pose? “Hay un poco de todo. Hay pose y también realidad. Pero esa combinación de pose y realidad pasa con todos los temas que se asocian al trap, no solamente con las drogas. Yo voy a hablar por mí: me he preguntado si estaba bien o no hablar de drogas en mis canciones pero la verdad es que no creo ser responsable de lo que lxs demás hagan. La gente va a hacer lo que quiera hacer y va a tomar decisiones por sí misma. Yo escuché muchísima música con relatos de gente que tiene vidas muy diferentes a la mía y realidades muy diferentes a la mía y su influencia en mí no pasa por decir ‘voy a hacer lo mismo’. Al momento de hacer o no las cosas, lo que importa es el instinto de cada unx”.

Otra de las fijas del trap son las uñas. Y en la vida de la pequeña Tais son algo muy importante: ella dejó el colegio (que no le parece motivo de orgullo pero tampoco se arrepiente) en el último año porque, a diferencia de sus compañeras, ya trabajaba y hacía su propia plata. Precisamente, haciendo uñas.

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Al día de la entrevista llevaba unas llamativamente austeras, largas y artificiales pero en color nude. “Éstas finas me las hice para cantar en el CCK”, cuenta. Pero por sus garras han pasado apliques de todo tipo, strass e incluso resistencias y microchips.

¿Cómo se vive con uñas traperas? “Antes de hacer música trabajaba haciendo uñas y, antes de trabajar de eso, igual me las hacía un montón. Las uso desde los 16. Estoy mega acostumbrada y no hay nada que no pueda hacer con uñas: bueno, no podría hacer boxeo, no podría tocar la guitarra, pero igual no toco. A veces me cuesta abrochar el botón de una camisa, pero el resto de cosas: ya fue. Vivo una vida normal con uñas”, bromea.

Fotos cortesíade Facu Cruz

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ACERCA DEL AUTOR

Entrevistadora y editora en El Planteo, Lola Sasturain es periodista cultural, DJ y guionista.

Puedes encontrar sus notas en Página/12, VICE y, por supuesto, en El Planteo.

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