10 Preguntas que Siempre Quisiste Hacerle a una Duendóloga

Hogares encantados, criaturas mágicas, seres interdimensionales, diosecillos paganos. Ya son muuuchos los años que Liliana Chelli lleva adentrándose en el cosmos mágico: brujas, hadas, dragones, sirenas y duendes. Harry Potter, un poroto.

Así las cosas, gracias a este vínculo estrecho –que mantiene desde la inquietud, la investigación, la curiosidad y hasta, por momentos, el amor- se convirtió en una referencia ineludible cuando hablamos, entre otras cuestiones, de duendes.

A su vez, el trabajo consecuente de Chelli la llevó a popularizar el tópico “duendes” en los medios masivos de comunicación. Algo, digamos, inusual. “Es cierto: es inusual”, reconoce Liliana a El Planteo.

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Y, también, a mantener un vínculo con celebridades vernáculas. Esa cercanía, esa devoción, la convirtió en “La duendóloga de los famosos”. Un mote que ella acepta con cariño.

De hecho, la mismísima Moria Casán, celebridad pop y diosa astral argentina, la menciona constantemente como una referente duendística total. “Es mi mejor amiga”, cuenta Chelli.

Pero, ¿de qué consiste concretamente su trabajo? ¿Cuánto hay de sensibilidad, cuánto de percepción y cuánto de psicodelia?

“Este mundo sólo es visible para aquellos que sepan dónde mirar”, devela la duendóloga.

Aquí, formas y maneras de convocar a duendes, configuraciones emocionales, derivas oníricas y destellos llenos de ensoñaciones. A continuación, 10 preguntas que siempre quisiste hacerle (y probablemente nunca te atreviste a formularle) a una duendóloga profesional.

—¿Cuándo te diste cuenta de que podías ser duendóloga o bien que tenías ese don?

—Mirá, la palabra “duendóloga” en realidad no existe. Es una palabra que me han puesto los medios en sí, como para que nuestra mente humana acepte a lo que te dedicás. Si no, sería “especialista en seres feéricos” y nadie entendería absolutamente nada. Yo fui una de las tantas niñas que jugaba con esos amigos invisibles y que mis padres –empresarios- no querían saber nada. Era correctivo tras correctivo. Me crié prácticamente al lado de una tía vidente y aprendí muchas cosas. Tuve una abuela media curandera. Y, bueno, así fue toda mi vida que, te imaginás, no fue fácil. Te hablo de los años 67, así que imagínate y remontate a esa época.

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—¿Cómo se comportan los duendes y cómo suelen ser?

—Se comportan muy, muy bien porque, en sí, son seres de la naturaleza. O sea, nuestro mundo se compone de cuatro fuerzas: aire, tierra, fuego y agua. Esas fuerzas tienen su propia vibra, su propia energía y, obviamente, cuidan la tierra y la naturaleza, como buenos hijos de la Pachamama. No es el enanito gordito de gorrito rojo que te ponen en muchas fotos y vídeos que son todos directamente falsos. Es un ser con energía, como si vieras hologramas. Es un ser distinto y un ser que te suele asustar cuando lo ves.

—¿Qué clases de respuestas nos aportan los duendes?

—La clase de respuestas que nos aportan los duendes son sobre el cuidado de la naturaleza y nos advierten que estamos autodestruyéndonos. Y ellos, como hijos de la Pachamama, nos dan una oportunidad para que estemos conscientes de todo lo que hacemos.

—¿El componente mágico de los duendes también está ligado al mundo onírico?

—Está ligado al tema onírico. No son sueños. Si bien uno quisiera que ellos sean sueños o que estén en los sueños, están en una dimensión paralela a la nuestra. O sea, nuestro mundo está compuesto por cuatro fuerzas, pero en nuestro universo -y está comprobado a nivel científico que hay multi universos- están ellos, ¿entendés?

—¿Uno puede ver a los duendes? ¿Se los siente? ¿Cómo se manifiesta esa relación?

—El hecho de que no los veas no significa que no estén. Tampoco ves el aire y respirás. Tampoco ves a Dios y creemos fehacientemente en él. Tampoco, cuando apretás un botón del control remoto, ves una mano que cambia los canales. Ellos son energías.

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—¿Los duendes guardan alguna relación con la psicodelia?

—No, en absoluto. No hace falta tomar ni consumir absolutamente nada para ver duendes. En absoluto, al contrario: uno puede realmente ver a los duendes. Y no es “ver para creer”, sino “creer para ver”. Y lo sentís. Se manifiestan con nuestros sentidos, no hace falta verlos, ¿entendés? Y yo te invito a que cierres tus ojos. Al cerrar tus ojos tratá de empezar a usar los otros sentidos. Empezá a escuchar los sonidos del silencio, el lenguaje del viento, del aire con esos elfos. Escuchá hasta el sonido que tiene una hoja al caer o cuando pisamos una hoja o lo que te dice el agua. Ahí empezás a despertar esa escucha, el sentido de escuchar. Empezás a oler distintos aromas, como cuando regás un pasto recién cortado. Ese es el aroma de ellos. Empezás a sentir y empieza a pasar por tu garganta, por tu laringe, absolutamente un montón de sabores. Y, quizás, si abrís los ojos, tenés un duende dentro tuyo.

—¿Te dicen usualmente que es una cosa como “de fumados”?

—Sí, usualmente, y me lo han dicho muchas veces. Y yo me río. Realmente me río mucho porque no es una cosa ni de fumados, ni que tenés que estar drogado, ni que tenés que estar loco. Ni por drogarte vas a tener una conversación con un árbol. No, en absoluto. Es sólo querer. Lo que pasa es que se les achaca mucho a estar fumados, o a que tomaste algo, o a que viajaste, o algo por el estilo porque realmente quienes lo hacen también los ven. O sea, cuando están bajo esa frecuencia, se ven otras cosas, pero no sólo duendes. También podés ver cosas muy feas. Te aseguro que si practicás, entrás en la vibra de ellos.

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—¿Cuántas veces viste o te cruzaste con duendes en tu vida?

—No te digo que ando por la vida viendo duendes, pero sí, vi muchas veces y en muchos momentos de mi vida. De hecho, escribo en diarios muy prestigiosos hasta el día de hoy sobre duendes, sobre gnomos y sobre hadas. Son prácticamente 45 años de mi vida tras ellos, estudiando, investigando, conviviendo con aborígenes, con monjes, con todo lo que vos te puedas imaginar para poder tener más información. Y para hoy poder decir que ellos están y que existen.

—¿Existen entre nosotros más personajes mitológicos?

—Sí, existen los otros personajes mitológicos. Creo, creo terriblemente. Yo soy de las que creen que los unicornios han existido. Y que si queremos, los vemos. Soy la que cree en sirenas porque he tenido testimonios. Y obvio que creo. Y obvio que te voy a decir que sí, que existen.

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—¿Hay maneras de convocar o invitar a los duendes?

—Hay muchas maneras de convocarlos e invitarlos a nuestro hogar, sí. Pero no la estupidez que vemos en TikTok o en los medios. “Si tenés una imagen, sacala a la Luna, al Sol, prendés una vela…”, etcétera. Todas esas son imaginaciones de la gente o cosas que se escriben porque quedan pintorescas. Pero no es esa la verdad. Hay una gran verdad para invitarlos y para convocarlos: creer. Y vibrar, pero no vibrar a nivel investigación o para ver si están, sino vibrar con un pensamiento, con tu alma abierta, con tu corazón abierto. Es la mejor manera para convocarlos, para invitarlos a tu hogar.

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