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Entrevista con YSY A: Cómic, Tango y el Fin del Trap

Por Hernán Panessi

Entrevista con YSY A: Cómic, Tango y el Fin del Trap

✍ 20 August, 2020 - 14:24

“Tengo 22 años y va a salir un cómic sobre mi vida, amigo”, sacude YSY A, con brillo en los ojos y una sonrisa que le recorre la cara de punta a punta. A partir del domingo 23 de agosto, Alejo Nahuel Acosta Migliarini, alias YSY A, se convertirá oficialmente en el primer rapero latinoamericano en tener su propio cómic.

Así, la historia del pibe que rapeaba en los colectivos y soñó con una revolución, da un paso más: lanzará una novela autobiográfica que repasará el camino del héroe. Desde su deslumbramiento por la cultura urbana en el Centro Cultural El Eternauta hasta el final de El Quinto Escalón, la competencia de freestyle callejero más importante del planeta.

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“Todos los años pienso que va a ser el año de mi vida”, asume YSY A, abrazándose a su fe y confiando en su talento. Pero nada de todo esto fue fácil, y nada fue gratis. “Al principio, a los 13 años, ni me imaginaba que esto iba a explotar. Pero a medida que fui creciendo, sumé más esfuerzo y la perspectiva se hizo cada vez más grande”, reflexiona el rapero.

Quinto Escalón, mami

Con espíritu do it yourself, el pequeño Alejo encaró sus años de juventud enfundado en una sola verdad: quería hacer historia, quería ser la historia. Sus primeras juntadas en el Parque Rivadavia, la manija vía Facebook. Las convocatorias que empezaban a engordar, el sueño que tomaba forma.

Paulatinamente, su primera gran creación, El Quinto Escalón, se convirtió en el faro de una disciplina en ascenso como lo era el freestyle. De su nudo, salieron un tendal de artistas que hoy son referentes de la improvisación y de la música. A esta altura, nombrarlos a todos es incurrir en una obviedad.

Pero hubo un antes. Y antes de YSY A, estuvo Alejo. Y antes de antes, una chispa que devino en un fuego sagrado.

“Yo quería hacer crecer el movimiento hip hop argentino”, dice.

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Modo Diablo está en la casa

A partir del final de El Quinto, Alejo se enfocó en el mundo de la música, y rápidamente, quiso escurrirse del público del freestyle. Asumió una madurez sonora y hasta birló su propio recorrido jugándosela con algo nuevo, distinto, algo que fuera bien propio, antes de hacer “lo obvio”.

“No quería que me consuma el público tóxico de las batallas”, reconoce.

Con la autogestión como mejor amiga, Alejo se convirtió en YSY A, bajó unos kilos (“Y los guachos cada vez con menos panza”, canta por ahí), se enchuló el pelo, se llenó de oro y se enfundó en una nueva piel.

Y llegó Modo Diablo, esa yunta con Duki y Néo Pistea en la que comenzaron a perfilar un sonido. Entretanto, si “Loca” (de Khea, Duki y Cazzu) fue el tema que destrabó al público, “Quavo” (de Modo Diablo) fue el que lo que lo imantó para siempre.

¿Por qué no siguieron con Modo Diablo?

—Hoy no estamos haciendo música juntos porque no caemos en esa obligación. Lo que pasó es que, por nuestras búsquedas musicales, tomamos caminos distintos y nos pusimos a laburar cada uno en la nuestra. Modo Diablo fue el condimento bisagra para que todo esto pase. El público de El Quinto Escalón había quedado huérfano y nosotros caímos con Modo Diablo para darle con todo.

Hazlo tú mismo

Zoom in a la Argentina. Todos esos pibes que rapeaban en la plaza y se la pasaban molestando (“La gente se pensaba que estábamos drogándonos o haciendo magia negra”, bromea) ahora son el sueño húmedo de las discográficas.

Pero YSY no transó.

El precio de no hacer las cosas vos mismo es muy caro. Muchas discográficas te quieren arrancar la cabeza. Yo tengo mi lugar de trabajo, mi equipo, todo bancado por mí. Sin pedirle nada a nadie. Voy a defender siempre el arte autogestionado”. Cuestión de principios, le dicen.

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Voy a jugar al abogado del Diablo. ¿No te ayudaría estar con un sello grande?

—¿A qué precio? Las compañías piensan en su rédito. Te ven a vos con unos dólares arriba, como un número. La música la pone el artista, la historia la hace el artista. Nosotros ponemos las emociones y los pensamientos; los locos saben hacer cuentas y firmar papeles. Te van a hacer firmar un papel para que te rompas el culo laburando y se quieran quedar con todo. No me sirve. Hasta que no encuentre una compañía que me ayude a hacer historia, no voy a firmar con ninguna.

¿Y cómo es la movida hoy?

—A las compañías les llegó Internet, las redes sociales. Hoy con una compu te hacés un beat, te grabás, la subís a Spotify y cobrás. ¿Dónde entra la discográfica ahí? Yo tomo todas las decisiones de mi carrera. Una disquera no me puede decir: “hacé algo más comercial”.

Trap n’ export

Volvamos a los proyectos. “Mis fanáticos saben que todos los 11/11 son épicos para mí”, sigue. ¿Por qué? Porque el 11 de noviembre de 2018 lanzó Antezana 247, su primer disco. Porque el 11 de noviembre de 2019 publicó Hecho a Mano, su segundo álbum. Y porque el 11 de noviembre de 2020, después de un camino recorrido, publicará YSY A, el cómic, en versión libro y ni más ni menos que bajo el sello Ovni Press, la editorial a cargo de Marvel, Star Wars y The Walking Dead en América Latina.

“Hace 3 años me sumergí en esta nueva etapa de mi vida. Desde ese día me comprometí con la música. Empecé con el trap, pero no me encasillo: yo soy músico. Siempre salgo de mi zona de confort, y trato de hacer lo inesperado”, apura.

Traje unos tangos (o el futuro de YSY A)

En su historia musical, YSY A hizo pie en el trap, pero coqueteó con la electrónica, el espíritu rave y el house, se le animó al drama romántico y plantó bandera en la fusión tanguera.

Con 10 millones de reproducciones en YouTube, “Traje unos tangos” significó una aproximación a su madurez musical. No sólo por el acercamiento a la bohemia, sino porque confirmó que no se trataba de alguien que estaba probando. YSY A estaba creando.

Nunca voy a hacer un tema que esperás. Esto tiene sus pros y sus contras. Muchas veces, cuando saco un tema todos se quedan pensando en qué carajos hice. Pero a las dos semanas, esa misma gente me dice: ‘lo escuché diez veces y lo entendí. La cabeza de la gente funciona muy loca”, sigue.

¿Por qué te acercaste al tango?

—Soy muy porteño y en el tango encuentro eso. Es mi lengua. Nunca me vas a escuchar hablando en neutro, no me nace. Llevo con orgullo mi bandera de porteño. Tengo que sacarle el jugo a mi lengua. Además, la “argentina” es una lengua súper rica. Ponemos tildes, hablamos con la “ll” y la “y”. Hablamos un idioma distinto, somos un guiso cultural. No somos ni latinos ni europeos.

¿Y cómo se mezcla eso con el trap?

Estoy terminando de cerrar una etapa trap bien pesada en mi vida. Tengo muchos temas de trap encima. Ahora estoy juntándome con tangueros que tocan guitarra, violín, bandoneón. Estoy preparando algo para que cuando lo escuches, digas: “esto es Argentina”. No quiero hacer el trap que hacen en Estados Unidos. Quiero ir a Estados Unidos y llevarles el tango.

—Tenés 22 años y el tango siempre tiene algo de legado; alguien más grande que te pasa esa posta. En tu caso, ¿quién fue?

—Fue Don Roque, mi hermano de la vida. Él es joyero de tercera generación. Tenía la joyería en Libertad y Av. Corrientes, en pleno Centro. Cuando lo conocí, yo estaba re en el rap y el loco me dijo: “yo escucho tango, esta es la música de acá, de Buenos Aires”. Desde ahí, me empecé a enfervorizar con el tango. Un día, me llamó por teléfono y me pidió que vaya al estudio. Me estaba esperando con un productor de tango que tenía música a rolete. Y nos pusimos a componer de una. Esa posta me la pasó Don Roque. Igual, yo el tango lo llevo en la sangre.

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¿Cómo es eso?

—Es que yo soy el único argentino de mi familia. Ellos son todos uruguayos. Los trajo a vivir acá un tío tanguero que venía a Buenos Aires. Ellos vivían en Tacuarembó, un pueblito chiquito de Uruguay. El culpable de que haya nacido en Buenos Aires es mi tío tanguero. El tango es rioplatense y yo soy un artista rioplatense.

Made in Argentina

Por estos días, YSY A viene divorciándose de la idea del hard trap. “Lo próximo que tengo preparado es otra película”, comenta. Su nuevo trabajo comprimirá la idea del “made in Argentina” y su sonido representará la identidad local.

De su boca: “La música argentina tiene que tomar otro color. Quiero hacer algo que no siga ninguna regla antes vista. Voy a mezclar lo mejor de todos los mundos. Siento una responsabilidad enorme con la música argentina y entiendo que hay que dar el paso siguiente a esta ola de trap”.

Entre referencias a Carlos Gardel (“El más grande”), Edmundo Rivero (“El video de mi tango lo filmamos en El Viejo Almacén, que era de Edmundo”), Gustavo Santaolalla y los futuristas Bajofondo (“Son los dos que más representan lo que quiero hacer”), anda comprometido con el tango y saca lustre de su estado de WhatsApp: “El tango siempre te espera”.

YSY, el raro

Cuando Alejo se zambulló en la música no hizo lo esperable, ni probó con algo de sabor digerible. Apostó por la personalidad, por un perfil de artista que no fuera dócil y que aportara un quiebre. “Metía letras crudas, que hablaban de noche y drogas. Hice un clic y entré a hacer música desde ese pensamiento. Cuando me fui de El Quinto, subí un filtro muy groso. Sabía que para pasar al siguiente nivel tenía que hacer una música de la concha de la lora”, explica.

Al principio, le costó que el público lo entendiera. Así, buscando un concepto, se topó con Antezana 247, que devino en una especie de obra conceptual motorizada por la crónica de sus días en La Mansión, la trap house que montaron con Duki y compañía. “Esa fue mi bisagra”.

El cómic

En esta historieta, Alejo no será un superhéroe ni tendrá un convoy de guionistas detrás. Contará, según sus propias palabras, “historias que pasaron de verdad. Se viene la verdadera historia del movimiento”.

Para el proceso creativo, el artista se metió en el arcón de sus propios recuerdos. Hurgó, recordó, flasheó: “El cómic termina con el final de El Quinto Escalón, pero no cierra como esperás. Voy a contar la historia que sólo yo sé. Muchos dicen que yo era un drogadicto, que pum, que pim, que pam. Nadie se imagina lo que yo vivía y por qué tomé esa decisión”.

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En rigor, YSY A, el comic, que estará ilustrado por Fernando Baldó (dibujante de la serie Deep Gravity para Dark Horse), saldrá semanalmente. Cada domingo, un nuevo capítulo digital. “Voy a ir contando cositas picantes, lindas y emocionantes”, desliza.

Con esta movida, tiene la intención de motivar a los más jóvenes y encender la llama de la pasión en los otros. Por ahí, también, entre rima y rima, se yergue la relación con su escuela y la imponderable presencia de su familia.

La fami(g)lia

A los 17 años, Alejo fue padre de Bruno (que hoy tiene 5 y… ¡hasta rapea!). Eso le dio vuelta todo. Dejó el secundario, viró hacia un nuevo estilo de vida: “Entendí que ya no me podía fiar, comprendí que ya no era un nene”.

Cuando se metió de lleno en el rap, su madre estaba disconforme con su decisión. “Pensaba que me iba a drogar, pero yo tenía una misión mucho más grande”, recuerda. Año tras año, el joven tuvo que demostrarle a su mamá que tenía una responsabilidad y que de verdad estaba asumiendo un compromiso con la música.

“No me metí en esto para fumar porro”, afirma.

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En cambio, su padre siempre le cazó el mambo. “A él le gusta la música y por eso entendió que, si yo quería ser músico, iba a pasar por un montón de capítulos locos”. Y refuerza: “Con trabajo, le pude demostrar a mis viejos que ellos son el centro de mi vida, que soy un hombre con todas las letras”.

A la sazón, como corolario, Hecho a Mano fue el álbum que terminó de reencontrarlo con su madre. Una vez publicado, se juntaron en su casa materna, le dieron play, lo escucharon entero y, al final, se fundieron en un abrazo. “Ahí me terminó de entender”.

El porro

“Tenés voz de marihuana”, le dijo su profesora de canto la primera vez que afinó delante de ella. “Es que fumo a rolete, mal”.

La marihuana acompaña a YSY A en todos sus procesos creativos. Siente que lo lleva a lugares interesantes, nobles. “Mientras tengo un porrito para grabar, soy yo”, avisa.

Cada vez que se entromete en un proyecto grande (un disco, por caso) se agencia de una buena cantidad y le da duro. “Para Hecho a Mano pegué como 1 kilo”, reconoce entre risas. En “Como tiene que ser”, YSY A canta: “Una pegada de otra galaxia/ Para ningún lado gira el picador/ Fuma tela hasta que se cansa/ Y siempre está despierto para algo mejor”.

El porro está presente en su vida como hábito y, también, como una invitación para que se desencadenen otras cosas. “Antes fumaba todo el día, pero desde que tengo más responsabilidades, elijo cuándo hacerlo. No lo fumo como cigarrillo. Y gracias a Dios, no fumo cigarrillo. El tabaco y la merca son lo peor que hay”, advierte.

Tuc, tuc, tuc: La Mansión late

Para 2018, el caserón ubicado en Antezana 247, enclavado en el barrio de Caballito, se convirtió en una especie de trap house que contuvo y dio origen a la popularización del trap en Argentina.

Ahí vivían Duki, GTA (“Le decíamos GTA, imaginate”) y Alejo. Esa fue, dirá la historia, aunque ya lo dicen las letras, la época más drogona en la historia del trap criollo:

“Éxtasis, MD, rola, LSD…”, enumera Alejo, como si se tratara de una especie de inventario lisérgico. Así, el cuerpo de los jóvenes traperos se convirtió en una especie de laboratorio de drogas, tal y como hizo consigo mismo el filósofo español Antonio Escohotado.

Hace un parate: “Es importante que no sea una necesidad. Hay pibitos que se confunden. Hay que saber que es un recurso, pero tenés que ser capaz de hacer tus cosas. Si me drogo o no, es un plus. No me gusta el concepto de la droga como una necesidad, como una obligación”.

Esos días, los artistas tuvieron una especie de curso intensivo de todo: vivían de fiesta, pero nunca dejaron de rapear. “Estábamos todo el día drogándonos, pero lo único que queríamos hacer era rapear”, aclara. “No nos importaban las minitas, ni ir al boliche, ni nada, solo rapear”.

Para el verano de 2018, ese grupo de pibes brindó 50 shows en 35 días. Fueron tiempos intensos, quemantes, distintos. “Hemos llegado a mezclar 10 drogas en una noche, pero hace tiempo que elijo cuándo me drogo”.

No hay que parar

En el cómic se aproxima una idea de lo que hay dentro de la cabecita de YSY A: siempre se le va y no hay momento en que no esté pergeñando alguna idea.

Sin embargo, pasado el reventón, hoy sus días son mucho más relajados. Hasta coquetea con la idea de la PyME, dado que produce su propia indumentaria, graba su música, genera trabajo, puede ayudar a su gente.

“Tengo todo acá en mi casa. Olvidate, estoy feliz”.

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Entretanto, con alma de laburante, sin olvidar sus raíces de clase media-baja, Alejo prescinde de los brillos y la fantasía del trap y reconoce que todas sus mayores influencias están lejos –bien lejos- de los modelos gángsters: “A mí me sirve la gente trabajadora, los maestros de matemáticas, los cocineros. Quiero que mi música inspire a esa gente y que cada uno sea lo que verdaderamente quiera ser”.

Para cerrar, avisa una más: “Al final poné que -después de las sesiones YSY A 2020, más para fin de año- se viene un EP de hits. Y aclará bien que van a ser puros hits”.

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.

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