Una Cena Familiar, 4 Bidones Misteriosos y una Idea que No lo Dejó Dormir: La Historia de Hook, el Fertilizante Uruguayo que Desafía a Multinacionales
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- Marcelo Fischer fundó Hook, la primera marca uruguaya de fertilizantes específicos para cannabis, junto a su hermano Diego y el ingeniero químico Ignacio Burgos.
- El proyecto nació en una cocina familiar y hoy tiene planta propia, premios nacionales y dos unidades de negocio: Hook Cannabis y Hook Huerta y Jardín.
- Con presencia consolidada en Uruguay y expansión en marcha, Hook apunta a crecer en la región con una propuesta técnica, accesible y 100% latinoamericana.
Marcelo Fischer no venía del agro ni del porro. Su vida iba por otro lado: producción audiovisual, noches largas, emprendimientos varios. Hasta que, en plena búsqueda de calma, volvió a trabajar en una oficina y retomó una vida “ordenada”.
Pero todo cambió una noche cualquiera, en una cena familiar.
Cuatro bidones con agua de colores lo hicieron frenar en seco. Su hermano Diego Fischer, cultivador y técnico en hidroponía, había estado ensayando una fórmula casera de fertilizante para cannabis. En silencio. Durante dos años. Y sin ninguna intención de venderla.
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Marcelo vio ahí lo que nadie más estaba viendo: una marca. Un negocio. Una oportunidad.
Fue entonces cuando empezó todo.
El primer lote
Esa noche, Marcelo no pudo dormir.
Le escribió a su hermano un mensaje larguísimo: ideas, argumentos, entusiasmo. Una declaración de intenciones. Lo que Diego había creado no era solo una fórmula: era el comienzo de algo más grande.
Diego aceptó. Y Marcelo se puso en marcha.
En menos de diez días, ya tenía armado un pequeño laboratorio casero: tanques, etiquetas, bidones, minerales y un palo de obra para mezclar. “Cociná lo que hacías en esos bidones, pero ahora en cien litros”, le dijo.
Y así nació el primer lote de Hook.
Sin inversores, sin plan de negocios, Marcelo salió a buscar feedback. Repartió muestras en clubes cannábicos amigos. El producto funcionaba. Bajaba costos, mejoraba cultivos y, sobre todo, era local.
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Poco después, sumaron a Ignacio Burgos, ingeniero químico y mejor amigo de Diego desde la infancia. “Era como un hijo para mis viejos. Cuando venía a estudiar a casa, le agradecían por hacer estudiar a Diego”, recuerda Marcelo entre risas.
Con Nacho, se cerró el círculo: técnica, ciencia y visión comercial. Todo quedaba en casa.
Contra gigantes: Crecer en un mercado que no te espera
Hook empezó chico, pero con una idea clara: competir en calidad con marcas globales, sin renunciar al enfoque artesanal ni al precio justo.
“El primer año teníamos solo la dieta A, B, C y D. Al año siguiente sumamos los foliares. Después, el Silex. Y ahora estamos por lanzar un clonador, tipo Clonex. Todos los años agregamos algo nuevo”, cuenta Marcelo.
Ese crecimiento se reflejó en los números: +30% de facturación en 2022, +57% en 2023, ingresos que triplicaron en 2024. En paralelo, montaron su propia planta de elaboración y ganaron el premio al Emprendimiento del Año otorgado por ANDE.
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Pero la remada no es fácil. “Las marcas grandes tienen recursos, traen growers emblemáticos, sponsorean a referentes. Nosotros somos tres uruguayos peleándola, sin presupuesto para influencers, pero con un producto muy serio y probado”.
Además, las trabas regulatorias complican la expansión. Aunque tienen habilitación oficial del MGAP, exportar no es tan sencillo. En Argentina, por ejemplo, cada registro cuesta miles de dólares. “Y eso sin contar estructura comercial ni logística”, aclara.
Por ahora, la apuesta es clara: afianzarse en Uruguay, avanzar con Argentina y explorar mercados regionales. “A veces no es solo plata: es contacto, visión, energía”.
Hook Huerta y Jardín: La misma fórmula, otro idioma
Con el cannabis como punto de partida, el equipo empezó a mirar más allá del nicho. “Un día dijimos: si esta calidad funciona tan bien en cannabis, ¿por qué no usarla para otras plantas?”, cuenta Marcelo.
Así nació Hook Huerta y Jardín.
La fórmula era la misma, pero el mensaje cambió. “El cultivador sabe lo que es un bioestimulante con ácidos húmicos y fúlvicos. Pero a una señora con cinco macetas no le podés hablar de ácidos. Le va a parecer que le va a derretir el piso. Entonces le cambiamos el nombre: ‘potenciador de raíces’”.
La estrategia fue simple y efectiva: anuncio en Instagram, landing page, e-commerce directo. Resultado: más de 1.500 kits vendidos en menos de un año. Todo hecho a pulmón, sin agencia, sin experiencia previa en ese rubro.
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La diversificación triplicó la facturación. Hoy Hook tiene dos líneas separadas, con públicos, estrategias y ritmos distintos: Hook Cannabis y Hook Huerta y Jardín. Dos caminos, un mismo origen.
La verdad sobre el emprendedurismo
Más allá de los nutrientes, Marcelo también encontró otra vocación: compartir lo que aprendió.
En sus redes habla de emprender sin verso: errores, dudas, aprendizajes reales. “Siempre fui emprendedor. Tuve restaurantes, una productora, mil ideas. Me fue bien, me fue mal, me quemé, me levanté. Y un día me di cuenta de que eso también podía compartirse”.
Alejado del coaching vacío, se volvió viral con contenido genuino. Publicó un workshop, escribió un ebook y empezó a participar en eventos del ecosistema emprendedor.
Pero sin careta: “Si vas a hablar de emprendimiento, tenés que tener un emprendimiento atrás. No podés pedirle a ChatGPT que te diga qué decir y disfrazarlo de experiencia”.
Sin embudos de venta, sin estructura de marketing, sube contenido cuando puede. “Lo importante es que sea real”.
Cosechar lo propio
Hook empezó como un experimento casero entre hermanos. Hoy, es una fábrica funcionando a ritmo constante, con decenas de productos, cientos de clientes y miles de plantas alimentadas en Uruguay.
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El plan es seguir creciendo: destrabar el ingreso a Argentina, afianzarse en el país, y mirar hacia América Latina. En el medio, seguir desarrollando fórmulas, ajustando procesos y buscando aliados que entiendan que crecer también puede hacerse con cariño.
“Somos la primera marca uruguaya de fertilizantes para cannabis. Y, hasta ahora, seguimos siendo los únicos”.
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