Industria del Cannabis en Colombia

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Analizando la Industria del Cannabis en Colombia: La Desventaja del Pionero

Por Lucas Nosiglia

Analizando la Industria del Cannabis en Colombia: La Desventaja del Pionero

✍ 28 July, 2023 - 12:05


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A 7 años de la legalización y bajo la aparente ventaja inicial de ser el primero en la región en regular integralmente toda la cadena de valor del cannabis medicinal, Colombia sufre hoy paradójicamente la desventaja de haber sido pionero. 

El dicho común de que “el que pega primero, pega dos veces” no parece aplicarse tan linealmente en este caso. Aunque esta lógica puede ser válida en industrias emergentes, Colombia no fue capaz de capitalizar su ventaja inicial. ¿Por qué? Los detalles son complejos, pero voy a intentar resumirlos.

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Comenzando con un enfoque pragmático, cualquier emprendimiento empresarial implica riesgos. En teoría, a mayor riesgo, mayor recompensa. Sin embargo, también existe el potencial de mayores pérdidas si los principios fundamentales del modelo de negocio y las expectativas de ingresos no se cumplen. En Colombia, muchos de estos principios fundamentales no se materializaron o sólo se cumplieron parcialmente.

A modo de analogía, la historia de la industria del cannabis en Colombia se parece a una repetición de las narraciones de Gabriel García Márquez, “Crónica de una Muerte Anunciada” o “Relato de un Náufrago”. Como si estuviera condenado a repetir su historia, Colombia, la tierra de la Bonanza Marimbera de los años 70 (se dice que llegó a haber 100.000 hectáreas cultivadas), vio cómo su nueva industria del cannabis legal seguía un patrón similar de auge y caída, de paradiso perduto.

Errores de cálculo

Al iniciar un proyecto, generalmente su valor o precio se asigna en función de su capacidad para generar ganancias futuras. Todos los que formamos parte de la industria del cannabis en Colombia creímos que podríamos exportar grandes volúmenes de derivados de cannabis a bajo costo, generando atractivos ingresos netos. Desafortunadamente, este no fue el caso. Hubo una serie de factores externos e internos que influyeron en esto.

Factores externos:

  1. Comoditización del CBD: El valor del CBD aislado, que se esperaba sea la principal fuente de ingresos para muchas empresas colombianas en los primeros años, cayó de 10.000 USD el kg en 2017 a 300 USD el kg en la actualidad.
  2. Contexto regulatorio internacional: Con las regulaciones federales actuales en Estados Unidos, Colombia se encuentra en una posición difícil para competir en ese mercado estadounidense, que representa el 80% del mercado legal mundial. Puntualmente, no puede exportar THC.
    Por su parte, Canadá tampoco permite importaciones de Colombia y la Unión Europea avanza lento y con estándares de calidad muy elevados, caso similar a Israel y Australia.
    Asimismo, las restricciones bancarias a nivel mundial son grandes y dificultaron el ingreso de divisas y la operatoria normal de los licenciados.
  3. Crisis del sector en Canadá + COVID: Canadá fue un lugar ideal para buscar inversores, financiación o socios estratégicos. Sin embargo, desde 2019, una serie de incidentes y la crisis de COVID-19 han provocado desconfianza y han dificultado el acceso al capital.

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Factores internos:

  1. Escala desmedida: Otorgar miles de licencias fue un error, dadas las limitaciones del mercado internacional y del mercado doméstico, aun en fases muy tempranas.
  2. Voluntad e impulso político: Si bien el marco regulatorio del cannabis fue impulsado durante el gobierno de Santos, no recibió el mismo apoyo bajo el gobierno de Duque, incluyendo la falta de determinación y coordinación entre las diferentes dependencias del poder ejecutivo, demoras para obtención de cupos de producción y permisos de exportación.

En retrospectiva, la industria del cannabis en Colombia ha enfrentado una serie de desafíos complejos desde su inicio, pero, a pesar de los obstáculos y los reveses, hay lecciones valiosas que se pueden aprender. Es crucial para los futuros pioneros aprender de estos errores y adaptarse para crear un sistema más sostenible y virtuoso. En cualquier caso, aunque la situación actual sea desalentadora, la resistencia y el espíritu innovador de aquellos involucrados en la industria del cannabis en Colombia no deben subestimarse. Al fin y al cabo, es en los momentos de crisis donde se encuentran las oportunidades para crecer y reinventarse, y se muestra de qué estamos hechos.

Mirando hacia el futuro: el vaso medio lleno

Como emprendedor, es condición cuasi necesaria ser optimista, o tener un socio o equipo que lo sea. En definitiva, es vital que prevalezca el optimismo para evitar crisis emocionales o estructurales que comprometan la continuidad del proyecto.

Aunque esto pueda parecer contradictorio con lo esbozado previamente, estos siete años tienen su lado positivo, al menos para quienes logramos sobrevivir en estos tiempos de incertidumbre, aferrándonos a los aciertos, a la parte llena del vaso, y relativizando las dificultades. Si el escenario es difícil para todos, el éxito se debe medir en función de quien transita mejor esas dificultades, de quien sobrevive.

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Existen varios aspectos en los que podemos señalar aciertos:

  1. Marco regulatorio: La regulación en Colombia es muy buena, integral, y pionera. El problema no es el espíritu de la ley y su alcance, sino su ejecución. Siempre es más importante el cómo que el qué. Habría que haber ido de menor a mayor siguiendo la evolución de la demanda, pero se creció al revés.
  2. Capacidad instalada y talento humano: Hoy, Colombia tiene una capacidad instalada única en el mundo, con decenas de miles de hectáreas licenciadas, miles de genéticas registradas, capacidad de extracción de aceites y maquila de productos finales. Contamos con cientos de profesionales calificados y la integración de autocultivadores y breeders a la industria legal. Y esto no es sólo producto de inversiones extranjeras, sino también del tiempo dedicado a hacer investigación y desarrollo en genética, horticultura y agricultura de cannabis, a identificar y adaptar variedades, estandarizar procesos complejos y capacitar al personal, integrando poco a poco a las veredas y comunidades vecinas. Esto supone barreras de entrada significativas para quienes quieran ingresar al negocio hoy en día.
  3. Conocimiento y desestigmatización: En un país tan aturdido por la problemática de las sustancias ilícitas, el cannabis, crucificado desde tiempos de la Bonanza, logró en pocos años acercarse mucho más a la comunidad e instituciones médicas, a los pacientes y al público en general. A pesar de los desaciertos, ya es considerada una alternativa terapéutica. El siguiente desafío será la regulación del uso adulto, tema que deberemos seguir insistiendo a pesar del revés sufrido en el Senado en junio pasado.
  4. Locación y bioclima: Colombia, sobre todo en regiones donde el microclima presenta húmedad relativa baja y temperaturas moderadas, es un lugar ideal para cultivar la planta de cannabis. Con 12 horas de oscuridad todo el año, se pueden producir hasta 5 ciclos de cultivo dependiendo de la variedad, y es posible hacer agricultura orgánica al aire libre. Colombia debe defender su posición de pionero, pues su naturaleza le juega a favor.

A menudo, los errores se sobrestiman en el mundo emprendedor. Sin embargo, es necesario en casi cualquier proceso de aprendizaje. Si nos equivocamos, hay que verlo como una excelente fuente de aprendizaje. Pero si se tropieza dos veces con la misma piedra, el error es doble. Por eso siento la responsabilidad de exponer desaciertos y aciertos, para evitar tropiezos innecesarios y darle más virtuosismo a los aciertos.

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Se dice que quien no conoce su historia está destinado a repetirla, y aunque la respuesta está en el futuro, somos muchos los que estamos dedicados a construir activamente ese futuro y no dejarlo librado a quienes especulan y no comprenden las complejidades del mundo cannábico y de industrias complejas como la farmacéutica.

¿Hay luz al final del túnel? Hoy la industria es de aproximadamente USD 40 mil millones, con el 80% concentrado en USA. En las próximas décadas, esa cifra puede multiplicarse por 10 o 20 a escala global e incluir medicamentos, cosméticos, alimentos y bebidas.

Creo que la clave está en uno de los aciertos de estos años: el crecimiento orgánico de la planta. Aprendí en Santa Marta, de la mano de los que trabajan hace mucho con ella, a adaptarse al entorno con paciencia, humildad y respetando los procesos que custodia la poderosa naturaleza misma. Con esa potente inspiración, superaremos los obstáculos y llegaremos a ver cómo el vaso se llena hasta rebosar, guiándonos hacia un futuro más verde y equilibrado.

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Lucas Nosiglia

ACERCA DEL AUTOR

Lucas Nosiglia es un emprendedor argentino que colabora como columinista para El Planteo, vive en Colombia desde 2017, donde como pionero líderó uno de los primeros proyectos de cannabis medicinal de la región en Santa Marta.

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