Laboratorios Nucleados por CONICET Testearán Productos Derivados del Cannabis: el Caso Patagónico
Hoy en día hay cuatro instituciones científicas del sur argentino que tienen permiso del CONICET para analizar y testear productos derivados del cannabis usando sofisticadas técnicas de cromatografía. También en la región, hay algunas que esperan cerrar las habilitaciones para empezar a cultivar su propio cannabis con fines medicinales y de investigación.
Con todo listo para empezar a trabajar y con todas las pruebas hechas, la emergencia sanitaria causada por la pandemia del coronavirus en el sur argentino (que hoy en día está pasando por su peor momento) es lo único que detiene el inicio del trabajo.
Conversamos con especialistas del Probien de Neuquén y del CENPAT de Puerto Madryn sobre el estado de estas iniciativas, el camino recorrido, los proyectos a futuro y el trabajo en laboratorio. Ambas instituciones no son solamente nucleadas por el CONICET, sino que son parte de la Red de Cannabis Medicinal Argentina.
A su vez, en Río Negro, el Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (Ipatec), de Bariloche, y la Universidad Nacional de Río Negro, en Viedma, también son parte de la Red y se suman a la lista de laboratorios que estarán analizando muestras.
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En la misma provincia, cerca de la ciudad de General Roca, el INTA en colaboración con la ONG Ciencia Sativa dedicará dos hectáreas a la producción de cannabis medicinal y con fines de investigación. Están esperando para obtener la resolución del Ministerio de Salud para poder importar todas las semillas pertinentes desde Colombia.
Probien en Neuquén
Probien es el Instituto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Procesos, Biotecnología y Energías Alternativas con base en Neuquén. Este instituto depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Comahue. “Ofrecer servicios desde el Instituto es una política del CONICET, porque al invertir tanto dinero en equipamiento y recursos humanos, la idea es que la sociedad lo pueda utilizar” explica Guillermina Bongiovanni, su directora.
Además de muchos otros servicios, desde Probien efectúan el análisis de extractos derivados del cannabis. “Cualquier organismo o persona puede acercárseles para pedir por este análisis”, explica la directora del Instituto, con el objeto de saber qué tiene y cuáles son las concentraciones de la materia prima que se está acercando. “Para un uso medicinal es indispensable saber la composición de lo que se está usando. Un médico no puede recetar un aceite si no sabe qué tiene ese aceite. Y lo mismo sucede para un científico”, sigue Bongiovanni.
El ingeniero agrónomo Leonardo Badja y la química María Marcela Amaro integran el laboratorio de cromatología del Instituto Probien. Desde 2017 que están trabajando en los testeos en el marco de la sanción de la Ley 27.350.
La iniciativa, cuentan, surgió a partir del pedido de varias ONGs, cuyas principales fueron Ciencia Sativa y Asociación de Cannabis Medicinal Río Negro. Como respuesta, desde el Instituto comenzaron las pruebas con el equipamiento que ya tenían, viendo qué tipo de testeos, qué nivel de precisión en el análisis podían alcanzar y qué equipamiento hacía falta. Así, montaron un laboratorio que pueda suplir esta demanda, llegando a las técnicas de cromatografía idóneas para este propósito. Para brindar el servicio, pidieron autorización al CONICET y fue aprobado en febrero de este año.
“El único problema que hubo desde el principio fueron las normativas. Recién estaba sancionada la Ley 27.350, pero aún no estaba reglamentada. Estaba escrito que INTA y CONICET podían investigar, pero cuando empezamos a hacerlo había muchas trabas”, cuentan Badja y Amaro.
En ese trascurso asumió Bongiovanni, quien les brindó todo su apoyo en el camino para conseguir la habilitación. Eso brindó el empuje necesario. A partir del Expo Cannabis del año pasado, donde presentaron el servicio que ofrecían, el Probien pasó a ser parte de la Red Argentina de Cannabis Medicinal del CONICET.
“Después de mucho tiempo trabajando en zonas grises, estamos muy contentos del destrabe a nivel nacional”, cuenta Badja.
Bongiovanni asegura que su única voluntad política es el servicio a la comunidad. “Nos atenemos a la ley vigente. Hasta ahora solo está legalizada la investigación desde el punto de vista medicinal y solo ofrecemos el servicio de análisis. Principalmente, porque es un servicio que lo pidió la comunidad, y también porque hace falta para seguir avanzando en la investigación”.
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Por el testeo de sus productos, hoy tienen esperando a muchísimos usuarios, productores y ONGs. Lamentablemente, CONICET determina que así será mientras la provincia siga en fase 1 de la cuarentena.
La cromatografía
¿Qué es lo que se hace exactamente en el Laboratorio de Cromatografía del Instituto Probien? “Es necesario medir: primero saber si (el aceite o concentrado) tiene algo y después cuánto de eso tiene”, explica Badja.
Al laboratorio llegan muestras de 2ml, generalmente de aceite. Eso se diluye y se coloca en un equipo de cromatografía líquida o HPLC, comprado especialmente para este fin, que permite separar en diferentes partes la muestra, distinguiendo entre diferentes componentes. Según explican lxs científicxs, esto permite hacer la parte de la identificación y la cuantificación de cannabinoides en sus formas ácidas y neutras: si hay THC, CBD o CBN y en qué proporción.
Pero también cuentan con un equipo de cromatografía gaseosa o GC, que les permite identificar formas neutras de cannabinoides y, en especial, los terpenos.
“Son dos formas de análisis que se complementan”, detalla Amaro.
Ambxs hacen énfasis en las importantes propiedades medicinales de los terpenos y, por lo tanto, en la importancia de identificarlos: tienen efectos antiinflamatorios y además, en combinación con los cannabinoides, producen el famoso efecto séquito, donde las cualidades por separado de los componentes se potencian al estar juntos.
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“Uno espera que su aceite medicinal tenga la mayor concentración de cannabinoides y de terpenos”, dicen, para que, a menor cantidad, logren mejores efectos. En ese sentido, reconocen que, a partir de su investigación, se habilitó un feedback con cultivadores y productores sobre mejores métodos de extracción, para que cada vez se produzcan aceites de mejor calidad. “Nosotros también aprendemos un montón de ellxs”, dicen los científicos. “Una madre que le da aceite medicinal a su hijx hace años sabe un montonazo”.
CENPAT en Puerto Madryn
El Centro Nacional Patagónico (CENPAT) es un centro multidisciplinario de investigación científica y tecnológica dependiente del CONICET e instalado en Puerto Madryn, Chubut. Dado su emplazamiento clave, es muy reconocida por su labor de investigación en biología marina, paleontología, meteorología, geología, oceanografía y gestión de los recursos naturales acuáticos y terrestres.
Engloba a ocho institutos de diferentes disciplinas, todos asentados en Chubut: seis de los cuales están en Madryn, uno en San Antonio Oeste y uno en Comodoro Rivadavia. “Este tema del cannabis medicinal es transversal a, por lo menos, tres institutos y al laboratorio de cromatografía que es muy importante y es centralizado: es decir que los institutos dependen de él”, sentencia el director del CENPAT, Rolando González-José.
CENPATEste laboratorio, uno de los más equipados del país, ya contaba con un cromatógrafo mucho antes de esta iniciativa: se usaba sobre todo en investigaciones sobre contaminación de sustrato y contaminación de agua.
González-José explica que el desarrollo de la iniciativa se da a través de un diálogo permanente tanto con el hospital local y el Ministerio de Salud de la provincia como con las asociaciones civiles, pacientes y madres cannábicas. El proceso es similar al que pasó el laboratorio del Probien: ya habían efectuado análisis con gran éxito y, ahora, con la habilitación por parte del CONICET en mano para comenzar a trabajar oficialmente, la pandemia los obligó a frenar actividades.
Con esta habilitación, el CENPAT no solamente puede analizar muestras, sino avanzar en su siguiente servicio relacionado al cannabis medicinal, proyecto que aún está en instancias iniciales: el cultivo de cannabis en su predio, para fabricar diferentes tipos de aceites.
A su vez, estos aceites se convertirían en diferentes productos elaborados por la farmacia del hospital de Puerto Madryn. Es decir, serán productos medicinales derivados del cannabis producidos dentro de la esfera estatal en todos los niveles, en un convenio entre CONICET y el Ministerio de Salud de Chubut.
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Este escenario genera múltiples ventajas y el director del CENPAT las enumera: “Primero, que estará desarrollado de manera pública. Segundo, que se sabe exactamente su composición química. Tercero, que vamos a tratar de generar aceites de cualidades muy diferentes para que los médicos tengan stock para hacer muchos ensayos y estudios clínicos distintos. De acá a dos años esperamos poder abastecer de aceite medicinal a través del sistema público de salud a todos los hospitales de la provincia”.
¿Por qué la Patagonia?
“También se están haciendo análisis de muestras en La Plata y en Córdoba”, responde Rolando.
Hay cierto fogueo desde el periodismo de la región que actualmente le otorga más visibilidad al caso patagónico. Sin embargo, también es cierto que el sur argentino se encuentra a la vanguardia en lo que a investigaciones con cannabis se refiere: “Los centros de investigación en la Patagonia son muy fuertes y suelen tener laboratorios muy importantes, porque la contaminación ambiental es algo muy presente en la región”, comenta. Rolando González-José.
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Y sigue: “El CONICET en la Patagonia tiene un perfil muy de recursos naturales, a diferencia de lo que puede ser en Córdoba, por ejemplo, que está más orientado a las exactas y a la ingeniería o en Santa Fe, que está orientado al perfil industrial”.
De ahí se desprende que en La Patagonia estén los laboratorios mejor equipados para tomar esta misión y también que la demanda esté a la orden del día.
¿Cómo se articulan ciencia, política y la discusión del cannabis medicinal para este especialista? “Hay una tradición institucional de vincularse con sectores como el gobierno provincial, con el sector industrial, con el sector turístico. Pero hay una zona gris de vinculación que son las organizaciones civiles, las cooperativas y los sectores de la economía popular. No hay nada que impida vincularse con esos sectores, es solo una cuestión ideológica. Y, un poco, lo que estamos haciendo en nuestra gestión es empezar a juntarnos con estos sectores, que tampoco están acostumbrados a golpear la puerta del CONICET. Estamos tratando de quebrar esa lógica. El conocimiento es para todxs o no es para nadie: Mamá Cultiva tiene el mismo derecho a nuestros cromatógrafos que una planta industrial de aluminio”, concluye.
Foto por Iamtru vía Unsplash
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