Futuro Sostenible: Unos Sanjuaninos Diseñaron Un Lápiz Ecológico y Compostable

Lápiz y papel, un matrimonio. Para darle una segunda vida a los desechos de papel, aquellos que normalmente se tiran o terminan en los rellenos sanitarios, unos emprendedores sanjuaninos decidieron crear un lápiz ecológico que contribuye al medioambiente recuperando –justamente- ese papel. Linda vuelta, nomás.

“Es un proyecto vehículo para intentar concientizar e informar a los usuarios sobre la importancia que tienen los recursos, la separación de los desechos y cómo podemos ayudar con pequeñas acciones”, dice Lucas García, socio fundador de Pruxi.

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Muchas veces, al no hacerse una separación de origen, el papel se pierde como recurso y termina generando gases de efecto invernadero junto con los otros desechos. Así las cosas, desde Pruxi intentan –aunque sea en una proporción pequeña, pero hay un mensaje detrás- contribuir a esa segunda vida.

Transformando desechos con creatividad

El proyecto partió en el año 2017 cuando García y sus compañeros de la carrera de diseño gráfico de la Universidad San Juan comenzaron a preguntarse “¿qué se podía hacer con los desechos de los papeles que utilizaban para estudiar?” Fotocopias, bocetos, apuntes, dibujos: todo al tacho, puro desperdicio.

Haciendo cálculos cayeron en lo evidente: era demasiada la cantidad de papel que se desechaba. Entonces, se propusieron darle algún tipo de uso a ese material con destino de basura.

“Lo más lógico y lo más típico que se podía encontrar era hacer papel reciclado, pero nosotros no teníamos ni la experiencia, ni el capital, ni los medios como para empezar a hacer una infraestructura de papel reciclado. Entonces, empezamos a investigar y a prototipar y terminamos dándonos cuenta que el papel podía ser de base para un cuerpo cilíndrico que –enrollado- podría convertirse en un lápiz”, revuelve García.

Lápiz ecológico: germinando el futuro

Sin adhesivos químicos, ni tóxicos, ni procedimientos como para que se considere reciclado y con la deliberada intención de hacerlo ecológico, Pruxi viene también con un extra: porta una semilla en la parte de atrás, como para que el producto siga teniendo un ciclo de vida.

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Semillas de hortalizas, plantas aromáticas, frutos y tubérculos de fácil germinación son las que pueden encontrarse en el culito del lápiz. “Las semillas son certificadas, no usan agroquímicos ni agrotóxicos y actualmente estamos trabajando con albahaca, perejil, zanahoria, cilantro, lechuga, rúcula y remolacha. Esto nació porque en San Juan, al ser un ambiente árido y seco, la mayor cantidad de plantas posibles siempre van a ser beneficiosas”.

Por caso, el Pruxi tiene la funcionalidad principal del lápiz convencional y, una vez terminado, puede volver a la tierra porque es un producto compostable. ¿Y, en rigor, qué quiere decir “Pruxi”? Es un acrónimo que significa “Producto Reutilizado Único Xerófito Integral”.

Por H o por B, la mayoría las palabras que componen a “Pruxi” las tenemos asimiladas, pero… ¿qué es “xerófito?” Responde García: “Son las características que tienen las plantas para adaptarse a un medio seco y esa es la particularidad que tienen las plantas de ecosistemas áridos como los de nuestra provincia, San Juan. Queríamos dotarlo de alguna identidad autóctona que tuviera ese valor”.

Un viaje ecológico

Entre su público suele haber caras de sorpresa cada vez que los emprendedores cuentan que con una sola hoja A4 se puede hacer un lápiz y que no se necesita nada más que eso. Y los más chiquitos flashean con la expectativa y la ilusión de plantar sus propias semillas. “Eso genera una atracción extra para adquirir el producto”.

Actualmente, Pruxi puede conseguirse a través de sus redes sociales y en su sitio web. También se encuentra disponible en algunas tiendas especializadas de San Juan, Buenos Aires y Mendoza.

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En paralelo, García y su team están incursionando en otros materiales y divisando qué otros productos pueden hacerse con desechos de madera, vidrio y plástico. “Queremos abrir el abanico de posibilidades”. Además, están desarrollando un videojuego de espíritu verde cuyo objetivo es tener una “huerta virtual” y así “conocer los procesos de la naturaleza y saber cómo cuidar a las plantas y al planeta”.

Pequeños gestos, los suyos, para activar la conciencia: el más humilde follaje es víctima del ultraje y Pruxi, con sus lápices, termina dándole un nuevo uso.

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