Cannabis, Ser Influencer y ‘Argentina, 1985’: Leyla Bechara Defiende lo que hay que Defender
Para aquellos que hayan conocido a Leyla Bechara por su papel como Isabel, la joven fiscal de rulos caoba en Argentina, 1985, hoy la encontrarán irreconocible.
Bechara tiene 26 años, la cabeza rapada y es politóloga de profesión y comunicadora digital en su día a día. Habla de política en sus redes y en Gelatina, el medio de análisis político y actualidad multiplataforma comandado por Pepe Rosemblat, con el tono directo, fresco y humorístico que la convirtió en un personaje muy querido.
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Y también habla de cannabis. “Trato de transmitir con las herramientas que tengo mis ideas y convicciones que en general, por mi formación, son muy políticas. Así que vivo de dos mundos que me gustan mucho: la comunicación y la política”, describe.
Su plataforma principal es Twitch, aunque su recorrido como influencer empezó en YouTube. Se le da bien todo lo que sea expresión y contacto directo con la gente. “La comunicación era algo que quería estudiar, pero mi hermano ya estudiaba y dije ‘bueno, no les vamos a dar dos comunicadores a mis viejos’”, ríe.
Leyla Bechara, 2022: La Película
Pero lo que más dio que hablar el último tiempo fue su faceta de actriz. “Para mí es un delirio. Yo siento que soy una ladrona total”, dice sobre Argentina, 1985. Actuar era una cuenta pendiente pero nunca lo había hecho. La propuesta le llegó por Instagram: les interesaba su perfil para una película pero no podían contar mucho más.
A partir de ahí, todo se dio.
“Es un sueño de otra gente, no mío. Lo estoy disfrutando un montón, lo estoy viviendo como alguien que en definitiva no termina de comprender lo que esto significa, porque para la carrera de un actor esto es recontra importante… y yo estoy como en un cumpleañitos constante”, cuenta incrédula. “Es como que me regalaron un auto re caro. Qué sé yo cómo se maneja pero… ¡lo tengo!”.
Y no es para menos: la película de Santiago Mitre, que retrata los juicios a las juntas militares durante la recién recuperada democracia, tuvo una enorme recepción no sólo nacional sino internacional. De hecho, ganó un Golden Globe a “Mejor película de habla no inglesa” y se viene posicionando como una gran candidata al Oscar como “Mejor película extranjera”.
En la misma compartió cartel con actores de la talla de Ricardo Darín y Peter Lanzani.
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La ayudó que el personaje era muy parecido a ella, con sus mismos ideales; precisamente por eso la buscaron. Ensayó muchísimo con sus compañeros, se aprendió los diálogos como si fuera un examen y, por los nervios, estuvo meses casi sin dormir.
Actuar era una cuenta pendiente y le encantó: “Me pareció todo muy divertido, más allá del momento en que estás grabando: prepararte, levantarte temprano, vestirte, entrar en personaje, ver todo el set como está armado. Dejás de ser un poco vos. Y yo creo que eso está muy vinculado a lo que hago porque estar frente a la cámara también es un poco performear”.
El porro y las redes
Pero si bien le encantaría volver a actuar, lo que más le gusta de las cámaras es ser ella misma. Su espacio favorito sigue siendo Twitch. “Me olvido mucho del nivel de exposición cuando estoy ahí, en los otros soy muy consciente”, piensa. “Por ejemplo, Julio Leiva me mira las historias… y yo estoy diciendo cualquier pelotudez”.
Su recorrido como chica de las redes arrancó en 2020: se estaba por recibir pero la pandemia dilató sus planes. En ese trimestre de incertidumbre sin clases quiso animarse a hacer algo que siempre tuvo ganas: hacer un video para YouTube. Encontró un video que le dio ganas de reaccionar, escribió un guión y un amigo se lo editó. Y le fue muy bien.
El video en cuestión era el de una chica transfóbica. “Ese video (su reacción) se hizo muy viral. Yo no tenía nada de seguidores y explotó. Me acuerdo que fumé muchísimo porro para poder grabar ese video y lo veo hoy y estoy recontra re mil fumada, es terrible”, se ríe.
VIDEO? no se cual es, lo busque
Su carrera como influencer está muy estrechamente ligada a su amor por el porro. La ayuda a relajar y a no morirse de la vergüenza cuando tiene que exponerse. “Durante mucho tiempo, y sigue hasta el día de hoy, tengo que fumar antes de prender”, ríe. “Se me relaja un poco el cuerpo porque es mucha adrenalina. Fumo una seca y arrancamos”.
Leyla Bechara fumó porro por primera vez en su último año del colegio. En su pueblo de origen, Santa Regina, en la Provincia de Buenos Aires, el acceso era limitado y la imagen de los fumones, por lo menos polémica. “Los reventaditos del pueblo, básicamente”, cuenta.
Ella era una “chica 10” y el día que se fumó las primeras secas con una amiga terminó confesándole -y diciendo por primera vez- que era bisexual. Un momento liminal a todo nivel.
Durante su adolescencia y primeros años de universidad fue una consumidora social, pero en la pandemia empezó a concebirlo más como ansiolítico: “Ahí empecé a tener otro vínculo con la marihuana: a encontrarme más creativa, calmar al cerebro… pero yo fumo porque me gusta, no porque tengo ansiedad. Aunque sí, tengo, pero ¿quién no tiene ansiedad?”
¿Qué le gusta hacer cuando está re loca? “Me gusta mucho ver videos que explican cosas”, dice, y leer libros complicados, del tipo ensayo, filosofía y sociología. “Me ayuda mucho a concentrarme y termina siendo un momento muy disfrutable”. También le gusta aprender con tutoriales cosas nuevas de edición y diseño. “Hay algo de lo didáctico que se me da muy bien cuando estoy fumada. Te puedo ver un video de tres horas de criptomonedas y aprendo”, se ríe.
Mi diario de cultivo
Harta de comprar, empezó a cultivar en el año 2022. “Es re desgastante esto pero tengo muchísimas ganas de fumar mi propio porro”, se sincera. “Es tener otro vínculo con la marihuana: lo que te costó no es un billete sino otra cosa”.
Leyla se guía por lo que dice Internet y, también, por consejos de amigos. No es ninguna experta y todavía no cosechó por primera vez. “Para un primer cultivo, estoy muy orgullosa”, dice.
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Pueden seguirse las peripecias de su cultivo en la colaboración para Instagram que tiene con la distribuidora de semillas Ojitos Rojos. Allí, la streamer deja ver, a modo de diario educativo, el proceso junto a sus plantas, compartiendo tips y experiencias personales.
La reducción de daños es el aspecto desde el cual Bechara puede hablarle de marihuana a su familia, bastante cerrada al respecto. “Yo necesitaba un marco teórico para poder brindar esa discusión en mi casa”, explica. Entonces comenzó a interiorizarse sobre políticas de reducción de daños y a hablar en sus streamings sobre el tema.
Así apareció Ojitos Rojos en su vida.
La intención de la propuesta, cuenta, es visibilizar el consumo e incentivar a más chicas a cultivar. “Me permitió tener una conversación mucho más honesta con mi vieja: ya no puedo decirte que no fumo, tengo dos plantas en mi casa, fumo, me divierte, me hace bien”.
Leyla era una niña rebelde y desde adolescente tomaba mucho alcohol: eso ya era un problema. “Todo lo que fuera ilegal era un problema. Los debates de la sociedad ayudaron un montón”, sigue. Ahora, gracias al porro, toma menos, y puede hablar con su familia del tema sin que signifique un drama.
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“Quiero poder hacer cosas que hagan que la vida mía y de mis amigos sea más piola”.
Sobre la importancia de salir del clóset cannábico, Leyla dice: “Incluso con drogas más duras está la discusión: consume mucha gente, y si las que tienen un conflicto real es la minoría, el problema no está en la totalidad. Me parece que mostrar que hay un montón de gente que consume por miles de razones pero con uso responsable… o funcional al sistema, si queremos ponerlo en esos términos, puede ayudar a tener mejores políticas que sí ayuden a ese porcentaje que tiene un consumo problemático. Poder hacer un buen diagnóstico de cómo se consume termina contribuyendo a mejores estrategias. La clandestinidad no es buena para nadie y la invisibilización, tampoco”.
Para este año, se puede esperar verla mucho más seguido por las pantallas de Gelatina: mientras antes participaba solamente los días lunes, este año comenzará a estar todas las mañanas de lunes a jueves.
Y, sea en la plataforma que sea, de cara al año electoral Bechara se piensa con un rol claro. “Mi objetivo es poder incidir un poco más en la conversación de mi generación sobre un año electoral y las temáticas que nos representan”, afirma.
“Quiero poder hacer cosas que hagan que la vida mía y de mis amigos sea más piola. El objetivo es estar donde haya que estar metiendo una palabra distinta. Siento que lo puedo hacer, y así seguir ocupando lugares entre todes, donde sea que me llamen metiendo bocado para defender lo que hay que defender”.
Fotos de cortesía de Leyla Bechara.
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