Opinión: ¿Qué Pasa con las Marcas de Marihuana que Odian a lxs Fumetas?
Deténgame si han escuchado esto antes: se lanza una nueva marca de marihuana. El marketing está bien enfocado, y se presenta con palabras de moda y frases concisas. El packaging es minimalista y está bien diseñado, con fuentes elegantes, líneas limpias y una combinación de colores de buen gusto pero neutra. Puede que incluso haya una celebridad involucrada. La marihuana, que debería ser el centro de atención, está, pero es un producto estándar, producido en masa y a veces aromatizado con terpenos de otras plantas. Casi parece una idea de último momento, y a menudo lo es. “Porro de comunicado de prensa”, le gusta llamarlo a mi amigo y colega Jimi Devine.
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A algunas personas, esta nueva ola de marca sexy + producto mediocre les viene bárbaro. Lxs vendedores lo esperan: muchxs apuestan por el hecho de que el cannabis da miedo a mucha gente, gracias a los esfuerzos prohibicionistas durante años. Esperan que haya algún cliente “curioso por el cannabis” que esté esperando el visto bueno del Tío Sam para prenderse uno y que, una vez que lo haga, se enganche de por vida. Personalmente, creo que ese arquetipo de consumidor es al que va dirigido ese tipo de marketing.
Pero para cualquiera que haya fumado porro durante mucho tiempo y con la suficiente frecuencia, encontrarse con una marca elegante en la industria del cannabis en continuo desarrollo puede ser un poco confuso.
“¿Para quién es esto exactamente?”, me pregunto a menudo, especialmente como persona que se encuentra en la intersección de algunos grupos objetivo aparentemente prioritarios para los comercializadores de cannabis. Soy una mujer que, a los 36 años, se acerca a la mediana edad. Tengo un trastorno de ansiedad diagnosticado, así como TDAH. También dejé de beber en exceso hace más de dos años, cambiando más porro por menos alcohol.
Según los paneles que he moderado y en los que me he sentado, las personas a las que he entrevistado y los informes de tendencias que he leído, todos ellos son objetivos principales para las empresas de cannabis, especialmente el de las mujeres de mediana edad. Pero la verdad es que siempre he fumado marihuana y lo único que me importa a la hora de comprarla es si es buena o no, no el paquete en el que viene ni el lifestyle que promete, por muy bonito que sea todo.
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Sin embargo, es interesante que el único aspecto de mi vida que debería parecer atractivo para lxs vendedores de marihuana -el hecho de que soy lo que mi médico de cabecera llama una “gran consumidora de cannabis”- parece no ser particularmente buscado por las marcas o la gente que las comercializa. A primera vista, eso parece algo obvio, porque ¿por qué debería alguien construir algo para una población que ya ha llegado cuando el crecimiento a toda costa es el objetivo? Pero parece un poco irrespetuoso que las marcas de marihuana y sus esfuerzos de marketing ignoren cada vez más a su cliente principal y, en su lugar, se dediquen a un aspirante a fumeta imaginario que, honestamente, probablemente nunca va a comprar más que una bolsa de comestibles de baja dosis cada pocos meses.
Para colmo de males, el cannabis no es sólo un producto de consumo envasado. Es una sustancia controlada y criminalizada, cuya prohibición ha hecho que muchas personas sean asesinadas y encarceladas, un legado que continúa hasta el día de hoy. Puede parecer pintoresco en la era de los dispensarios que parecen tiendas de Apple o boutiques de alta gama, pero, no hace mucho tiempo, no era realmente normal o incluso seguro comprar o vender porro. Lxs que lo hacíamos, lo intentáramos o no, estábamos participando en un acto de resistencia hasta cierto punto. Estábamos en riesgo. Para mí, eso significa que podemos hacer que nuestras marcas de marihuana sean todo lo locas que queramos. Que vuelvan el batik, el kitsch de Grateful Dead, la amplia gama de dabs. Hemos luchado por esto y nos merecemos disfrutarlo.
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En lugar de eso, me encuentro escudriñando las vitrinas de los dispensarios, a menudo sin poder ver ni oler la marihuana que hay dentro de los bonitos paquetes y totalmente insegura de lo que estoy comprando. Leo perfiles elogiosos de ejecutivxs del sector del cannabis, muchos de los cuales se citan diciendo algo parecido a “nuestra marca de cannabis trasciende el estereotipo y la imagen del fumón”.
Genial, supongo, pero ¿qué significa eso? Hay muchos tipos de personas que fuman porro, y sobre el papel y a primera vista, probablemente no soy lo que la mayoría de la gente se imagina cuando oye “porrera”, pero aquí estoy. Además, no me avergüenzo de ser una fumeta; sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que el cannabis ha mejorado mi vida y me ha ayudado a curarme de una serie de enfermedades. Mi consumo no es el problema, sino la opinión del resto de la sociedad.
Dicho esto, hay ciertos aspectos de la cultura que me alegra que estén empezando a cambiar, como que se celebren cada vez más los diferentes tipos de consumo. El hecho de que los productos de medio o bajo contenido de THC se estén pidiendo a gritos junto con un mayor enfoque en los terpenos es música para mis oídos. Y aunque todavía queda mucho camino por recorrer, aprecio que la cultura del bro del mundo del cannabis está empezando a disiparse, aunque sea lentamente. Miro a mi alrededor en los salones de consumo, las fiestas, los eventos de la industria, los dispensarios, las salas de juntas y las empresas de medios de comunicación del cannabis, y cada vez hay más mujeres presentes que antes. Para mí, eso es más significativo que un bonito porro prearmado con atributos de diseño “femeninos”.
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En este sentido, hace poco estuve en un panel con la abogada especializada en cannabis Heidi Urness. Ella también coincidió conmigo en que las marcas de cannabis deben dejar de centrarse en ese falso cliente que tanto desean que aparezca de la nada. “Puede que hagas un producto que atraiga a un cliente al que no tenías intención de atraer”, dijo. “¡Ese es tu cliente ahora! Sírvele”. No podría estar más de acuerdo.
Vía High Times, traducida por El Planteo.
Foto por DESIGNECOLOGIST vía Unsplash
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