La Universidad de Quilmes Creó un Laboratorio Interdisciplinario Sobre Cannabis y Planea Abrir su Propia Revista

El departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Quilmes creó, en tiempo récord, el Laboratorio de Estudios Interdisciplinarios sobre Cannabis y Política de Drogas, un proyecto cuyo objetivo es realizar estudios, colaborar en la elaboración de políticas públicas, introducir la problemática cannábica en nuevos debates y, fundamentalmente, generar alternativas críticas al paradigma prohibicionista.

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“Tenemos la posibilidad de asesorar instituciones públicas, universidades, ONGs y particulares en el desarrollo de proyectos y planes que estén vinculados a la sanción de una política de drogas”, asoma Martín Stawski, docente del Diploma de Posgrado en Cannabis, Regulación y Política de Drogas y, ahora, director de esta unidad académica.

Por caso, respecto a su rol, Martín descomprime el asunto y tiende un abrazo hacia el resto de sus compañeros: “No hay una cabeza sino un grupo. La idea del laboratorio es que pueda ser horizontal”.

Los antecedentes

A la sazón, la Universidad de Quilmes viene en sintonía verde desde hace tiempo, ya que durante los años 2013 y 2020 albergó las exitosas Jornadas Universitarias sobre Políticas de Drogas y Cannabis.

En ese sentido, el laboratorio acompaña la demanda de la militancia que, según Stawski, “desbordó tanto que llegó a la academia tardíamente”. Asimismo, uno de los objetivos del laboratorio es –justamente- equiparar esas demandas militantes con las académicas.

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Entre los profesionales que formarán parte del laboratorio se yergue una mezcla entre activistas, expertos del mundo del cannabis e investigadores universitarios nacionales y extranjeros. Algunos nombres como Luis Osler, Lorena Lampolio, Lucía Romero, Victoria Vaca Paunero, Guillermo de Martinelli, José Muzlera, Federico Gobato y Florencia Corbelle serán de la partida.

“Muchas cosas las logramos gracias al vínculo con el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA). Y la existencia del laboratorio es importante porque estamos atrasados en relación al encuadre académico con respecto al cannabis. Queremos ampliar la mirada y llegar a todos los tipos de sustancias que también merecen abordaje. Buscamos no sólo mirar la fotografía, sino la película completa. Eso nos va a permitir conocer más de cómo funciona el mundo de las sustancias”, asegura Stawski.

Un nuevo comienzo

Entretanto, además de las jornadas, el diploma de posgrado y el constante acompañamiento académico, los esfuerzos de la Universidad de Quilmes en relación a la divulgación del tópico cannábico encuentran en la creación del laboratorio una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, un nuevo punto de partida.

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“Estamos viendo cómo hacer un nexo entre la sociedad y nosotros. Somos una unidad de investigación de esas que, en general, no suelen ser receptivas sin un estrecho vínculo a las demandas sociales. Entonces, este es el momento para que haya un vínculo. Algo similar a lo que sucede con las perspectivas de género”, continúa el director.

Por caso, cuando el laboratorio termine de acomodarse, planean sumar servicios de cromatografía y asesoramiento. “Queremos llevar todo eso que se está haciendo desde el CECCA a la universidad”.

Los puentes

Por estos días, el laboratorio no mantiene vínculos con el municipio, más allá de lo geográfico, aunque están abiertos a realizar acuerdos en conjunto.

Agrega Stawski: “Sí estamos teniendo relación con otras universidades del conurbano, también con la de Cuyo y la de la Patagonia. Estamos tratando de generar una red interuniversitaria, para que no quede todo disgregado”.

Se prevé que el laboratorio de la UNQ funcione de manera interdisciplinaria con las ciencias sociales, jurídicas y biológicas. “Ahí radica la novedad local, regional y mundial”, se entusiasma el director. “Tenemos esa posibilidad de generar una especie de homogenización en todos los aspectos de la investigación”, sigue.

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A su vez, en el orden de las primicias, la creación del laboratorio también trae bajo el brazo otra buena nueva: una revista cannábica para el mundo académico. Una publicación que se comprometerá con el público científico pero que también quedará abierta al público general.

Lo explica Stawski: “La revista es sumamente necesaria. Hay una situación compleja para publicar en el mundo académico. No encontramos una revista sobre los estudios del cannabis específico y ni de las políticas de drogas. Los artículos quedan perdidos en diversas publicaciones científicas que no suelen tener la difusión que deberían. Como entendemos que es un reclamo que parte desde la sociedad, vamos a tratar de tener una situación dual: artículos académicos y una parte de divulgación más popular”.

Allí, entonces, van a poder seguir divulgando en un idioma coloquial, pero manteniéndose dentro de la pauta principal que es la formación.

Planes y conquistas

“Mucha de la gente se confunde y se piensa que en el laboratorio van a encontrarse con tubos de ensayos. Aunque tenemos un vínculo muy fuerte con el Laboratorio de Ciencia y Tecnología, que sí tiene un laboratorio más tradicional, este es un laboratorio que se crea en el Departamento de Ciencias Sociales”, aclara.

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Mientras tanto, para 2022, desde el laboratorio planean llegar a nuevos convenios con universidades y, también, están en proceso de incorporar a nuevos investigadores para darle forma a este flamante escenario.

“Hay un vacío entre la práctica política, el mundo académico y la divulgación”, concluye Stawski. Así las cosas, el laboratorio buscará interactuar con todos esos mundos y aportar su granito de arena.