Porrerxs Exitosxs: Zara Snapp – La Madre y Activista que Está Cambiando la Forma en que Entendemos las Drogas

Este especial fue posible gracias a la Fundación Gabo y el Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas.

• Zara Snapp
• Fundadora Instituto RIA, Escritora
• México

Sentada con políticos o diplomáticos. Marchando en las calles. En una cabina radial grabando un podcast. Siendo mamá. Zara Snapp vive esas experiencias a diario. Mitad mexicana y mitad estadounidense, Zara ha vivido la guerra contra las drogas desde la academia y las leyes con su visión (y corazón) dividido entre dos naciones que desde chica le han generado cruces discursivos y disonancias cognitivas: ¿Cómo es posible que en Colorado se están construyendo hospitales y escuelas con el dinero de la venta de cannabis mientras que en América Latina esté siendo perseguida y sobre encarcelada por la misma planta? Las contradicciones de tener, por un lado, gobiernos que ofrezcan beneficios para personas, mientras que otros militarizan regiones y coluden con la corrupción (sin lograr resultados en más de seis décadas de prohibición). Zara ha tomado su situación como una oportunidad para participar en la regulación de drogas a nivel continental, manteniendo una visión global.

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Sus estudios de maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Harvard le entregó y afiló las herramientas escolásticas para entender la concatenación de las situaciones que llevaron a una dicotomía internacional actual, presente en la manera como abordamos las drogas. A través de sus investigaciones, participaciones públicas, y el trabajo que desarrolla a través del Instituto Ria—un think-tank que propone soluciones innovadoras para ejercer nuevas políticas públicas enmarcadas dentro de un ámbito de justicia social—Zara nos recuerda que la historia del humano va de la mano con la historia de las sustancias que alteran nuestra consciencia. “A pesar de habernos acompañado desde siempre, en realidad no sabemos mucho sobre las drogas, más allá de lo que nos hayan inculcado desde niños, sea por tradición o propaganda. De ahí la necesidad de un libro como el Diccionario de Drogas”.

El Diccionario de Drogas es más que una simple publicación: es un manifiesto. Es un receptáculo de información básica que cualquier persona—desde políticos hasta profesores—deberían tener a la mano para consultar, y a su vez también es una novela gráfica que sirve de guía para aquellos que quieran entender más sobre las sustancias que alteran nuestra conciencia. “Desde el café hasta el cannabis, el alcohol y las anfetaminas, el libro incluye todas las drogas que son relevantes tanto para consumidores como para quienes están en contra de ellas”, dice Zara Snapp, autora del libro. “Mucha de la gente encargada de su regulación nunca ha interactuado con las drogas, ni ha experimentado sus efectos. Educarse y tener conocimiento actualizado es lo mínimo que le deben a los ciudadanos”.

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La autora es reconocida en la comunidad cannábica de México en la lucha interminable por la legalización de la planta (en el 2019 la Corte Suprema dictaminó como inconstitucional la prohibición legal al consumo de cannabis, pero aún no se ha regulado). “Como activista, cualquier interacción que tienes es una oportunidad para compartir información y cambiar mentalidades”, dice Zara, reconociendo que su voz es una de varias que están participando en esta transición hacia la legalización. “Somos muchos actores participando. La retórica está variando, pero lo que todos debemos reconocer es que el mercado ya existe y que lo que debemos hacer es organizarlo bien, replanteando la forma como los Estados abordan estos temas”.

Después de tantos años de trabajo político y legal, parecería que uno de los mayores aprendizajes de Zara ha sido el de un tipo de glocalización, una mezcla de tener el pulso sobre los sucesos legales mientras se trabaja localmente. Por eso ella fue una de las primeras personas en pedir públicamente un amparo para consumir cannabis, una suerte de permiso emitido por la COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) para poder cultivar y consumir tu propia marihuana, ya sea a manera recreativa o medicinal. “Salir del clóset cannábico en un periódico nacional fue algo importante en mi vida”, dice Zara, recordando las diferentes conversaciones que tuvieron que suceder con su círculo cercano antes de tomar ese paso. “Ellos estaban preocupados por mi seguridad y mi trabajo a largo plazo. Pero yo sabía que me iba a dedicar a este tema de las drogas, y debía asumir mi realidad públicamente”.

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Zara no quiere simplemente cambiar un par de leyes aquí y allá; ella aboga por un movimiento reformista que no solamente cambie el panorama para el cannabis y los psicodélicos sino para todas las drogas. “Es la única forma de exigir un verdadero enfoque de justicia social, de lo contrario, el proceso termina siendo vulnerado por el mercado”, dice Zara. “Colombia es un claro ejemplo, teniendo en cuenta el cannabis medicinal. Se están beneficiando los grandes inversionistas extranjeros, pero las comunidades más afectadas por la violencia reciben poco. Los pueblos originarios de todas Las Américas deberían tener igual o más posibilidades y apoyo para generar recursos de las drogas como los grandes laboratorios internacionales que están listos para entrar a nuestra región”. Pero a veces su voz termina siendo apaciguada por las estructuras patriarcales que se lucran de esta guerra.

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El tema recae doblemente en Zara; no solo es una mujer que exige reconocimiento estatal como consumidora, sino que también es una madre que genera incomodidad dentro de los sectores más tradicionales de la sociedad. En sus redes sociales es normal encontrar publicaciones de cómo amamanta a sus hijos seguida de algunas sobre política de drogas, pasando de fotos donde sale muy formal, asistiendo a los debates en el Senado de la República, a otras más casuales, en donde nos muestra cómo hace un batido con una de las plantas que estaba creciendo en su jardín (y salió macho, impedida para producir de flor). Salir una vez en medios nacionales es suficiente para que la gente sepa dónde te encuentras dentro del debate, pero cuando trató el tema con la familia, la situación generó más resistencia.

“Con la familia no se habla solo una vez sobre el tema de las drogas—es algo que se repite varias veces en el tiempo,” dice Zara mientras comparte una anécdota en las que chocó con su madre, solo para generar espacios de discusión en donde ambas compartieron sus puntos de vista y se disculparon individualmente (una por cargar con tabúes y la otra por no respetar normas de casa ajena). “Inclusive entre amigos siempre fue necesario hablar sobre por qué consumía en estado de embarazo, aun si les parecía normal que el doctor recomendará tomar una copa de vez en cuando”. Luego del nacimiento de su hijo, los hábitos de consumo pasaron de ser una herramienta para seguir integrándose socialmente (sin la necesidad de beber alcohol) a ser más terapéutica. “Durante el período de lactancia pasé por cambios hormonales muy fuertes y los comestibles me ayudaron. Todo salió muy bien antes y después del embarazo. Yo creo que lo importante es que tú estés bien—más allá de si consumimos como madres o no. Si nosotras estamos bien, ellos estarán bien”.

Ilustración de Zara Snapp cortesía de Chya Taller

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