Caos, Crisis y Tensiones en la Gran Ciudad: Salió Infierno Porteño, el Nuevo Disco de Pommez Internacional

Hace un calor insoportable en la Ciudad de Buenos Aires y Pommez Internacional, banda argentina que alguna vez supo ser catalogada como parte de la escena “indie”, acaba de sacar la segunda parte de su disco Infierno Porteño.

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El ruido de los motores y el cemento caliente son parte de este universo en
descomposición que, lejos de querer enamorar a jóvenes de almas sensibles y camperas de jean, intenta ilustrar una ciudad inconexa y desencantada.

Infierno Porteño es una obra que trabaja con la experiencia de habitar la Argentina existente post-2001, período histórico que les tocó transitar a Juan Ibarlucía e Ignacio Cruz, integrantes de la banda, por una simple cuestión generacional.

Buenos Aires pasa a ser entonces el escenario de una serie de tensiones, conflictos y riquezas que, en opinión de Juan, no han sido suficientemente tematizados y retratados en la música urbana.

El disco está enteramente contaminado por el espíritu de ebullición, tensión y fractura que se vive en Argentina en forma cotidiana.

Mucho de ese afuera está incorporado a la obra en forma de sampling, trabajo de campo e, incluso, instrumentos auto-construidos.

“Hicimos dispositivos con basura de supermercados minoristas, con muestras de piquetes y cortes de ruta: intentamos transformar a la ciudad en un gran instrumento musical”, cuenta Ibarlucía sobre la búsqueda de la sonoridad para esa ciudad y su caos.

CC: Infierno Porteño es un disco plural: habla principalmente de la ciudad pero también de sus márgenes, de la convergencia de personajes en situaciones del cotidiano y también de otras que sólo podrían coexistir en la literatura. ¿Cuál fue el punto de inicio y cómo se fue desarrollando todo este universo ficcional?

Juan Ibarlucía: El punto de inicio de Infierno Porteño es autobiográfico y tiene que ver con mi propia experiencia de vida como porteño. Los personajes que habitan canciones como “La Chica de San Cristóbal”, “Riachuelo XXI” o “Luz de Capiatá” son personas específicas con quienes tuve el gusto de cruzar ratos de vida. Ese pie dentro de la propia experiencia me permitió involucrarme afectivamente con el material y darle una consistencia específica a ese universo ficcional, que también está poblado por seres míticos, fantásticos y escenas absurdas o surrealistas.

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CC: ¿Y cómo fue el proceso de escritura del álbum?

Juan Ibarlucía: Comenzó como un juego interno entre referencias altamente específicas -personas, esquinas y frases concretas- y fue una creación desbocada, caótica e imaginativa. Conforme fue avanzando ese procedimiento, el límite entre ambos mundos se fue desintegrando hasta fundirse. Comenzamos a ver la ciudad y sus habitantes como personajes de Infierno Porteño y esa sensación aún permanece. Quizás el más grande honor que podría tener esta música es suscitar ese efecto en quienes la escuchen. Dinamitar del todo las falsas fronteras entre realidad y sueño, entre recuerdo y fantasía.

CC: ¿Cuál es el sonido del infierno porteño?

Ignacio Cruz: El sonido del disco parte de dos ejes. Por un lado, la experimentación sonora más radical, vinculada a las búsquedas noise, industriales y de electrónica no-tonal. Para eso trabajamos mucho con materiales provenientes de la propia ciudad, procesándolos hasta convertirlos en estímulos sonoros, instrumentos y dispositivos. Por otro lado, laburamos sonoramente con la precariedad como eje. A medida que la recesión y la crisis reciente se desplegaban, la precariedad material y psíquica de nuestra existencia se hacía más clara. Intentamos poner esto en juego tanto en la decisión de usar estímulos sonoros provenientes de la basura como en la decisión de empezar a grabar la mayoría de los instrumentos con teléfonos celulares. Se nos abrió un campo de experimentación bien interesante. 

Foto por Mariano Nocitto – Intervención digital por Marto Canal 

CC: ¿Por qué decidieron experimentar con esos objetos?

Ignacio Cruz: La filosofía era la de los objetos encontrados, trabajar con ellos porque es lo que está a mano. Esto parece simple, pero es una decisión compleja, porque implica trabajar con posibilidades limitadas. En lugar de ir a buscar un sonido determinado, queríamos encontrarnos con el sonido de nuestra cotidianeidad y ver cómo podíamos transformarlo y usarlo desde nuestra expresión.

CC: “Apocalipsis porteño”, el último tema de la segunda parte del disco, cuenta una historia apocalíptica sobre la desintegración del tejido social en Buenos Aires. ¿Qué queda después de eso?

Juan Ibarlucía: “Apocalipsis Porteño” es uno de los primeros temas que compuse para el disco y siempre supimos que era el cierre del asunto, porque después de un tema así… es imposible continuar. Su intensidad abre muchas preguntas, tanto para la audiencia como para nosotros. Infierno Porteño no es un manual de soluciones, es un imaginario, una novela-sonora o, en todo caso, un anti homenaje a la tradición rioplatense.

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CC: ¿Qué significó este proyecto para ustedes?

Juan Ibarlucía: “Apocalipsis Porteño” es como cierre e implica un interrogante abierto para nuestro público, pero también un punto de referencia para nosotros hacia adelante. Este proyecto se convirtió en una causa para nosotros, algo que creemos que es relevante que exista y que nos da orgullo y alegría haber realizado. Queremos atesorar esta sensación y honrarla en lo que siga. Nunca produjimos ni por inercia ni por mandato y sabemos estar en silencio cuando es necesario. No sabemos nada de lo que viene, excepto que será genuino y emocionalmente comprometido o no será.

Si querés escuchar la segunda parte del disco hacé click acá abajo