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Arte

Las Cinco Películas Menos Fumonas en la Historia del Cine

Por Hernán Panessi

Las 5 Películas Menos Fumonas en la Historia del Cine

✍ 9 October, 2021 - 16:20


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Prejuicios, miradas ajenas, bolas de confusión: a veces, el cine también sirvió como propalador de formas estigmatizantes y discursos llenos de moralina. De hecho, oficialmente, durante el año 1934 se creó en los Estados Unidos, bajo complicidad de los grandes estudios cinematográficos, un código de producción que determinaba qué podía verse en pantallas y qué no.

Conocido como Código Hays, regulado vía el MPAA (Motion Pictures Asociation of America), el gobierno norteamericano y las majors establecieron un conjunto de normas que pretendió convertirse en un sistema de censura autoimpuesta que violaba el estilo natural de Hollywood. Adiós al desparpajo, pero también adiós a la libertad.

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Y desde ahí, un tendal de películas que apuntaron decididamente sus cañones contra los consumidores de marihuana y, asimismo, contra el sexo, las ideas sobre el trabajo, la política y la vida en sociedad. En rigor, se perseguía a una cosmovisión de mundo específica.

En la misma sintonía fue la Guerra Contra las Drogas, sus negocios y obsesiones. Y, enseguida, el accionar brusco de una sociedad occidental cocinada al calor del desconocimiento, las crueles dictaduras militares, la censura y su opresión.

Algunas dan la vuelta, otras siguen siendo nefastas. Algunas se convirtieron en comedias involuntarias, a otras se les siguen viendo las perversas costuras. El tiempo hizo su juego.

Aquí, entonces, una guía con las cinco películas MENOS FUMONAS en la historia. Un cine que por acción u omisión se desentiende de los compromisos tácitos del verosímil y juega a construir lo que se le canta: sin tacto, sin cancha, sin nada que se le parezca efectivamente a fumar un porro de verdad.

Las cinco películas más anti-marihuana en la historia el cine

5. Marihuana (Dwain Esper, Estados Unidos, 1936)

En pleno crash financiero de la década del 30, los grandes estudios de cine estaban abocados a la producción de musicales, a filmar historias con monstruos clásicos de la literatura, a distribuir desopilantes comedias físicas y a mover cualquier otro rollo que le hiciera olvidar a la “gente común” que no había pan ni trabajo pero sí show business.

Y así, de vez en cuando, rescatar algún sentimiento positivo para que la cosa no decaiga demasiado.

Bajo este contexto apareció un film de exploitaition cannábico temprano, conocido como la piedra iniciática de los narcotic videos involuntarios.

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En esa lógica, pese a contar con un discurso abiertamente propagandístico, Marihuana, hermana biológica del clásico Reefer Madness (1936), fue lo suficientemente atrevida como para jugársela: a pesar de lo estigmatizante y rústico del asunto, ahí andan pululando unos porros en pantalla.

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Marihuana está diseñada originalmente para satisfacer un fin educativo y destinarse al público adulto. ¿Con qué motivo? Para que, a raíz de su existencia, puedan enterarse de “las trampas de la juventud en América” (así se advertía desde su tráiler, imagínense cómo venía la mano).

Conocida también bajo el nombre de “Marihuana, the Weed with Root in Hell!” (literalmente, “¡Marihuana, la Hierba con Raíces en el Infierno!”), la obra del director Dwain Esper, no sólo logró señalar una problemática de la época, sino que sirvió, del mismo modo, como una inspiración para generar un tremendo (y oscuro) legado cinematográfico afín. Este fue el puntapié inicial de un cine moral y prejuicioso.

Y, en su reverso, se convirtió en un inevitable tentempié fumeta.

4. Assassin of Youth (Elmer Clifton, Estados Unidos, 1938)

Hija del Código Hays, Assassin of Youth se yergue como una película educativa diseñada para advertir acerca del uso de la marihuana. Sin embargo, como casi todos los films dedicados a esa cuestión, mostraba truculencias, pieles y desbordes disfrazados. Y la Oficina Hays, feliz.

Así, entonces, en nombre de la educación, podían verse esbozos de desnudez, violencia y sordidez. Y los espectadores, felices.

De tal forma, Elmer Clifton y el mencionado Dwain Esper, dos empresarios privados ajenos a los estudios, le proporcionaron al gran público lo que Hollywood no podía. Fueron una especie de Caballo de Troya involuntario: que nadie fume, pero así se fuma.

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En rigor, Assassin of Youth cuenta la historia de una estudiante que se involucra con un grupo de fumadores de marihuana y comienza un cursi camino hacia la ruina. En medio, hay una cuestión melodramática en la que los “malos” reciben su merecido y los “buenos”, gratificaciones.

Comienza algo aburrida pero se va poniendo “buena” (las comillas son tan generosas como justas). Por eso, es considerada como una obra un poco más entretenida que el promedio de los exploitaitions marihuanos de la década del 30 y 40.

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Es consecuentemente tan anti-marihuana que la señalan, incluso, por encima de la heroína y las pastillas. Otro largometraje del sub-género reefer madness que sacará unas buenas carcajadas.

3. The Cool and the Crazy (William Witney, Estados Unidos, 1958)

En los paranoicos años 50, cuando Marlon Brando era sinónimo de libertad y rebeldía, y los bloques capitalistas/comunistas se debatían el dominio del mundo, un joven vendedor de marihuana se inmiscuye entre los revoltosos malandrines de una áspera Kansas City.

The Cool and the Crazy es un clásico del propagandístico reefer madness: una manzana podrida –el nuevo chico malo de la ciudad- contamina al resto del cajón –los inocentes jóvenes del lugar.

¿El objetivo de la película? Asustar al piberío en pos de evitar que se rodeen de la “gente equivocada”. Es como el cuento del Hombre de la Bolsa pero para adolescentes: no fumes o viene el Cuco.

Así las cosas, la trama se inflama en exageraciones: la marihuana es asesina, es la puerta de entrada para otros estupefacientes y con una pitada te deja enganchado de por vida. Ah, sí, ¿cómo no?

Pese a ello, si pueden obviarse estas referencias tan naífs como exageradas, se develará que detrás de la proposición cheesy de delincuencia juvenil hay un guión interesante y un buen reparto.

Aún hoy, la película sigue siendo una cápsula de su época, ya que allí se reflejan ciertas costumbres juveniles, los peinados, la influencia de ídolos contemporáneos como James Dean y Dick Jones, los hot rods, el consumo de cigarrillos, entre otras referencias rebeldes en la antesala de los tormentosos años 60.

2. Marihuana (Hernán Garrido, Chile, 1975)

En Chile, durante la dictadura pinochetista, un documental puso sobre el tapete la problemática de la marihuana. ¿Cómo? Demonizándola a más no poder, ¿de qué otra manera, si no?

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“El marihuanero es malo”, repite de mil y un formas Marihuana, película profundamente antidrogas realizada por el Departamento de Cine (okay) en conjunto con la Embajada de los Estados Unidos (okay, okay). Sí, leyeron bien, no hay ningún error de tipeo.

Experimentando con diversos pacientes, el cortometraje pretende demostrar el efecto nocivo del cannabis y el LSD, equiparándolos en una misma escala de valores.

De allí emergen imágenes de allanamientos policiales y dramatizaciones de efectos psicodélicos, sumándoles todos los lugares comunes posibles sazonados con una sarta de cuestiones tocadas de oído.

Con muchas ganas y con ojos de hoy, puede vérsela en plan burlón. Casi como un chiste zonzo de Peter Capusotto y sus Videos.

1. Sobredosis (Fernando Ayala, Argentina, 1986)

Si el cuerpo es un templo, para Dani también es un laboratorio: anfetaminas, pastillas para dormir, porros, ácidos, cocaína y heroína. Todo le sirve para evadirse de esa vida que reniega. Y, de paso, encontrar su propio foco. La típica: parte como un juego, termina en el abismo.

En una especie de tour de force espiralado, Dani le esquiva a los mandatos paternos (su papá es un profesional que está a punto de convertirse en presidente de un club de fútbol y su hermano mayor lo sigue en cada paso) y se entromete en un submundo que lo tienta mucho más: el de la experimentación. Un “pibe bien” en un entorno cada vez “más picante”.

Con pesquisa periodística del mismísimo Enrique Symns (monologuista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y creador de la mítica revista Cerdos & Peces), música de Los Violadores y los modos exagerados, mañosos y culposamente geniales de Federico Luppi, Sobredosis se constituye como una película de corte underground y sorprende por el tratamiento de los temas siendo un film, digamos, mainstream.

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Incluso, más allá del final algo previsible (si el protagonista se droga mucho, mucho, adivinen qué le pasa al pibe antes del cartel de “fin”), hay un didactismo sorprendente para la época.

Y aunque el mensaje pretenda esgrimirse sobre la moral, la ética, las buenas costumbres y la dicha familiar, termina convirtiéndose de forma involuntaria en un muestrario deforme de ebulliciones químicas, narcóticas y psicotrópicas. Quiso A, logró Z.

Portada: Marihuana (1936)

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.