Conexión 420 #01: Bateristas Hablan sobre su Relación con la Marihuana

Ba, dam, tsss. Generalizar siempre está mal, ya lo sabemos. Pero que la gran mayoría de los bateros fuma churro es bastante evidente. ¿Por qué? Bueno, nadie lo sabe (o sí, qué más da; o no, qué importa), pero ahí están: dándole a los bombos y platillos envueltos en sudor frenético, energía volcánica y volutas de humo.

Y en este primer acercamiento de Conexión 420, la nueva sección de El Planteo que escarba en diversos oficios y su relación con la marihuana, un tendal de bateristas develan algunos de sus usos y costumbres macoñeros.

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Hay foco en la creatividad, en el cuelgue, en compases propios, en algunos cuidados y en un maridaje que –dicen- les resulta musicalmente favorable y espiritualmente superior.

A continuación, tres historias de bateristas profesionales y su vínculo con la marihuana.

Luis Paz, baterista de El Pacto Quiroga

En mi caso, la relación entre cannabis y batería es total. Es una simbiosis absoluta y son prácticamente inseparables. En primer término, porque empecé a fumar y a tocar en la misma época: el verano de transición hacia el último año de secundario.

Ahí probé el faso en el barrio y, por un vecino, también empecé a interesarme por la música y a tocar la batería que él tenía en su casa.

Inmediatamente después empecé a armar mis primeras bandas. Desde entonces no dejo de tocar y, al toque, armé mis primeras bandas de fumones, de amigos, de círculos sociales que tenían que ver con el faso.

Al día de hoy sigo tocando y fumando. Grabé tantos discos como plantas coseché, que son alrededor de 10. No tengo una gran experiencia como cultivador ni como grabador de discos, pero me gusta esa coincidencia.

Foto por Celeste Ayelén Rosales

Siempre que toco la batería estoy fumado. Siempre. Es parte de mi ritual personal. Y, además, grupal, de mi banda y de todas las bandas que tuve. Es parte del ritual de ensayar, de tocar y de grabar.

Somos un grupo de músicos que hacemos culto de la planta. Entonces, es importante para nosotros. Siempre tenemos buenos fasos y variados.

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Cuando fumo y toco la batería se convierte en un juego, se vuelve más entretenido. Me aburre mucho, por ejemplo, practicar. Y estando fumado, te ponés unos temas y es muy divertido si le tocás arriba.

Además, te permite una elasticidad del tiempo y del tempo, del pulso de la canción. Te permite jugar y hacer ciertas cositas locas como retrasar o adelantar algunos golpes.

Hacer pequeñas interrupciones a la normalidad que, con el faso, se vuelven muy evidentes. Eso me pasa con el churro de un modo muy mágico y muy lindo.

Arturo Martín, baterista Mi Amigo Invencible

Mi acercamiento al cannabis fue de forma recreativa. Apareció como un ingrediente más de las noches, en un rejunte de alternos, en un pueblo cercano a la ciudad de Mendoza, atravesando el sacudón del 2001.

La decisión de dedicarme de lleno a la batería y a la banda Mi Amigo Invencible sucedió al mismo tiempo que lograba tener por primera vez mi espacio para cultivar, cerca del 2010.

Desde esos tiempos, el cannabis es parte fundamental de mi rutina, a la hora de tocar. Sucede en mí un maridaje funcional maravilloso con el instrumento.

Foto cortesía de @rolodrums

Obviamente no fue fácil. Tuve que entrenar la introspección y algunos factores que pueden alejarte de la música.

Sin dudas, el cannabis estimula mi creatividad, me ayuda a bajar las expectativas, me pone un filtro de proximidad con lo que hago. De esa forma siento más flow en la música y en la manera de relacionarme con las personas.

Me sucede que cuando viajamos por las provincias o incluso a otros países, como Colombia, Perú, México, hay gente que se me acerca y me regala cannabis porque saben de mi amor por la planta. Eso es maravilloso.

Me resulta oportuno charlar de esto porque hace unos días salió Gen, un EP bajo el nombre de CocoMiel, que fue un ejercicio experimental acerca del consumo de cannabis y el uso del instrumento, algo así como un manifiesto físico.

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Las canciones están compuestas de improvisaciones de músicos convocados a grabar fumados. Fue grabado durante la pandemia y, a los que pude, les hice llegar mi cannabis a sus casas. Cada uno elegía el momento.

Fueron 26 músicos en total, de varias partes del país. La idea era captar lo primero que les salía a cada uno con el instrumento en la mano. Con cero pretensiones, siguiendo alguna pista que les compartía y el efecto del cannabis.

Toda esa información la recopilé y resultaron en 5 tracks de los cuales estoy muy nutrido y agradecido por la experiencia.

Hoy, después de muchos años de autocultivo, logré emprender con amigos colegas un Club de Cultivo, solidario y legal, comenzando junto a muchos otros clubes a emprender una etapa histórica para el país, compartiendo el churro y la información en todos lados donde la música me lleva.

Juan Martín Perelló, baterista de Placard

Me gusta la relación que hay entre la marihuana y la música y puntualmente entre la marihuana y la batería como instrumento.

La verdad que me gusta porque, depende de lo que fumes, podés estar un poco más relajado, un poco más activo, un poco más reflexivo o un poco más psicodélico.

Actualmente lo estoy cultivando, pero fumo de lo que me hacen llegar mis amigos que son cultivadores.

Me gusta fumarme un buen porro y escucharme un disco. Me encanta escuchar música dedicándole toda la atención, no sólo de fondo. Nada le gana hoy en día. Muy pocas cosas superan a fumar un rico porro, escuchar una buena música y, por supuesto, prestarle atención a la batería.

La batería es un instrumento completamente versátil. De hecho, es un conjunto de instrumentos. La verdad que es una relación hermosa.

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Yo hace 20 años que toco la batería y van 20 años que fumo marihuana. Casi que no hubo un día que no me haya gustado o que me hayan dado ganas de dejar de hacerlo. Son dos pasiones que se entremezclan de maneras diversas.

Por supuesto que también está bueno, cada tanto, limpiarse un poco, dejar de fumar una semanita, unos 10 días y después se sienten bastantes cosas, vuelven los sueños, te los recordás bastante, se te cambia un poco el oído. Quizás, también, la percepción tímbrica, algunas cuestiones finas de motricidad y, después, cuando te volvés a fumar un churrito, quedás re loco.

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