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Opinión

Diez Mil Años Persiguiendo la Zanahoria

Por Francisco Beazley

Diez Mil Años Persiguiendo la Zanahoria

✍ 3 December, 2023 - 15:07

Hace más de diez mil años nuestros antepasados vagaban por las praderas de un mundo poco poblado por nuestra raza. Se trataba de una especie más de las que habitaban el planeta Tierra y vivía en armonía con el medio ambiente. Aquellos se movían en comunidades nómades reducidas y se alimentaban de lo que la naturaleza les proveía; cuando el alimento empezaba a escasear, levantaban las pocas propiedades que tenían y salían en busca de un nuevo territorio.

Pero en un momento determinado, la historia cambió para siempre: nuestros antepasados aprendieron a cultivar la tierra y a domesticar animales, poniendo fin a una etapa y marcando el inicio de nuestra cultura actual. La agricultura permitió abastecerse de alimentos gracias a la manipulación de la tierra y la producción obtenida trajo consigo una consecuencia, el excedente o sobrante de comida, y una pregunta: “¿qué hacer con ese excedente?”.

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Producir más de lo que se necesitaba para vivir nos llevó a pensar en el futuro, a planificar. Lentamente, y hasta el día de hoy, empezamos a organizarnos alrededor de ese sobrante; comenzó la propiedad privada (el matrimonio y la monogamia), el desarrollo de herramientas, nuevas técnicas de cultivo, transporte, mejores estructuras y construcciones, la administración, la escritura para administrar, la fuerza militar para cuidar el excedente, las clases sociales, los imperios, las naciones, las religiones, nuevas rutas y mejores transportes, instituciones de todo tipo e infinidad de avances tecnológicos. En diez mil años nuestra raza pasó de ser una especie más a lograr tener el mundo a sus pies. ¿Pero somos más felices que nuestros antepasados nómades?

Según nos contaron en el colegio, antes de la agricultura, la raza humana transitaba una época oscura y tenebrosa: los hombres y las mujeres tenían que vivir forzosamente en cavernas, con grandes dificultades para conseguir alimento y en constante miedo y preocupación por lo que les pudiese pasar. El mundo era un lugar temible e inhóspito pero gracias al cultivo llegó la luz.

Ahora bien, si vemos como viven hoy en día nuestros primos los monos, podríamos decir que no la pasan tan mal. El alimento aún abunda, no les preocupa que van a comer mañana, no necesitan ningún auto para trasladarse al trabajo ni estudiar en la universidad, no les importa la reputación ni lo que digan los demás, no tienen que planificar su boda por un año entero ni construir mansiones para vivir. Cuando tienen hambre comen, cuando tienen sueño duermen, cuando tienen ganas de hacer sus necesidades las hacen y ya. Parecen super relajados mientras que nosotros vivimos preocupados, con el ceño fruncido y siempre buscando algo.

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La planificación como herramienta para vivir mejor se convirtió en un arma de doble filo. La búsqueda de un poco de seguridad, tener un excedente de comida como precaución de una posible sequía, se nos fue completamente de las manos. La necesidad de una forma de vivir más conveniente trajo grandes avances en ciencia, salud, tecnología, producción de alimentos, transporte y cultura, entre otros, ¿pero a qué precio?

De tanto pensar en el futuro y el progreso parecemos haber sacrificado lo más importante: el presente. Así como la metáfora del burro que persigue una zanahoria atada al final de un palo enfrente de sus ojos, llevamos diez mil años persiguiendo una ilusión. Creemos que en algún momento del tiempo seremos felices, cuando terminemos la secundaria, cuando entremos a la universidad, cuando nos egresemos, cuando nos casemos, cuando tengamos hijos, cuando los hijos se vayan de la casa, cuando compremos la casa o el auto soñado, cuando nos jubilemos. Soñamos con un flujo de ingresos fijo (y en dólares) por el resto de nuestra vida o una casa para alquilar que nos dé una renta constante de la cual vivir, pero cuando llega el momento del tan ansiado retiro no sabemos qué hacer y nos deprimimos.

La felicidad parece estar siempre a la vuelta de la esquina, en un futuro cercano; siempre está ahí, la podemos palpar y saborear. Pero nunca se materializa, nunca cumple nuestras expectativas, y si lo hace, es por un breve tiempo, y luego volvemos a estar insatisfechos. Inmediatamente necesitamos volver a perseguir un nuevo espejismo: otro trabajo, otra pareja, otra casa, otra carrera, y la historia se repite. Nunca aprendemos, siempre creemos que la próxima vez si alcanzaremos lo que estamos buscando. Ni siquiera sabemos lo que estamos buscando, vagamos por el mundo como fantasmas hambrientos en busca de más. Nunca vamos a poder encontrar la felicidad fuera de este momento. Si no es ahora, ¿cuándo?

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“Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones” – Yuval Noah Harari

Vía LinkedIn.

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Francisco Beazley

ACERCA DEL AUTOR

Francisco Beazley es el responsable de la administración de El Planteo.

Está recibido como Licenciado en Administración en la UBA y cuenta con una Maestría en Finanzas en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Tiene amplia experiencia en el mundo corporativo como planificador financiero (Ledesma, Tarjeta Shopping y Mercado Libre) y en la industria del cannabis como administrador de proyectos (Avicanna, Santa Marta Golden Hemp).

Es un apasionado mochilero que recorrió durante 7 años más de 30 países en América, Europa, Asia y Oceanía. Su tiempo libre lo dedica a la lectura, la meditación y el autoconocimiento.

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