Psicodelia en la Unión Soviética: ¿Había Drogas en la URSS?
Treinta años después de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS o Unión Soviética), el mundo occidental se empeña en retratar la imposición de una forma de vida monótona a millones de personas tras la cortina de hierro, durante la Guerra Fría. Sin embargo, ¿era posible vivir en la Unión Soviética sin tomar contacto con expresiones contraculturales o la exploración psicodélica? ¿La gente en los países de la URSS consumía drogas?
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La vida en el Bloque del Este era un viaje. La ideología socioeconómica y política que sustentaba las realidades de sus habitantes era muy diferente a la nuestra. Si bien en Occidente se retrata la vida en la URSS como draconiana, monolítica e inflexible, éste es un retrato incompleto.
El reflejo en la cultura popular y los medios
Antes de la deriva política y cultural de la URSS hacia el “realismo socialista” a mediados de la década de 1930, los años de entreguerras de la Unión Soviética se caracterizaron por expresiones artísticas vanguardistas, constructivistas y futuristas, incluyendo florituras que habrían sonrojado al movimiento Bauhaus.
Aunque los estilos cambian con el tiempo, la influencia de estos estilos perduró a lo largo del totalitarismo estalinista. Probablemente, si ya viste cine o animación soviética, escuchaste música soviética moderna o leiste ciencia ficción de la época, creas que las drogas jugaron un rol inspirador. Es difícil escuchar un disco de Theremin, ver una película de Andrei Tarkovsky o leer una historia de Strugatsky sin pensar lo contrario.
Sin embargo, no sabemos mucho del uso de drogas experimentales en el antiguo bloque socialista de la URSS. Los registros oficiales anteriores a la segunda mitad del siglo XX son prácticamente inexistentes y los testimonios anecdóticos son escasos. Obtener una idea de la proliferación de (y el interés en) las drogas en un territorio tan vasto requiere una inmersión más profunda en el compromiso cultural presoviético con el tema más amplio.
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Antes del bolchevismo
Europa del Este, y Rusia en particular, es una región conocida por su amor por el alcohol, como el vodka.
Cuando Vladimir el Grande (958-1015 d.C.) supervisó la transición de Kiev del paganismo al monoteísmo, envió investigadores a las tierras vecinas para ayudar a determinar qué religión le exigiría al pueblo. Cuando sus enviados regresaron de un encuentro con musulmanes búlgaros y le informaron que sus costumbres prohibían el alcohol, eliminó la opción islámica de la mesa y señaló que “beber es la alegría de todxs los rusos”.
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El hábito cultural hacia las bebidas espirituosas quizás se observe más vívidamente en la figura de Grigori Rasputin. Aunque la vida y el legado de Rasputín están plagados de especulaciones y mitos, especialmente en lo que respecta a su influencia sobre la monarquía rusa, lo que sí sabemos con certeza sobre el campesino siberiano devenido en asesor místico de lxs Romanov es que le gustaba la fiesta, y bebió insaciablemente, excusándose tras motivos espirituales.
También nativo de Siberia es el hongo psicoactivo Amanita muscaria. Este hongo tiene una importancia cultural anterior a Rasputin. En todo el folclore europeo se alude a este hongo, que cuenta con innumerables representaciones en centenares de cuentos de hadas del Este de Europa. Más cercano a nuestros tiempos, la amanita muscaria tuvo una expresión política en la broma televisiva de 1991 “Lenin era un hongo”. Incluso se ha presentado como una explicación hipotética del misterioso incidente del Paso Dyatlov, que continúa desconcertando a la gente hasta el día de hoy.
La cortina de hierro y el mercado ilícito
A pesar de toda la producción cultural inspirada en la Amanita muscaria en el Este de Europa, los informes de su uso recreativo durante la era soviética están sorprendentemente ausentes. Sí se hablaba, en cambio, de la marihuana y de los opiáceos, que estaban más disponibles. El uso del cannabis y del opio es legado de regiones específicas desde mucho antes de la Revolución Rusa.
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En gran parte de lo que (bajo el gobierno de Stalin) se convirtió en Ucrania, y en áreas aún más grandes en todo el Cáucaso y en Asia Central, el cultivo de marihuana nativa era una actividad típica.
El cannabis no llevaba asociado un estigma como hoy en día. Lo mismo ocurría en gran medida con el opio. Asimismo, en áreas donde uno o ambos se cultivaban y la influencia islámica se había arraigado más profundamente (como Asia Central), se consideraban alternativas al alcohol.
La creación de la URSS anuló la relacion entre estos territorios del interior de Asia Central con los territorios distantes de Rusia Occidental, y países aún más lejanos en Europa. A medida que las repúblicas socialistas como Hungría se desarrollaron, lxs ciudadanos aventureros obtuvieron un mayor acceso a estas sustancias.
Sin embargo, solo un puñado de estos estados satélites en la periferia occidental de la URSS ha publicado investigaciones o realizado pruebas con drogas psicodélicas. Específicamente, experimentos con LSD y psilocibina.
Desarrollos en el este
La Unión Soviética nunca realizó ni desclasificó informes oficiales de programas gubernamentales relacionados con el LSD (y mucho menos cualquier cosa que pudiera compararse con el “MK-Ultra” de la CIA). En los ’60, las repúblicas socialistas de Bulgaria, Polonia y Checoslovaquia utilizaron LSD en ensayos clínicos para tratar la depresión, la esquizofrenia, y el alcoholismo entre otras dolencias.
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El interés en el LSD alcanzó un punto álgido en Checoslovaquia, con miles de solicitantes inscribiéndose para participar en ensayos dirigidos por el “padrino del LSD”, Stanislav Grof. Entre ellos se encontraban artistas como Karel Gott y Jiri Anderle. El LSD disfrutó de una enorme popularidad en Checoslovaquia (que, en ese momento, era el mayor fabricante y exportador mundial de la sustancia) y siguió siendo legal en el país hasta 1974.
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Colapso, shock therapy y flashbacks
Para 1979, mientras la URSS se encontraba en un profundo estancamiento económico, las tropas soviéticas intervinieron en la república socialista de Afganistán. Su participación en la guerra civil afgana alteró la cultura de drogas y la relación entre Asia Central y los estados soviéticos occidentales, de forma permanente y para peor.
Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional de la administración Carter, reconoció la invasión soviética como una “oportunidad [para darle] a la URSS su guerra de Vietnam”. Vio la oportunidad de empantanar a las fuerzas soviéticas en una contrainsurgencia desmoralizadora, que, como en Vietnam, llevó a muchos soldados a caer en la adicción a la heroína. Por iniciativa de los muyahidines respaldados por la CIA, los opiáceos fluían libremente a la URSS desde el sur.
Mientras tanto, en la Unión Soviética, el Partido Comunista se había embarcado en una feroz campaña para frenar el consumo excesivo de alcohol. Desde principios de los ’80 hasta la disolución de la Unión Soviética, esto fue probablemente lo más cerca que estuvo la URSS de algo parecido a una “guerra contra las drogas”.
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Si bien el programa nunca fue popular entre la población, tuvo cierto éxito al combatir los males del alcoholismo crónico (incluso aumentó la esperanza de vida durante algún tiempo). Sin embargo, también le costó al gobierno miles de millones de rublos. También condujo a un salto masivo en la producción de alcohol ilegal para compensar la escasez provocada por el estado.
Legado cultural
Las razones de la desintegración de la URSS son demasiado numerosas y variadas para nombrarlas todas aquí. Lxs historiadores aún debaten cuáles fueron más trascendentales. Más allá de eso, hoy en día, es más fácil explorar los psicodélicos en estos antiguos territorios soviéticos.
Nunca antes en la historia fueron tan accesibles las drogas de todo tipo. Los estilos arquitectónicos y el arte alucinante de estas repúblicas pueden haberse desvanecido con los movimientos sociopolíticos que las impulsaron. Aún así, sobreviven en la memoria, y siguen siendo alucinantes para las nuevas generaciones de psiconautas.
Vía Reality Sandwich, traducido por El Planteo.
Foto por Soviet Artefacts vía Unsplash
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