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Arte

De Vender Dulces a las Grandes Ligas: Vida y Obra de Lokillo, el Trovador que Conquistó Netflix y FMS

Por Hernán Panessi

De Vender Dulces a las Grandes Ligas: Vida y Obra de Lokillo, el Trovador que Conquistó Netflix y FMS

✍ 6 May, 2022 - 12:05


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Yédison Ned Flórez Duarte era un niño tímido. Un niño que, posiblemente, nunca se imaginó vivir de la destreza de la palabra y del don para la comedia. Un niño que vendía dulces por calle. Un niño al que la violencia lo desplazó de una ciudad a otra. Un niño que, hiciera lo que hiciera, siempre intentó dar lo mejor.

Hoy ya no es un niño pero Yédison Ned Flórez Duarte, alias Lokillo, sigue teniendo la misma mirada: “No tenía un futuro claro. Tuve que dejar la timidez de manera brusca. Conseguirme el pan. No me gasté el tiempo proyectando. La vida me tiene aquí y lo voy a hacer lo mejor que pueda”.

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Y lo hace lo mejor que puede: a sus 35 años fue reiteradas veces campeón en trova, tiene plantadas giras por el mundo, filmó un show para Netflix, protagonizó una película, grabó discos y, ahora, también forma parte de la elite del freestyle colombiano liderando la tabla de la FMS colombiana.

“Es impresionante la evolución, el camino”, revuelve Lokillo a propósito de las vueltas de la vida. “Hago todo lo mejor que puedo y el resto me va llevando a otra cosa”.

Comediante no hay camino

Entre los comediantes, suele darse la siguiente situación: en cada grupo de amigos, en su fuero más íntimo, suelen brotar los disparates. Y los graciosos suelen ser quienes lleven esa batuta. Sin embargo, cuando en esos grupos de amigos hay comediantes profesionales, éstos suelen ser los que observan, los que disponen, los que ríen.

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“No, definitivamente no soy el más gracioso de mi grupo de amigos. Cuando te dedicás a la comedia, estás saturado de hacer todo para el público. En ese espacio tranquilo, sólo quieres oír disparates. Además, si uno trabaja solo termina sesgando o haciendo lo que le parece chistoso”.

Por eso, además de escuchar a sus amigos, Lokillo también para la oreja cuando se reúne con su grupo de trabajo, entre los que hay un director de cine, un fotógrafo y un escritor de comedia. “Juntos hacemos el combo. Siempre nos estamos filtrando entre nosotros. Y si hay algo bueno, vemos cómo sacarle el jugo. Nos estamos retroalimentando”.

—¿Qué pensás sobre los límites del humor?

El humor no tiene límites. El humorista, sí. El humor tiene la absoluta libertad de existir de la manera que sea. El humorista debe ponerse los límites. Tenemos filtros. Hacia donde quiere enfocar su carrera. En mi caso, lo que hago le llega a mucha gente. El de la trova y la radio es un público más analítico. En la TV dicen que están las amas de casa. Hay niños en el freestyle. Me toca pensar en un montón de gente. En el caso de nosotros, a veces decimos “está chévere, pero mejor no lo saquemos”. Cuando a veces vemos que nos estamos pasando la rayita, algo nos pone un stop. Entonces, bromeamos hasta este punto. Hasta ahí está bien.

Su camino al freestyle competitivo

Múltiple campeón de la trova, imitador, actor, humorista y músico, Lokillo llegó a la Freestyle Master Series colombiana, la liga de improvisación más importante del país, con un fuerte prestigio como artista y con un profundo reconocimiento popular.

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Inmediatamente, ese recorrido lo pone en un lugar singular: pocas veces un MC llegó a la alta competitividad destacándose en otras disciplinas.

“Mi trabajo funciona como Lokillo Entretenimiento, que es la marca para la que vengo trabajando. La palabra ‘entretenimiento’ encierra un montón de posibilidades en las que exponer capacidades y talentos. Soy un obsesionado. Cuando me gusta mucho algo, voy por ello. Quiero hacer parte de esto y tengo los pies en la tierra. Sé lo que se me dan bien y mal”.

En el camino, Lokillo alimenta a su propia marca con “todo lo que se le dé” y eso incluye la actuación, la locución, la comedia, la música y, obviamente, la improvisación.

“El freestyle es mi base. No me es ajeno. Tengo la capacidad de adaptarla a distintos géneros. Por eso, muy pronto estaré en Cuba con los poetas en los caseríos y en Argentina con los payadores. Por eso pienso que, más que exponer mi prestigio, es todo lo contrario: sigo sumándole cosas a mi carrera”, confiesa.

En tanto, este camino de competir no se dio de un momento a otro. Sino que, más bien, lo fue macerando durante años: viendo videos, haciéndose fan de los freestylers, hablando con ellos, practicando en su casa.

Hasta que, un día, el multicampeón de la trova colombiana se decidió a montarse en la alta competencia del freestyle. “Me di cuenta que estaba preparado para atravesar ese proceso. Y fue un proceso que no arrancó desde 0, sino desde 0.5, con mucho por aprender en los escenarios del freestyle. Lo asumí con responsabilidad y seriedad. Me lo tomo en serio”.

—En una entrevista con el caster Kapo 013 aseguraste que son pocas las posibilidades de cruzarte con mentes en blanco durante las batallas. ¿Qué opinás al respecto y por qué decidiste estar siempre en blanco a la hora de batallar?

—No deja de sorprenderme y de ponerme en jaque. De tanto improvisar, ya tienes el olfato para saber qué cosas salieron en el momento. Hay que lidiar con eso. Cuando un ataque es muy contundente, aunque sea tan fresco, tratas de responderlo al instante. Eso termina por sacarte. Siempre está la duda. Nadie tiene la verdad absoluta de decir qué fue improvisado y qué no. Pero hay competidores que tienen en claro para dónde va su batalla. Pareciera que una de las bases de la batalla es atacar al otro.

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—En tu batalla contra Marithea en la Red Bull: Batalla de los Gallos, 2021, que a su vez era tu debut en la alta competencia, hubo muchos momentos en los que decidiste no usar el ataque. ¿Pensás que debería haber otras maneras de ganar una batalla?

—Sí, no todo es ponerse sobre el otro. También se puede ganar una batalla siendo más poeta o más chistoso. Mientras todos se suban a la batalla pensando en que todo se desarrolla matando al otro, la cosa va a seguir así. Mi premisa no es machucar al otro. A lo sumo, será escuchar cómo viene esa discusión. Ese es el verdadero free y disfruto de tenerlo al lado. Creo que la mayoría de los MCs sí están ahí en cuerpo y mente.

—¿Y qué pensás que falta para que las batallas sumen esos condimentos y que sus desarrollos, en tal caso, no sean sólo basados en atacar al otro?

—Falta estar escuchando hasta el último momento qué está diciendo el otro. Asusta mucho esperar hasta la última sílaba. Asusta un montón. El verdadero reto es arrancar de cero. Así, podríamos disfrutar de muchas batallas variadas. Es muy normal que las batallas sean repetitivas. Casi siempre es la misma batalla con distintas palabras, con distintas referencias y analogías. “Yo soy mejor por esto y por esto”. Y la batalla es la misma. En cambio, si la gente se estuviese escuchando, verían si vale la pena machucar o imponer argumentos de otra temática. A veces siento que nos subimos al escenario algo mecanizados.

Entretanto, la trova (o copla) es un canto típico presente en su ciudad, Medellín, cuya base es un diálogo en versos. Y sobre esa base, una especie de proceso donde el otro es sumamente importante. “Ahí la obligación es el diálogo, estamos presentes los dos. El llamado es dialogar, discutir, debatir, pero necesito escuchar lo que me está diciendo el otro”, explica.

Y bajo ese dominio de la escucha está, posiblemente, una de las grandes virtudes de Lokillo como MC: su respuesta comprime un asidero dentro de las palabras de su contrincante.

Música y comedia

Con fuerte presencia en televisión, radio y medios masivos de comunicación, Lokillo se desenvuelve con naturalidad sobre distintos escenarios. A la sazón, fue su personaje Rastacuando, un cantante de reggae con el que suele hacer música con doble sentido, el que lo catapultó a la fama absoluta.

Su primer álbum, Obvio Sí, junta millones de reproducciones y, por estos días, ya está grabando a su sucesor que, esta vez, tendrá un perfume más rapero. “El primer disco tuvo números bastante importantes para ser un producto orgánico. La canción ‘El Seis’ tiene como 10 millones de reproducciones en YouTube y todo fue totalmente orgánico”, cuenta.

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Y casi como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Rastacuando tiene su propia naturaleza, su propia influencia, su propia existencia: es un alter ego de Lokillo que se desenvuelve con sus propios códigos. “Tiene vida propia”.

Aunque, por momentos, Lokillo y Rastacuando se juntan y hasta “comparten” escenario juntos. “Ahora estamos con una gira que se llama Lokifacético en la que voy a estar por todos los países”.

El pico del entretenimiento

Así las cosas, el éxito lo llevó a emprender giras por América Latina, Europa y hasta por Estados Unidos. “Este año tenía una gira por Estados Unidos, pero me tocó aplazarlas por visas de mi equipo. Pero en octubre iré a más ciudades. Ya fui dos veces. En la primera había colombianos. En la segunda, ya había gente de habla hispana y algún que otro gringo”.

Claro, esta popularidad por fuera de su territorio se dio, no solo por sus constantes viajes, sino también por Nada es Igual, su show en Netflix, una plataforma que lo internacionalizó.

“Netflix me permitió llegar a ese tipo de público donde, por ejemplo, me habló la administradora de un teatro que había visto mi show ahí. Afortunadamente ya tengo un pequeño reconocimiento en distintos países hispanoparlantes”.

Entretanto, la llegada de Lokillo a la “Gran N” tuvo que ver también por la gestión del comediante Franco Escamilla y de su ex manager, quienes le hicieron puente con las personas indicadas. Y, si bien Netflix ya le seguía la pista, la pandemia le puso un freno a la idea inicial y partió, ahí, un nuevo proceso, una nueva búsqueda: “Menos mía y más para el mundo”.

Se encerró a pensar en un guión que estuviese a la altura de las circunstancias y de sus pretensiones. “Se convirtió en un reto para mí”, dice. Hoy, Nada es Igual está subtitulado en 30 idiomas y hasta estuvo durante días entre lo más visto de Netflix Colombia. “Recibí todo muy feliz. Es de esas cosas que nadie me quita”.

Con película propia

Desde hace tiempo que en Colombia es habitual que, una o dos veces por año, se estrenen películas en los cines protagonizadas por comediantes populares. “Es que los comediantes reconocidos son la voz del pueblo y mueven muchas masas”, aclara.

Entonces, a medida que la carrera de Lokillo ascendía, la presión popular porque filme su propia película comenzaba a engordar. “¿Dónde está la película de este loco?”, se preguntaba la gente. “Yo presentía que se me iba a dar. Tenía un poco de susto con el proceso y los tiempos. Afortunadamente me dio el tiempo necesario para tener una buena idea”.

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De esta manera, concentró su energía en la creación y, durante ese camino, fue a trovar a una cárcel de mujeres. Allí, su cabeza explotó en mil pedazos: “Salí conmovido por el recibimiento de las damas, por la emoción, por los rostros y por las lágrimas que vi. Me movió una fibra”.

Con este envión, Lokillo fue maquinando una historia, dándole duro al tema y preparándose actoralmente. “No quise hacer una película chistosa, que es una costumbre de acá. Quise hacer una película dramática, que tenga sus momentos jocosos”.

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Y Mi otra yo, el film en cuestión, cuenta la historia de un comediante petulante que, ante la amenaza de alguien que quiere matarlo, termina guardándose en una cárcel de mujeres. “El personaje es machista y ahí se da cuenta de su problema y del gran valor de las mujeres”.

Mi otra yo llegó a las salas de los cines y, una vez en las plataformas de streaming, hasta estuvo posicionada en las Tendencias en Netflix.

Cannabis sin prejuicios

Aunque no fume marihuana, Lokillo es –evidentemente- una figura cannábica: “No consumo”, avisa rápido, “pero tengo amigos que lo hacen permanentemente”.

Por lo demás, su personaje, Rastacuando, este rasta colgado que lo hizo famosísimo, suele hacer chistes que parten desde una noción cannábica. “Voy por el mundo quitándole el tabú a la gente. Hay mucha gente adulta que tiene muchas prevenciones, incluso mi mamá y mi familia. Yo soy como el mensajero del cannabis”, devela.

Medicinal o recreativa, Lokillo Flores banca a la marihuana en cualquiera de sus formas. Y dentro del mundillo del freestyle, convive con volutas de humo del tamaño de Godzilla. “A veces hay unos olores que me llaman la atención, como de bosque virgen, se siente uno en el Edén”.

En sus palabras: “Respeto absolutamente a la marihuana y soy muy tolerante. Es un tema del que puedo hablar; pero, más que decir ‘venga, consuma’, digo ‘quítese los tabúes sobre el tema’. Conozco mucha gente brillante y mucha gente normal que lo hace parte de su vida”.

Un ojo aquí, un ojo allá

En la actualidad, el artista está a punto de darle paso a su gira mundial bautizada como Lokifacético, una obra que recorre su vida en diversas rutinas de humor y en la que mezcla la imitación, la improvisación, el stand-up, la música y tanto, tanto más.

El trip partirá desde México y luego hará pie en Centroamérica, España y hasta en Australia e Inglaterra. “Se van a divertir porque mi comedia no es de chistes locales. Estoy muy contento con esta gira”.

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Asimismo, con apenas dos fechas y para sorpresa de muchos, Lokillo está en la cima la tabla de la FMS Colombia. “Mi objetivo era no hacerlo mal”, confiesa. “Quiero seguir disfrutando de este viaje”.

—Tal vez es un poco prematuro pero… ¿Te ves como campeón?

—Decían que me iba a ir con cero puntos, pero eso ya no va a suceder. Mi objetivo va por disfrutar cada batalla y que, lo que quede, me guste. Quiero ir por ese lado más que pensar en llevarme el título. Quiero estar concentrado en que me está gustando. Y quiero que más público conozca esta disciplina de la que soy un verdadero fanático. Quiero ayudar a la escena que admiro y de la que formo parte desde hace mucho, mucho rato.

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.

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