Mar del Plata Retrofuturista: Un Artista Reimaginó a ‘La Feliz’ Utilizando Inteligencia Artificial

El retrofuturismo es un asomo al primer pliegue de lo que puede haber allá adelante, imaginándolo con los lentes de todo lo que hubo allá atrás. Sobre ese hilo, Mardel X zurce su narrativa cosiendo vestigios de una Mar del Plata virtual, que entremezcla hechos históricos con devenires fantásticos. “Es un taller de inteligencia artificial para mí, en el que puedo volcar las últimas tecnologías y ver cómo las puedo hacer funcionar y fusionarlas ahí”, lanza Franco Antonelli, mastermind de Mardel X.

Obsesionado con Mar del Plata, ¿quién no, Antonelli?, el entusiasta de los prompts empezó a jugar con un álbum familiar de sus abuelos en la Costa Atlántica y comenzó a flashear con entrenar a las herramientas para crear imágenes de forma tal que La Feliz se convierta en Mardel X. “Siempre fantaseé con la ciencia ficción nacional y me parecía que Mar del Plata era un lugar espectacular para eso”.

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Sobre esa idea, la ensoñación del retrofuturismo como gran tropo ordenador podía convertirse en una plataforma interesante gracias a su “mestizaje estético”. De su boca: “Me parece un mecanismo piola para construir e imaginar el futuro. Una buena excusa para generar contenido”.

Mardel X: entre olas, robots y glamour retro

Desde allí, las olas de Mardel comenzaron a rebotar en el cerebro y los comandos de Antonelli y, poco a poco, fue configurando este sci-fi que regala estampas como la de Mirtha Legrand (ícono histórico del verano marplatense & televisivo) reinventada cual cantante robótica o los lobos marinos de José Fioravanti en clave cyborg o un mecha tipo Macross haciendo sociales en la Bristol.

“No hay ninguna ciudad más popular y turística que Mar del Plata. Además, hay un montón de sucesos que la recorrieron durante el tiempo, desde la llegada de submarinos nazis, pasando por la carrera en la que participó Fangio, hasta el glamour de una época pretérita. Tiene muchos elementos que son muy ricos”.

En ese sentido, Mar del Plata comprime una esencia naturalmente retrofurista: “Veo elementos que quedan congelados en el tiempo y que, sobre eso, se le van sumando capas de modernidad”.

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Un ejemplo nítido anida en el Torreón del Monje, visita obligada para el turismo marplatense, que comenzó como una construcción pequeña en el medio de la nada y fue ensanchándose hacia sus costados al compás del comercio, la arquitectura y el pop.

Faunas marinas robotizadas

El trabajo de Antonelli con Mardel X se vio plasmado en la vida 1.0 gracias a la gestión del Festival Pleamar, un evento que reúne a diversos talentos del cosmos de la música y las artes electrónicas. De hecho, la influencia de Antonelli dentro de la versión de Pleamar en el CCK caló tanto que terminó creando un universo de faunas marinas cyborgs.

“El pedido de Pleamar por hacer esas faunas marinas me motivó para crear un montón de imágenes de estas que son como medusas robots. Tiene una explicación: tiene que ver con la limpieza del mar y el equilibrio del ecosistema. Se armó algo lindo porque me motivó mucho”, dice Antonelli.

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A la sazón, el artista nativo del mundo del modelado en 3D exprime el workflow de la inteligencia artificial y despacha imágenes a troche y moche. Sin embargo, en su búsqueda por cierta fineza estética, de esa “pesca con mediomundo” a veces sólo sobreviven unas pocas creaciones. “Igualmente me lleva varios días armar algo”, aclara.

Entre la innovación y la saturación

Su búsqueda pasa por integrar de manera precisa y sin artefactos todas las tecnologías “que están separadas de manera integral”. Trabaja con delicadeza animaciones, fondos, rostros y su manija está en articular la mayor cantidad de chiches a la vez. “Entonces de golpe sentís que tenés oro y a los tres meses sentís que tenés arena en las manos”, mete Antonelli su analogía playera, entre prompts de Stable Diffusion y Flux.

“El tiempo de la inteligencia artificial es ridículamente veloz y también es ridícula la pérdida de sensibilidad de la gente con respecto a eso, porque de golpe hay algo que les parece increíble y lo ven tres veces y, después, ya no les parece más increíble. Entonces es una variable importante”, sigue.

Cómo modelar el futuro

Por estos días, el artista está gestando un libro sobre Mardel X, su proyecto, que contará con inevitables hipervínculos y homenajes a El Hombre en el Castillo, de Philip K. Dick y su ucronía sobre el devenir de la Segunda Guerra Mundial.

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Asimismo, está armando una productora de machine learning y anda trabajando junto a su socio en diversos modelos de voz para comerciales. También, está desarrollando un bot inmobiliario y, de paso, planea despacharse en algún momento con un bot sci-fi: Freud Bot, con el que vinculará a la IA con la psicología. Un dato que viene a cuento: por alguna razón incomprensible, Freud siempre se cuela en el magma de Mardel X.

Y en tren de profundizar sus mañas, se abraza a la inteligencia artificial y la vive a pleno: “Estamos generando una especie de desfile virtual medio loco, medio fantasioso, para una marca de ropa”.

Las olas y el viento, la IA y el prompt: el hombre y sus máquinas frente a ese mar, que es Mar del Plata, configuran (onírica y electrónicamente) a una Mardel X (ciudad indestructible, enclave de fantasía) que Antonelli se inventa junto a sus robotitos. Y para terminar de esculpir su añoranza de una Mar del Plata de otra dimensión, una fabulosa brujería de Fogwill en Partes del Todo: “Pero no hay mar, es sólo ausencia”.

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