Una Muestra le Rinde Tributo (y le Dice Adiós) a Taringa!, Ícono de la Internet 1.0
Todavía resuenan en el kokoro esos “puntines” que nos ganamos con algún Megapost de alguna porquería o de alguna maravilla de esas que cambian vidas para siempre. El valor intangible de colaborar con la comunidad reside en ese intercambio: se comparte, se valora, se agradece. Cierra Taringa!, el nido de hormigas de la generación más internetera de todas e Internet nunca volverá a ser la misma.
Por eso, el Peak of the Week, la agenda semanal de El Planteo, sale con la bandera a media asta rememorando a la T! y compartiendo la data de una muestra que le rendirá tributo en el siempre pop Bar El Destello.
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“Algo que me parece coincidente y que me marcó un poco es que una semana antes de que se anunciara el cierre de Taringa! fue la noticia del fallecimiento de Akira Toriyama. Es un suceso que marcó a un montón de gente de nuestra generación. Todos los que tenemos entre 30 y 40 años crecimos con Dragon Ball. Me emocionó ver en Internet todas las anécdotas y me sentí muy conectada con un montón de gente. Y, bueno, con el cierre de Taringa! me pasó algo parecido”, dice al POTW Lucila Paturzo, product manager de T! y una de las responsables de la muestra.
Ahora le decimos “chau”, pero hubo años y años de decirle “hola” todos los santos días. Entrar a Taringa! era perderse entre los caireles de la creatividad, las ocurrencias y el cinismo. El punchline “Inteligencia Colectiva” le quedaba pintado: como un Aleph moderno, T! se adelantó a las redes sociales, relegó a los viejos foros y conspiró a favor de una red más libre, más honesta, menos llorona.
“Estamos haciendo un duelo por una plataforma que nos marcó a todos los empezamos usando Internet en la famosa época 1.0. Creo que el cierre de Taringa! representa un poco el último bastión que quedaba vivo de esa Internet, una muy distinta a la que es hoy”, se lamenta Paturzo en partida doble.
Resulta sabio prenderle una velita a la T! Inventó un lenguaje, implementó un slang. Tal vez, el ya canonizado “denunciado, lince” sea la síntesis más alucinante de ese abrazo con posterior piñita en el hombro que se dan los hombres que se quieren y que alcanzan algún grado de confianza entre sí. El “denunciado, lince” entronizó la idea de la burla socarrona, la pícara virtud de hablar con (nuestras) mañas.
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“Creo que Taringa! aportó muchas cosas interesantes a Internet. Fue uno de los primeros lugares donde la gente podía compartir algo y ser leído por miles de personas. Por ahí, antes dependían de los medios de comunicación, de las radios y de los diarios. A través de Taringa!, ese intercambio empezó a generar una comunidad, en la que se empezaron a crear códigos propios, lenguajes y maneras de interactuar”, mete close-up el legendario Matías Botbol, creador de la plataforma.
Imaginemos cómo sigue todo esto: se va Taringa!, que hace tiempo venía de capa caída pero que su cierre igual causa dolor. Y sin ese espacio de ebullición, las redes sociales, nuevos mandamás cibernéticos, ululan entre la pedantería de los nenazos y el pico más alto de la solemnidad. Como con la desaparición de esos lugares donde fuimos felices, uno también va muriéndose un poco.
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“Creo que Taringa! marcó mucho el rumbo. Fue un primer espacio donde los latinoamericanos podían compartir no sólo archivos, que fue creo que el motivo principal de Taringa!, sino también tutoriales, anécdotas, consejos. Todos tenemos alguna historia o alguna anécdota que tenga que ver con eso. Así que la historia de Taringa no es una historia, son miles”, continúa Paturzo.
No hay que olvidarse de todos los otros hitos: fue la red social de habla hispana más grande de la red, inauguraron los microcontenidos, tuvieron un rol preponderante en los debates sobre la responsabilidad de los usuarios de Internet en relación al contenido generado por terceros (otro besito para Rapishare y Megaupload), se trompearon ideológicamente con la dueña de los derechos de los libros de Borges.
Inhaen. Exhalen. Sigamos.
Nos enseñaron qué son, cómo se usan y qué potencia tienen los memes, determinaron los límites del “virgen”, configuraron la imaginería del “chad”, fueron la comunidad que ordenó a todas las huestes, de todas las castas, de todos los credos.
“Desde siempre tuvimos mucha afinidad con Taringa! Nuestro público, también. A veces venían ex empleados de T!, los reconocíamos en el bar. Habíamos hecho una muestra del Scorpion Matero y generacionalmente nosotros estábamos metidos en T! Entonces, pensamos que se merecía un recontra homenaje en las paredes del bar”, explica Esteban Ortíz, uno de los socios de El Destello e ideólogo de la muestra.
“Empezamos a juntar data, puntas, contactos. Nos interesaba no mandarnos solos: sabíamos que había hits o cosas de Taringa! que todo el mundo recuerda, pero nos interesaba mucho tener el aval de Matías Botbol y de alguno de los chicos que participaron en su momento”, continúa Ortíz.
En ese sentido, Botbol se siente agradecido: “Creo que está súper bueno porque Taringa! siempre fue como muy virtual. Nunca hicimos como cosas muy físicas más que las reuniones de taringueros que se daban naturalmente. Veo como algo re lindo que, en el momento del cierre, los chicos de El Destello hagan una muestra”.
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Gracias a Taringa! se forjaron amistades, se conocieron parejas, se divorciaron sociedades, se fomentaron broncas, se limaron asperezas, se hicieron puestas en común, se profundizaron las grietas, se gastaron tardes jugando al Truco, se quemaron días recorriendo su home, se generó un volcán memético irrepetible. Un “maquinola” puesto a tiempo puso paños fríos o, en su reverso exacto, prendió mechas que nunca más se apagaron. La vida echándose paso a su andar.
Ahora, nos queda un mundo peor. Un pasado que va diluyéndose entre la jubilación de una forma de ser, la indignidad de las nuevas generaciones con una curiosidad de baja intensidad, la avanzada del contenido más procesado que la peor de las salchichas, la tensión inmunda entre la crueldad y los manuales de convivencia.
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Taringa!, que encuentra su corolario en esta muestra pop emplazada en El Destello, fue la máxima expresión de esa entelequia conocida como libertad.
La muestra oficial por los 20 años (y el cierre de) de Taringa! en El Destello (Gascón 1460, Palermo, Buenos Aires) partirá el jueves 18 de abril a las 19:00hs y estará disponible durante los próximos 10 días.
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