Nach: Rap, 'Una Madre que te Permite Soñar', Cannabis y la Influencia en Nuevas Generaciones
Desde sus primeros encuentros con los discos de vinilo de 45 revoluciones, el rapero español Nach, nacido Ignacio José Fornés Olmo en 1974, ha entablado una relación cercana con el arte. En una conversación íntima con El Planteo, este maestro del hip-hop nos lleva por un viaje musical, uno que comenzó en los brazos de un hermano mayor apasionado por la música.
“La primera vez que escuché música fue en vinilo, pero de los de 45 rpm”, recuerda con una sonrisa cargada de nostalgia. Sus palabras pintan una escena vívida: un joven Nach, absorbiendo cada nota, cada melodía, aprendiendo el lenguaje universal de la música a través de esos discos giratorios.
Durante su adolescencia, el cassette se convirtió en su fiel compañero. “Las horas que me pasé poniendo una canción y luego otra para hacerme mis playlist y mixtapes. Las ponía en la cinta para volver a escuchar. Esto hacía que cada canción la escucharas sin parar, porque te había costado horas y horas ponerlas ahí, todas ordenadas… Hoy tengo cajas y cajas de cassettes que me ocupan un espacio tremendo en el garaje, pero que no voy a tirar. Las tengo ahí y ahí van a estar”, dice, con sus ojos brillando de añoranzas.
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En su hogar se escuchaba de todo: desde el rock británico hasta el jazz, pasando por la música pop española. Fue una educación musical con la que muchos solo podrían soñar, pero Nach la vivió desde la primera fila.
Sin embargo, lo que realmente lo marcó fue su introducción a la “música negra”, a artistas como Sam Cooke y Stevie Wonder. “A partir de ahí mi gusto por la música negra fue claro. Esto es lo mío, esto es lo que me llega”, reflexiona, destacando cómo estos sonidos le abrieron un mundo de posibilidades. La influencia de estos gigantes musicales sólo no marcó un capítulo en su educación musical, sino que fue el prólogo de su propia historia en el mundo del rap.
La incursión en el mundo del hip-hop
El rap llegó a Nach como un género musical, sí, pero también como una revelación. Era la perfecta fusión de ritmo y poesía que resonaba con su ser más profundo. “Con ese tipo de ritmos, las rimas, la actitud… ya lo tengo claro, esto es lo que quiero para mi vida”, recuerda sobre ese momento en el que encontró su estilo musical preferido. En el rap, Nach pescó su voz, su medio para contar historias, su vehículo para conectar con el mundo.
Las travesuras juveniles de Nach, como aquellos intentos de hacer scratch en un vinilo de su hermano, se convirtieron en el preludio de una carrera destinada a romper moldes. Cada intento fallido, cada aguja rota, fue un paso más hacia el descubrimiento de su verdadero llamado. “Son cosas de cuando tienes 12 años y no lo puedes evitar hacer”, dice entre risas, rememorando esos primeros experimentos sonoros.
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En la actualidad, la influencia de Nach se extiende mucho más allá de su música. Artistas emergentes como Sofía Gabanna y Sara Socas se convirtieron en una inspiración clave. Su humildad ante tales reconocimientos es palpable: “Me sigo sorprendiendo… es como, ‘wow’. No es como ‘sí, claro, por supuesto’. Es como que sale ese niño en mí. Es como, ‘¿en serio? Qué ilusión'”, comparte con una sonrisa genuina.
‘Nacho, no grites’
La carrera de Nach es un testimonio de su habilidad para equilibrar la humildad con la necesidad de hacerse oír en una industria competitiva. “Nacho, no grites. Mantente siempre un poco al margen… porque al final el que quiere llamar tanto la atención, de algo cojea”. Así le aconsejaba su madre, cuyas palabras se convertirían en un mantra para el músico.
Sus inicios en la música, marcados por grabaciones caseras y recursos limitados, fueron los cimientos de una carrera estelar. “Grabo con una doble pletina y hago una instrumental con un piano de mi hermano… así saco dos maquetas en cinta”, recuerda. Esas maquetas, aunque rudimentarias, serían el inicio de algo grande: el inicio de Nach Scratch.
Su música no es sólo un conjunto de rimas y ritmos, es un legado, una fuente de inspiración para una nueva generación. “Me sigo sorprendiendo”, repite Nach, enfatizando el asombro y la gratitud que siente por su influencia en el rap actual. “Para mí es muy importante lo que hicieron Nas y Notorious BIG, los raperos que yo escuchaba cuando estaba formándome como persona y como artista. Les tengo mucho que agradecer. Entonces supongo que para esta gente más joven yo seré eso. Es una sensación de mucha felicidad. Porque al final uno quiere dejar un legado. El ser humano no quiere que se lo olvide y se esfuerza mucho en decir algo que valga la pena, algo que sirva para los demás y que luego, con los años, tome valor”.
De la madurez y otras hierbas
A medida que avanza la conversación, Nach se abre sobre su compleja relación con el cannabis, un tema tan delicado como significativo en su vida. Revela con franqueza su pasado con esta sustancia, mencionando su preferencia por el hachís y el cannabis en su juventud y cómo, desde hace 20 años, ha dejado de consumirlos. “El cannabis me despersonaliza, me hace sentir extraño dentro de mí mismo, creando una necesidad de que esa sensación acabe para volver a la normalidad”, expresa Nach, mostrando una madurez y comprensión forjadas por la experiencia.
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“Yo creo que es algo muy personal y que cada persona lo tiene que llevar a su propio punto, porque a mí me sucedió algo con el cannabis, pero tiene que ver con mi genética y con mi forma de ver la vida”, agrega.
“Hay otra gente que le pasa con el café y a otra gente que le pasa con el tabaco. A mí me pasa con el cannabis y lo dejé por esa razón. También es cierto que mi vida ha estado un poco desordenada y también creo que el cannabis también exagera cualquier sensación interna que tú tengas, tanto positiva como no tan positiva. Y creo que yo fumé mucho en el momento en el que mi vida estaba muy desorganizada y el cannabis ayudaba a que se desorganizara más. Pero esa es una cuestión muy personal y muy de cada uno. Ojalá pudiera fumar de vez en cuando y gozarlo… pero a mí me despersonaliza”.
Asimismo, Nach recuerda una experiencia particular en Jamaica que refleja la complejidad de su relación con el cannabis. Dice: “Había un taxista, un rasta que fumaba y tenía un buen rollo brutal y dije ‘Simón, dame dos calas, tío’. De repente nos paró la policía militar, justo en el momento que yo estaba dando la segunda calada. Nos paró con metralletas y tal pero, bueno, se lió una padrísima”.
Además, el rapero comparte un deseo personal: le encantaría compartir un canuto con su madre, a quien describe con admiración por su vitalidad y espectacular forma de ver la vida. “Compartir ese momento con ella sería algo único”, dice con afecto. Extiende esta idea a figuras históricas como Buster Keaton o Charles Chaplin, refiriéndose a ellos como actores adelantados a su tiempo, con quienes le gustaría compartir y explorar sus perspectivas del mundo.
Al reflexionar sobre la legalidad del cannabis y la hipocresía prevalente en la sociedad, Nach no se guarda sus palabras. Habla con vehemencia sobre los problemas relacionados con los opiáceos y cómo ciertas empresas se han enriquecido a costa de la adicción, criticando la hipocresía y corrupción sistémica. “Son narcotraficantes de traje y corbata con más dinero que el Estado”, señala con una mezcla de rabia e indignación. “La legalidad es importante en algunas cosas que caen por su propio peso”, afirma, cuestionando la lógica detrás de la legalidad del tabaco y la ilegalidad de otras sustancias.
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Nach también apunta a la tendencia actual de aceptar más fácilmente medicamentos prescritos por médicos, que a menudo resultan en adicción y graves efectos secundarios. Critica a aquellos en posiciones de poder que se benefician de este sistema, subrayando la necesidad de un cambio en la mentalidad y las políticas globales. “Aunque queremos pensar que estamos avanzando como sociedad, todavía nos queda mucho por hacer”, concluye, dejando claro que su compromiso trasciende la música y toca temas sociales más amplios.
El almanaque de Nach
Al hablar de Almanaque, su álbum más personal hasta la fecha, Nach se abre sobre el proceso creativo detrás de él. “Era el disco que necesitaba hacer en ese momento. Creo que es un disco donde hay mucho de mí, de mi persona”, explica, dando a entender que cada canción es un pedazo de su alma.
Mirando hacia el futuro, se posa sobre la creación de su próximo disco, un proyecto que promete ser su obra más ambiciosa hasta la fecha: “Estoy trabajando en este nuevo disco más que en ningún otro”, cuenta. En sus palabras se puede sentir la pasión y el compromiso que pone en cada nota, en cada verso.
Las colaboraciones han sido un punto clave en la carrera de Nach. Trabajar con artistas como Residente y Enrique Bunbury no solo enriqueció su música, sino que también le proporcionó experiencias invaluables. “Esa colaboración con Enrique Bunbury, por ejemplo, nos llenó de magia”, comparte, reflejando cómo estos encuentros artísticos han moldeado su trayectoria.
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Sobre Residente, agrega, “Yo creo que fue algo que buscábamos los dos. Residente es un artista que admiro mucho, que brilla mucho en esos temas, como ‘René’, como ‘Latinoamérica’, como muchos temas que ha dejado ahí, donde hace algo muy universal y al mismo tiempo como muy bien planteado y muy bien… Yo pretendía hacer una colaboración con él para mi disco y él enseguida se puso por la labor y siempre tuvimos muy buen contacto, muy buena química”.
Hablando sobre una colaboración de ensueño, Nach responde sin dudarlo: “John Lennon. Creo que en la parte cuando él evolucionó, tenía un mensaje, tenía una manera de ver el mundo y de intentar cambiar el mundo”.
Para cerrar, vuelve al seno materno. Otra vez, su mamá. Es que la influencia de su madre ha sido una constante en la vida y carrera de Nach. Desde las enseñanzas sobre el poder de las palabras hasta los valores de bondad y empatía, su madre ha sido una fuente inagotable de sabiduría y amor. “Mi madre me permitió soñar”, cierra con una mezcla de gratitud y admiración. “Pero siempre manteniendo la humildad”.
Fotos por @tutedelacroix
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