- Noruega enfrenta una contradicción entre su imagen liberal y su estricta política de drogas.
- La ministra Mehl apoya penas de cárcel para usuarios de drogas, generando controversia.
- El enfoque punitivo de Noruega contrasta con la tendencia europea hacia la despenalización.
Noruega, a menudo aclamada como dechado de democracia liberal, se enfrenta a una contradicción entre su imagen progresista y la postura del gobierno respecto a lxs usuarios de drogas. Los recientes comentarios de Emilie Enger Mehl, ministra de Justicia y Seguridad Pública, ilustran vívidamente esta paradoja, planteando interrogantes sobre la coherencia de la imagen liberal de Noruega con su visión de la aplicación de la política de drogas.
La política de drogas de Noruega: ¿Una paradoja liberal?
La ministra noruega de Justicia y Seguridad Pública, Emilie Enger Mehl, afirma que seis meses de cárcel es un castigo razonable por uso de drogas ilegales.
En un fragmento de una reciente entrevista con NRK News compartido en Twitter, Mehl afirma: “Sigue habiendo multas o penas de prisión de hasta seis meses y creo que es bastante razonable mientras creamos que las drogas deben ser ilegales”. Su comentario se produce en medio de un debate más amplio sobre la política de drogas en Noruega, que se inclina por reforzar las estrictas medidas de represión, según Dagbladet.
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Norway's Minister of Justice and Public Security Emilie Enger Mehl says six months in prison is reasonable punishment for use of illegal drugs. pic.twitter.com/e5DxBEW6b3
— Ivar Kolbeinsvik (@IKolbeinsvik) July 30, 2024
Históricamente, Noruega ha sido reconocida por sus políticas sociales progresistas y su protección de los derechos humanos. La nación ocupa un lugar destacado en los índices mundiales de igualdad, equilibrio de género y Estado de derecho, señala Foreign Affairs. El contraste con el apoyo del ministro al mantenimiento de penas severas para el uso de drogas pone de relieve una importante contradicción en el marco político liberal del país.
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Para complicar aún más el panorama, el Comité Noruego de Abuso de Sustancias propuso recientemente medidas que darían a la policía un mayor margen de maniobra para utilizar la coerción en casos de drogas, como la posibilidad de realizar pruebas de saliva para detectar el uso de cannabis y otras drogas, informa NKR News. Muchxs consideran que se trata de una medida regresiva, en contradicción con las tendencias mundiales hacia la despenalización y la reducción de daños en las políticas de drogas.
A pesar de las recientes y estrictas propuestas, Noruega ha sido testigo de anteriores esfuerzos por avanzar hacia la despenalización, como la iniciativa de 2021 del gobierno de Erna Solberg, que pretendía abolir las penas por posesión menor de drogas, aunque no consiguió el apoyo mayoritario del Storting, la asamblea legislativa suprema de Noruega.
Europa se aleja cada vez más de las leyes punitivas sobre drogas
En comparación, las leyes sobre drogas en Europa se inclinan cada vez más hacia la despenalización. Países como Portugal y la República Checa han obtenido resultados positivos al adoptar políticas más indulgentes centradas en el tratamiento más que en el castigo, como muestra el Informe Europeo sobre Drogas 2024. Por el contrario, la adhesión de Noruega a las medidas punitivas la sitúa en contradicción con estas tendencias europeas más amplias, que hacen hincapié en los enfoques orientados a la salud en materia de drogas.
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En la escena mundial, las Naciones Unidas se han manifestado en contra de la punitiva “Guerra contra las Drogas”, abogando por un cambio hacia políticas que den prioridad a la salud y los derechos humanos. El llamamiento de la ONU a la despenalización y la reforma supone un duro desafío para el enfoque actual de Noruega e insta a una reevaluación para alinearse más estrechamente con las normas internacionales de derechos humanos y la reforma de la política de drogas.
A medida que continúen los debates sobre la reforma de las drogas, tanto en Noruega como en el resto del mundo, es probable que se intensifique la tensión entre las medidas punitivas tradicionales y las políticas progresistas orientadas a la salud.
Vía Benzinga, traducido por El Planteo
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