Patokai, Emblema del Synthpunk Argentino y Médico Reprocann

Patokai está de vuelta en Argentina, y esta vez con intenciones de quedarse al menos un tiempo largo. Patricio Vallarino, tal es su nombre de pila, piensa abrazar una vida nómade, de idas y vueltas, entre su ciudad natal y Berlín, donde vivió los últimos cinco años.

Sus trabajos se lo permiten: es músico y médico de REPROCANN, donde atiende online desde 2020.

Pionero del electropunk argentino, en su larga carrera Patokai compartió escenarios con íconos globales del electroclash como Peaches o Crystal Castles. Y, ahora, este viernes 27 de enero se presentará en Buenos Aires y, más adelante, de mayo a octubre encarará una gira por Europa. 

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En tanto, como médico, hoy está en varios proyectos que buscan acercar la medicina a la gente de una manera más integral y humana, sumando nutrición y fitoterapia además de medicina cannábica. 

Un personaje aparentemente contradictorio que encierra en sus decisiones de vida una sorprendente coherencia. Un acercamiento desinteresado a la música y una actitud sensible y punk ante la medicina. 

Patricio Vallarino, el médico

Con una familia dedicada a la salud, el niño Patricio se crió entre hospitales y consultorios. Tiene bandas desde que tiene 12 años, así que el músico y el médico coexistieron siempre.  

“Cuando terminé la residencia y empecé a laburar en emergencias hacía una guardia 24 horas y ahí laburaba lo que laburan todos de lunes a viernes. Quedaba quemado al otro día y después tenía toda la semana libre para dedicarme a lo otro. Habré laburado 10 años en emergencias y ahí hice de todo”, cuenta. 

La disociación de dedicarse a dos cosas tan diferentes nunca fue un problema sino al contrario: la medicina siempre le dio la estabilidad económica que le permitió desarrollar sus proyectos artísticos sin presiones. 

Luego de diez años decidió, en sus palabras, “mandar todo a la mierda”, dejar de ejercer e irse a Berlín. “La medicina alopática nos toma como si fuéramos todos iguales”, lamenta.

Algo que en su momento lo distanció de la medicina fue, además de las ganas de dedicarse al arte, lo lejos que se sentía de las instituciones de la salud occidentales. “En todas las carreras de diseño tenés antropología y en medicina, no. Es una carrera que tenés que arrancar entendiendo a la gente, y la historia del hombre no está”, ejemplifica. 

REPROCANN y los votos renovados con la medicina

A la medicina volvió en pandemia, cuando salió la Ley 27.350 y sus amigos activistas lo avivaron: faltaban médicos cannábicos para cubrir la demanda. Así, decidió hacer posgrados a distancia en medicina cannábica: un mundo que no le era del todo ajeno dado que ya había hecho posgrados en tratamiento del dolor y en nutrición vegetariana y vegana. 

“Lo único: los tenía que hacer a horarios ridículos, hice uno de la universidad de Tierra del Fuego que era a las 6 de la tarde de Argentina y a las 11 de la noche de Alemania. Entonces tenía clases desde las 11 de la noche hasta las 2 de la mañana”, recuerda. 

Hoy es médico REPROCANN a full. Atiende online en Argentina, como solía hacer desde Berlín. Y con amigos armaron una plataforma de divulgación cannábica para pacientes y médicos, para hacer a través de ahí consultas y gestión de REPROCANN: Certificanna.

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La idea es que la plataforma trascienda REPROCANN. “Como pensamos todos, en unos años se va a legalizar y REPROCANN no va a hacer falta”, cuenta. “La idea es que en un futuro funcione como consultorio virtual de especialistas en cannabis medicinal y por otro lado un sitio de divulgación”. 

Sin embargo, para él, el límite entre lo medicinal y lo recreativo no es tan claro. “La gente no lo ve como medicinal”, dice. “Yo tengo pacientes que me dicen que lo usan de forma recreativa, y yo les pregunto ‘¿para qué lo usás? “Y… cuando vengo del trabajo..’ ‘Y, para bajar un cambio cuando me voy a dormir’: bueno, eso es medicinal. Hay gente que fuma desde los 14 años, entonces lo ve como algo que hizo toda la vida, pero de repente hoy está con todas las cosas que nos trae el capitalismo y se da cuenta de que lo está usando para estar más tranquilo, o más concentrado”. 

Como médico, su idea es comenzar a transitar un camino alternativo. Ahora quiere empezar también a trabajar con hongos medicinales. 

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“Me gustaría hacer algo más desde la nutrición, que la gente aprenda a comer piola y necesite mucho menos de la farmacéutica. Y, siempre que pueda, si necesita, que use fitoterapia. O sea, si tenés una infección recontra complicada en una pierna tomate los antibióticos, obviamente, pero no el entrenamiento que te predican en la tele, de tomar una Bayaspirina si estás cansado”.

¿Siente, de alguna manera, que medicina y arte se entrecruzan? “Yo creo que la medicina en algunos casos es un arte, desde poder leer a una persona, reconocer una sensación o una cara de angustia”, responde. 

“Ya de por sí, el trato interhumano es re complicado, y llegar a fondo con un paciente es un arte para que hay que tener cierta sensibilidad. Pasa que el mundo actual es una picadora de carne, y en una obra social ves a un paciente cada diez minutos. Yo en diez minutos no puedo hacer nada más que ver lo que te pasó y darte una receta”. 

Patokai, el artista

Pero aquello que lo sacude vocacionalmente es hacer y compartir canciones. Como proyecto musical, Patokai existe hace más de diez años, con un primer EP de 2011, Control, seguido por Automaton (2013) y los larga duración The Square Wave Knight (2014) y 2 (2018). 

Sus canciones habitan el espacio entre el rock, el punk, el pop y la música clubera. Patokai, vocalista y multiinstrumentista, construye su lenguaje musical con riffs sintetizados a las baterías programadas, los samples y las voces con vocoder. Un proyecto que se fue desarrollando en los diferentes lugares del mundo en el cual se encontraba el cuerpo de Patricio. 

Está por sacar un disco que hizo junto al productor italiano Fabiodalex llamado Where Dreams Don’t Die. Un álbum synthpunk con letras enteramente en inglés, sonidos de ciencia ficción retrofuturista y beats industriales. “Fue el espacio que construimos en la pandemia para no volvernos locos ante la incertidumbre”, dice. En sus palabras, es un disco bipolar: “Tiene momentos de esperanza y momentos de desesperación total”.

Para hacerlo, se juntaron a lo largo de dos años.

Otra novedad venidera es el lanzamiento del single “Vokuhila”, cuyo videoclip está en postproducción. “Vokuhila” es una favorita del público alemán aunque nunca fue lanzada oficialmente, y tiene una historia divertida atrás. 

Cuando Vallarino llegó a la capital alemana, tenía un look mullet muy pronunciado y los alemanes lo paraban en la calle para decirle “vokuhila”, que es como se llama ese corte de pelo en alemán. Vokuhila es un himno rave en la línea eurodance, de la escuela de 2 Unlimited o Technotronic. Nunca lo incluyó en un disco o EP porque lo considera muy distinto a lo que suele hacer, pero cada vez que lo tocaba en vivo en Alemania a la gente le encantaba, y le preguntaban si podrían encontrarlo en el disco. Así que se decidió a lanzarlo. 

“Hicimos algo medio technoviking. Los vestí a todos de flúor y salimos a bailar por Berlín por diferentes lugares. Hasta vino la madre de una amiga. Una genia”.

Punks y Clubbers sean unidos (en la pista)

Para Patokai, el punk y la rave no son universos diametralmente opuestos sino que tienen un punto de contacto en la cultura DIY: “El mandarse a hacer cosas. Siempre hablando de agarrar, tomar un espacio y hacer una rave: no sé si los clubes que están en un pedestal siguen siendo la cultura rave”, cuenta, quien viniendo de Berlín bien sabe sobre clubes-instituciones.

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Hoy, lo que pasa en la escena argentina lo entusiasma muchísimo. Y pensar en ser parte lo motiva: “Estando afuera estuve escuchando mucho lo que pasó los últimos cinco años de música acá. Entonces aproveché para venir y ver un montón de artistas, interactuar, ver si pinta hacer cosas juntas, desde eventos a hacer un feat”. 

Este viernes 27 se presentará junto a Manuel Matarasso -con quien además está produciendo tracks- y Dj Dólare$ en Club V. 

¿Qué se puede esperar del show? “Vengan con ganas de bailar y de darlo todo. Para hacer un intercambio de transpiraciones”.

Fotos por Mariano Scopel

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