10 Preguntas que Siempre Quisiste Hacerle a una Psicóloga de Plantas
El reino animal y el reino vegetal tienen su propio idioma. Hay personas que les hablan a sus mascotas y otras, también, que lo hacen con sus plantas. Hay algo ahí. El silencio de las plantas choca de frente con la estridencia humana. Aquí estamos: flora, fauna y nosotros.
Las plantas sienten, dicen. Las plantas hablan, cuentan. Pero, ¿cómo podemos establecer un “diálogo” con ellas? ¿Los humanos podemos comunicarnos con el universo vegetal? ¿Será que, de alguna manera, podríamos incidir “psicológicamente” en su existencia?
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Y entre los oficios que pueden desentrañar ese nudo, la presencia de los psicólogos. Y en este caso, para revolver en este pantanal, se necesitaría a unos… psicólogos de plantas.
Sí, los psicólogos de plantas existen y están entre nosotros.
Por caso, la bióloga chilena Alejandra Zuniga Feest es doctora en ciencias biológicas y su especialidad es ecofisiología vegetal. Lleva más de 20 años trabajando con plantas antárticas, con plantas de pantanos y con plantas colonizadoras de sustratos volcánicos de la Cordillera de los Andes.
Apasionada por la belleza de las plantas y la naturaleza, Alejandra es conocida popularmente como la Psicóloga de Plantas. Así nomás.
Y antes de decir que todo esto es una locura, vale aclarar que el currículum de Zuniga Feest es bien robusto: es académica titular del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Facultad de Ciencias en la Universidad Austral de Chile, de Valdivia. Se dedica a hacer clases de fisiología y bioquímica vegetal, de interacción suelo-planta y de estrés en plantas, entre otros menesteres.
Acá, entonces, las 10 preguntas que siempre quisiste hacerle (¿y nunca tuviste la chance?) a una psicóloga de plantas:
—¿Cómo es puntualmente el trabajo de una psicóloga de plantas?
—Observar y disfrutar de las plantas, estudiar su funcionamiento (fisiología vegetal) a través de mediciones con instrumentos apropiados. Por ejemplo, cómo está su vitalidad o qué tanta fotosíntesis están realizando. Observar sus tiempos de crecimiento y floración, buscar especies especiales que sólo crecen en lugares inaccesibles. Estudiar las relaciones que establecen las plantas con sus vecinos, principalmente a través de sus raíces y también con los microbios del suelo.
—¿Es cierto que las plantas “sienten”?
—Las plantas “sensan”. Es decir, perciben distintos estímulos ambientales, pero no piensan de una manera “humana o animal”, ya que no tienen un cerebro centralizado, sino que es más bien una comunidad coordinada de células, estructuradas en órganos: tallo, raíz, hojas y diversos tejidos.
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Algunas personas han propuesto que las plantas tienen “memoria”. Es decir, que podrían recordar situaciones estresantes para ellas y dar respuestas a esos estímulos. Por ejemplo, el ataque de algún insecto defoliador, en una segunda oportunidad para la cual estarían más preparadas.
—¿Las plantas influyen en nuestro estado de ánimo?
—Sí, totalmente. Las plantas de manera individual (una planta en una maceta, una flor en un florero, por ejemplo) o las plantas en conjunto (caminar por un bosque, por ejemplo) influencian nuestro ánimo, nuestros latidos cardíacos, nuestra presión sanguínea.
Nos equilibran, nos tranquilizan. En general, sentir la naturaleza (observar lagos, ríos, montañas) tiene un efecto similar.
Por supuesto, mientras más conozcamos de las plantas, más nos podrán maravillar y también depende de cómo las observemos. Y a qué escala de observación.
—En su reverso, ¿nuestro estado de ánimo influye en el de las plantas?
—No sé si nuestro ánimo influye en las plantas, pero es posible que cuando estamos deprimidos no las cuidemos mucho y se vayan deteriorando.
—¿Hay plantas que estando en mal estado pueden recuperarse?
—Las plantas en mal estado pueden ser recuperadas. Yo diría que habría que probar con un tratamiento integral que implique regar frecuentemente (de acuerdo a lo que necesite cada especie), abonar y tratar con cariño. Algunas personas les hablan a sus plantas y eso tiene también una base fisiológica.
Otras evidencias muestran que la música (posiblemente las vibraciones) pueden influenciar el crecimiento de las plantas y la comunicación entre sus células. Algunos investigadores dicen “el calcio es la vida”, ya que las células de plantas se comunicarían entre ellas con “pulsos” de calcio (Ca).
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—¿Cuáles son las plantas psicológicamente más complejas?
—No sabría decir si existe una planta más compleja que otra. Cada especie está adaptada a su propio ambiente. Tal vez una planta sin sistema vascular, como un musgo, es menos compleja que otra que es vascular. Es decir, que requiere y regula su transporte de agua de manera más continua, como un árbol.
También podríamos pensar en plantas que poseen crecimiento rápido con una vida “acotada” y definida muy específicamente, con un ciclo de vida corto, como un trigo el cual podría “sentirse más estresado” por tener que completar su ciclo vital y tener los recursos nutritivos para hacerlo.
En cambio, un árbol de crecimiento muy lento, como un alerce o una araucaria, sólo tiene que existir y preocuparse de mantener sus recursos, para después de muchos años dar descendencia. Y en caso que no pueda producir frutos, posiblemente podrá rebrotar de su tronco quemado.
—¿Y cuáles son las plantas más amigables?
—¿Tal vez podrían ser las plantas de interior, que crecen dentro de las casas de los humanos y lo hacen rápidamente? La mayoría de ellas son plantas tropicales que crecen naturalmente en los bosques húmedos. También podrían ser plantas amigables las que crecen mejor cuando tienen vecinos (otras plantas) o las plantas que tienen zarcillos que les permite “abrazar” a otras plantas, como las plantas trepadoras.
—Entonces, ¿hacemos bien en hablarles a las plantas?
—Sí, totalmente. Como decía, el hecho de hablarles a las plantas tiene una base fisiológica, que podría tener que ver con pulsos de dióxido de carbono (CO2) que expulsamos los humanos sobre las hojas de las plantas (nuestra respiración).
—Y vos, ¿cómo hacés para comunicarte con las plantas?
—La verdad no tengo la certeza de que me escuchan, pero sí que me perciben. Las influencia mi respiración cerca de ellas y si las toco o las acaricio también me sienten, posiblemente como una influencia positiva. Las veo crecer y eso me indica que se sienten en un buen ambiente conmigo.
Hay algunas personas que producen “música de plantas”, que consiste en traducir a sonido, con un sintetizador, los pulsos eléctricos que provienen de la conducción de agua que realizan las plantas por sus estomas (son pequeños orificios como “mini ventanas” que tienen las hojas) y transpiran cada día.
Eso es algo que amplifica un proceso que ocurre en forma natural en las plantas. También las plantas cambian de color. Algunas pueden eliminar las hojas más antiguas, cuando forman nuevos brotes, eso me indica que debo ocuparme de fertilizarla más, probablemente para que retenga la mayor parte de sus hojas. Ahí, si esa planta me dijo algo bien específico, sólo tengo que observarla.
—¿Cómo es la psicología de la planta de cannabis?
—La verdad no conozco mucho la cannabis, no la uso. Pero creo que debería ser más bien relajada. Aunque debe tener altos requerimientos de nutrientes, ya que una buena parte de los muchos compuestos químicos que produce, llamados también metabolitos secundarios (terpenos, flavonoides, alcaloides), seguramente le requieren invertir mucho de su energía.
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Si las condiciones de crecimiento son buenas para ella, pienso que estaría a todo su potencial. La mayor parte de las personas que la cultivan conocen sus requerimientos y las tratan muy bien.
Por otra parte, pienso que aunque es una planta antigua, se ha acostumbrado a los flashes y al interés que concita en el mundo. Eso, comparado con su vida tranquila y silenciosa en su original Nepal, donde evolucionó hasta ser descubierta y llevada por el mundo, tal vez ahora ya no le implica ningún conflicto con ella misma.
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